» Introducción al Psicoanálisis
Kohut y el psicoanálisis del self23/01/2004- Por Rafael Groisman -

SYMPOSYUM APA 2002- ESPACIO KOHUT
..."Siento que el Dios ha sido
partido como el pan en la Cena, y que nosotros somos los pedazos... el imán
divino está en ti y mi imán responde. ¿Cuál es el más grande? Tonta
pregunta. Son uno solo". (Carta de Melville a Hawthorne, citada por Kohut en
Análisis del self).
Quienes
hemos encontrado en la obra de Heinz Kohut un aporte decididamente
enriquecedor, ya sea como un complemento para el estudio específico de los
trastornos narcisistas de la personalidad, o como un nuevo punto de vista que
nos permite pensar de una manera diferente la psicopatología en general,
aprendimos a valorar la importancia que el concepto de empatía tiene en sus
desarrollos. La intención de articular la psicología psicoanalítica del self con
las raíces freudianas nos lleva, entre otras búsquedas, a rastrear el uso que
el creador del psicoanálisis le dió al término empatía (einfülhung). Quizás las
citas más recordadas sean las que pertenecen a "Sobre la iniciación del
tratamiento" y "Psicología de las masas..".
Probablemente sea menos conocida la mención que hace de la empatía en "A
propósito de un caso de neurosis obsesiva". En la Introducción del
historial de El hombre de las ratas, Freud señala que el lenguaje de la
neurosis obsesiva se emparienta más que el dialecto histérico con la expresión
de nuestro pensar conciente, y por ese motivo uno esperaría conseguir más
fácilmente la empatía en un caso de neurosis obsesiva que en uno de histeria.
"Sobretodo -continúa Freud - no contiene aquel salto de lo anímico a la
conversión somática que nunca podemos nosotros acompañar conceptualmente".
Aparentemente, para Freud aquí, la empatía debería verse facilitada si los
modos de expresión entre ambos elementos comparados son similares y si todo el
proceso evoluciona sin cambios bruscos, "sin saltos". Imaginemos
ahora un lector de psicoanálisis aproximándose a la obra de Heinz Kohut. ¿En
qué lenguaje hablará de objeto este hipotético lector?.
¿Desde donde acompañaría conceptualmente la introducción del concepto de objeto
del self?. ¿Se vería obligado a dar uno de esos
"saltos" que dificultan la empatía?. En
"Aportaciones al concepto de objeto en psicoanálisis", Willy Baranger
nos dice: "La teoría del objeto ha ido desplegándose después de Freud en
un abanico de direcciones divergentes. Pero el origen de esta multiplicidad
está en el propio Freud." Entre otros aspectos, la obra de Baranger
estudia la laxitud de los lazos entre el objeto de la pulsión y el objeto de la
percepción, las diferencias entre el objeto de la identificación y la
introyección, y el enriquecimiento y perturbación que produce en la teoría del
objeto la introducción del narcisismo. Hasta aquí, parece que nuestro lector no
va a tener que dar un gran "salto" en la medida que acepte sustituir
"narcisismo" por "self". Recordemos que Kohut sigue a
Hartmann en esa delimitación conceptual en la que el narcisismo pasa a ser la
carga libidinal del self. ¿Bastaría con decir entonces que "objeto del
self" es un objeto del narcisismo?, dado que en Kohut la antítesis del
narcisismo no es la relación de objeto sino el amor objetal. Pienso que aquí es
fundamental, para poder acompañar la introducción del concepto de "objeto
del self" recordar que para Kohut, el desarrollo del narcisismo sigue una
vía independiente de la de la vida pulsional. Es aquí donde nuestro lector se
vería obligado a dar un salto si quiere acompañar a Kohut en su pensamiento. En
efecto, Paul Ornstein, discípulo y continuador de Kohut, al reseñar la
evolución de la psicología del self, plantea que "el chaleco de fuerza
teórico del eje único en la teoría del narcisismo (la secuencia evolutiva
autoerotismo, narcisismo, amor objetal) permitió únicamente la
conceptualización del narcisismo como resistencia, impidiendo el descubrimiento
de las transferencias narcisistas y de las expresiones del narcisismo como
fuerza evolutiva". Vayamos ahora a Kohut. En el artículo que escribiera
con Ernst Wolff, "Los trastornos del self y su tratamiento", nos
dice: ... "el recién nacido llega al mundo fisiológicamente preadaptado
para un ambiente físico específico - la presencia de oxígeno, de alimentos, de
cierta gama de temperaturas- fuera del cual no puede sobrevivir. Del mismo
modo, la supervivencia psicológica requiere un medio psicológico específico, esto
es, la presencia de objetos del self capaces de dar respuestas empáticas... a
las necesidades especulares e idealizadoras del niño". En el mismo
artículo, los autores señalan que ... "Los
objetos del self son objetos que experimentamos como partes de nuestro self;
por lo tanto, el control que se espera lograr sobre ellos, está más cerca del
concepto de control que un adulto espera ejercer sobre su propio cuerpo y
mente, que del que espera tener sobre los demás. Hay dos clases de objetos del
self: los que confirman el sentido innato del vigor, grandeza y perfección del
niño (objeto del self especular) y aquellos a los que el niño puede admirar y
con los que puede fusionarse como una imagen de serenidad, infalibilidad y
omnipotencia (imago parental idealizada). ¿Qué ocurre después con los objetos
del self? En "Formas y transformaciones del narcisismo", Kohut
plantea que: "el equilibrio del narcisismo primario se ve perturbado por
las presiones de la maduración y las dolorosas tensiones psíquicas que se producen
debido a que los cuidados maternos son necesariamente imperfectos y a que
resulta imposible impedir que haya demoras traumáticas. Con todo, la
organización psíquica del bebé intenta manejar esas perturbaciones construyendo
nuevos sistemas de perfección. En "Análisis del self", el autor
señala que parte de la perdida experiencia de perfección narcisista es
atribuida a un objeto del self rudimentario: la imago
parental idealizada. Se trata de una fase primitiva del desarrollo
psíquico, en la que todo el poder y felicidad residen en el objeto idealizado.
Por ese motivo, el niño procura que su unión con él no sufra ninguna
interrupción, dado que se siente vacío e impotente cuando se separa de él. La
activación de este objeto, en el curso del psicoanálisis, es lo que Kohut
denomina transferencia idealizadora. En ésta, no estarían en juego resistencias
en contra del reconocimiento de una hostilidad edípica subyacente, y nuestro
autor considera que en aquellas fases del análisis de los trastornos del
carácter narcisistas en que parece germinar una transferencia idealizadora, la
actitud analítica correcta es aceptar la admiración.
La
otra diferenciación del narcisismo primario y que Kohut describe como el otro
sistema de perfección con el que el bebé intenta manejar las perturbaciones
inevitables de la crianza es el self grandioso. Corresponde aproximadamente a
aquella fase que Freud llamó "yo de placer purificado". El niño
concentra la perfección y poder en el self, atribuyendo todas las imperfecciones
al medio externo. El objeto es importante sólo en la medida en que se lo invita
a participar en el placer narcisista del niño y a confirmarlo de esa manera. Es
el self grandioso, esta estructura narcisista primitiva, el que se reactiva
terapéuticamente en la transferencia especular. El analista se convierte en la
figura alrededor de la cual puede establecerse un grado significativo de
constancia de objeto en el campo narcisista. La transferencia contribuye al
mantenimiento de la cohesión del self del analizando. Kohut describe formas más
primitivas y más maduras de transferencia especular, con menor y mayor
reconocimiento, respectivamente, de la existencia del analista como persona
distinta. En las formas más primitivas, el analista vive dicha relación en
general como opresiva, y tiende a rebelarse contra el absolutismo y tiranía
incontrolables con que el paciente espera controlarlo.
Para
finalizar, quisiera señalar dos aspectos importantes del objeto del self. El
primero es que el objeto del self es una función y no una persona, aunque
frecuentemente sean personas quienes desempeñan la función. Es un evento
intrapsíquico vivido subjetivamente y no interpersonal.
El
segundo, es que las experiencias de sostenimiento del self que proveen los
objetos del self son necesarias de por vida, debiendo adecuarse estas
experiencias al momento vital del sujeto y al grado de madurez de su
narcisismo. Para Kohut, " la transformación de las estructuras narcisistas
y su integración en la personalidad - el fortalecimiento de los ideales y el
logro, incluso en pequeño grado de transformaciones del narcisismo tan
saludables como el sentido del humor, la creatividad, la empatía y la sabiduría
- deben evaluarse como un resultado más genuino y válido de la terapia que la
precaria aceptación por parte del paciente de nuestra exigencia de que
modifique su narcisismo y lo transforme en amor objetal”.
© elSigma.com - Todos los derechos reservados