» Introducción al Psicoanálisis
La joven homosexual24/08/2007- Por Leonor Pagano - Realizar Consulta

Este historial trata sobre la claridad que arroja el análisis de la joven respecto de su elección de objeto de amor y cierta promoción del falo en el lugar de a, siendo el campo propio del análisis el aislamiento del objeto, todo gira en torno de la relación del sujeto con el a o sea el fantasma.
... qué decir de nuevo sobre este historial, un aporte diferencial, está en tomar la escena del encuentro entre ella con su padre e interrogar esa escena deteniéndola como un cuadro y preguntarse, cómo pudo el padre arrojar “una mirada irritada” si la mirada es objeto a, no es especularizable, entonces ¿qué vio la joven?....
¿Qué podríamos agregar al caso de la joven homosexual planteado por Freud y que tan magistralmente retoma Lacan en dos ocasiones en el Seminario 4 “La relación de objeto” (1956|1957) y en el Seminario 10 “La angustia” (1962-1963)?
Este historial trata sobre la claridad que arroja el análisis de la joven respecto de su elección de objeto de amor y cierta promoción del falo en el lugar de a, siendo el campo propio del análisis el aislamiento del objeto, todo gira en torno de la relación del sujeto con el a o sea el fantasma.
“En el caso de la homosexualidad femenina -Freud insiste en ello- es a los ojos de todos, y en la misma medida y más aún cuando la publicidad se torna escandalosa, que la conducta de la joven homosexual se acentúa. Y que lo que se muestra, cuando se avanza paso a paso, se muestra como otra cosa, otra cosa que la que es...”
La historia libidinal de la joven es un punto que reúne algunos aspectos que tomaré como ejes, especialmente la escena que desata el pasaje al acto.
Cuando Freud y Lacan afirman que el falo vale lo que su ausencia, se refiere que para la niña la conclusión es “lo he perdido”, mientras que para el niño será un “puedo perderlo”.
¿Qué puede llevar a que esto que es común a todo ser hablante devenga homosexualidad para esta joven? ¿devenga?
Freud habla de ella como teniendo un “complejo de masculinidad”, virilidad, aparentemente ella nunca aceptó la pequeña diferencia que es de lo natural (lo que no depende del lenguaje) “De genio vivo y pendenciero, nada gustosa de que la relegase ese hermano algo mayor, desde aquella inspección de genitales,...era una verdadera feminista, hallaba injusto que las mujeres no gozaran de las mismas libertades que los varones... En la época del análisis el embarazo y el parto eran para ella representaciones desagradables a causa de la desfiguración del cuerpo que conllevan. A esta defensa se había retirado su narcisismo femenil, que ya no se exteriorizaba como orgullo por sus encantos”.
Se trata, al decir de Freud, de un caso de adquisición tardía de la homosexualidad (tal vez esto sería discutible) por ciertos efectos re-unidos: relegamiento por parte de la madre. “Una madre dura, fría, juvenil, que no quería renunciar a la pretensión de agradar ella misma por sus encantos”. La joven había padecido un trato poco equitativo por parte de esa madre y a la vez estaba expuesta pasivamente a ver la ternura de su madre hacía sus hijos varones.
Es sabido que la joven compara sus genitales con los de su hermano mayor, escena que ocurre alrededor de los 5 años; esa comparación se despliega en medio de una fuerte fijación respecto de su madre.
Nacimiento de su hermanito menor cuando ella tiene 16 años es un elemento que oficia una suerte de despecho; desencadenante según Freud de su homosexualidad. Lo llamativo es que cuando ella tenía 6 años nació un hermano, y frente a este hecho ella, aparentemente, no sufrió esto en términos de celos o pérdida.
“A los trece años manifestó tierna predilección por un niño del parque, en ese momento había surgido en ella un fuerte deseo de ser madre... luego de esto, se produce un viraje en su interés hacia mujeres maduras”; lo que ya tenía un antecedente.
Lo “mas importante, sin duda, es que en su conducta hacia su objeto de amor había adoptado, en todo, el tipo masculino, vale decir , la humildad, y la enorme sobrestimación sexual que es propia del varón amante, la renuncia a la satisfacción narcisística, la preferencia por amar antes que ser amado. Por tanto no sólo había elegido un objeto femenino; sino también había adoptado hacia ese objeto una actitud masculina”.
El padre: La homosexualidad de su hija le provocaba una exasperación total y estaba decidido a combatirla por todos los medios. En la escena con el padre que desata un pasaje al acto, ella consigue el beneficio de que sea más aceptada su elección de objeto homosexual.
Veamos ahora el análisis que Lacan hace del caso.
¿Qué se entiende por virilidad? Ante lo oscuro de este significante Lacan aclara de lo que se trata: “Freud advierte qué hay en ese amor demostrativo de la joven por una mujer de sospechosa reputación, frente a la cual se conduce de una manera esencialmente viril... La virilidad es la función de lo que él llama «amor cortés»: ella se comporta como el caballero que lo sufre todo por su dama, se contenta con los favores más extenuados, menos sustanciales, incluso prefiere no tener otros más que estos y cuanto más llega el objeto de su amor al punto opuesto de lo que podría llamarse la recompensa, más sobreestima a ese objeto y lo eleva a una eminente dignidad”. Más adelante trataremos de desarrollar esto. Seminario: La Angustia
Respecto de la homosexualidad femenina en el seminario de “... Ou Pire” dice: “la homosexual –a escribir en femenino– sostiene el discurso sexual... el cual es imposible” porque no hay. La relación sexual, esa que no cesa de no escribirse en tanto real imposible, se vuelve contingente por el amor. En definitiva la homosexual femenina sostiene el discurso del amor, no toma al falo como significante, lo cual le cierra toda posibilidad al goce femenino; sabemos que el falo limita a la vez que posibilita el goce femenino.
Los parletres se constituyen a partir del valor que habrá tomado la pequeña diferencia bajo la dependencia del lenguaje, segregándose bajo el significante hombre o mujer.
La mujer, la verdadera, la pequeña mujercita, se oculta detrás de la falta misma. Una mujer busca a un hombre en tanto significante. Mientras que un hombre busca a una mujer en tanto objeto causa de deseo. Allí se instala el juego donde el otro le daría, a través del amor, lo que ella no tiene.
¿Y la homosexual? Freud plantea, en la estructura del amor, una idealización del objeto amado, busca en el otro el Ideal del Yo, que me diga que soy un yo amado, proyecto en el otro mi propio yo, lógica del complemento donde me ofrezco como Ideal del Yo. Esta dimensión del amor está perturbada porque lo que está en juego es el objeto a; que siempre falla, denotación de la falta, mediada por el falo.
“... Ou pire” ¿Qué pasa con ellas? Ya dijimos que ellas no se arriesgan a tomar el falo por un significante. Entonces, como se las ven con ese punto en que una mujer no-toda es confrontada con: “lo he perdido”. La mujer como todo ser hablante se estructura a partir de una falta fundamental (falta que lanza al sujeto al terreno deseante), la falta de un significante, aquel que, de existir, simbolizaría esa parte de su cuerpo de la cual no hay representación en el inconsciente.
Repito, esa falta fundamental ubica y divide a la mujer: por un lado sometida a la función fálica, en tanto tal sometida a la castración, ofrece su mascarada femenina haciendo semblante del falo. Y por el otro, se ubica como no-toda. La homosexual ofrece la mascarada de Las preciosas… tan bien descrito por Moliere, no está del todo ausente en relación al goce pero para ello debería aceptar la falta, entrar al Edipo como no-toda “en busca de un hijo-falo, en lugar de un pene”.
Retomando, sabemos por el historial que la joven tuvo una decepción alrededor de los 6 años con el nacimiento de su segundo hermano varón, pero este toma valor traumático y se revela como patógeno cuando un segundo acontecimiento le da su estatuto: el nacimiento del tercer hermano (alrededor de los 16 años). El recuerdo inconsciente reprimido se resignifica y la desencadena, es decir nachtraglich para Freud, aprés-coup para Lacan. La joven alcanza su verdad en esta estructura temporal.
Esto ejecuta un serio golpe en la joven que estaba a la espera de su tan preciado “don”. La decepción la arrasa, el penis-neid hace de ella un caldero en ebullición y lo que estaba hasta ese momento en “espera”, se ordena alrededor del “torbellino” de la renegación: “un hijo en lugar de un pene”. Dar a ver su aventura con la dama de dudosa reputación, es la forma violenta en la que la joven reacciona, llevando a la dama a la función de objeto supremo, es una actuación, algo que se muestra, dirigido al Otro, en este caso, al padre. Para ella su padre porta, un falo absoluto, este falo le da a ella la medida de su castración
La joven hace de su castración una inversión. Si hay un falo absoluto, éste la convoca a la provocación, al desafió, a la venganza contra su padre, entonces ella suple su carencia de falo confundiendo lo viril con el hecho de amar a una mujer. Su hermano representa a ese hijo que ella habría querido del padre. Estas actuaciones permanecen opacas e incomprendidas para ella.
¿Cómo llega la joven en cuestión a la consulta? Es traída por los padres ante el disgusto de su conducta ya que ella había llevado el vínculo con la dama al exceso de exhibirse públicamente, desafiándolos a ellos y a la ciudad.
Freud plantea de entrada la provocación con respecto al padre, ese vínculo llega a su fin por un encuentro. “La joven, en compañía de su bien amada, se nos dice, cruza en el camino de la oficina del padre, en el encuentro, ese padre le arroja una mirada irritada; a partir de allí la escena se desarrolla con gran rapidez. La persona para la cual esta aventura no es más que una diversión bastante oscura y que manifiestamente comienza a hartarse y no quiere exponerse a dificultades, dice a la joven que la cosa duró bastante, que desde ahora deje de enviarle flores, y que deje de pegarse estrechamente a sus pasos. Entonces la joven se arroja a la fosa de un tren, niederkommen, se «deja caer»”.
Tomemos esta escena como un cuadro, detengámosla antes de que se precipite en pasaje al acto. El cuadro es la representación de una escansión suspendida en la mirada ,ese tiempo, instante de ver y tiempo de comprender a la vez proceden de una falta, esa falta tiene por nombre: la mirada.
Me pregunto cómo pudo “el padre arrojar una mirada irritada” y cómo pudo ver la joven esa mirada. La mirada es objeto a, no especularizable, por lo tanto sin imagen. Entonces la joven homosexual lo que vio fue el mirar del padre irritado, porque no es posible ver la mirada. “Si el objeto a mirada tiene una función que lo distingue de los demás objetos, es porque introduce otro imaginario, el del fantasma y a través de ello una relación con el sujeto dividido y con lo real.”
Podríamos afirmar que la joven percibió el mirar del padre, la mirada enfurecida que le fue arrojada, que lo fue en tanto objeto a, uno de los objetos del fantasma. Lacan opone la estructura de lo imaginario del espejo, del yo, de la pantalla, a la del cuadro, y de este lado está el objeto a, la mirada, que está elidida no se ve.
Todo esto llega vía el encuentro y a nivel de la mirada del padre. La confrontación del deseo del padre con esa ley que se presentifica en la mirada de aquel, no nos olvidemos que el objeto escópico es el objeto del deseo por el Otro, adquiriendo en esta escena un valor absoluto. En el campo escópico la mirada está afuera, soy mirado viene del Otro, es decir soy cuadro, provocando en ella una identificación pero, a la vez, todo el rechazo que implica el des-ser del objeto a.
El objeto a mirada es el más apto para “simbolizar la falta central expresada en el fenómeno de la castración y para enmascararlo al mismo tiempo ya que es evanescente y puntiforme y deja al sujeto en la ignorancia”.
Este encuentro con su padre donde ella va acompañada, produce en ella, en ese momento, el mayor embarazo con la adición de la emoción, como desorden del movimiento, sumándose a esto la escena del rechazo y corte que le propone la dama, ella se precipita desde allí donde está, desde el lugar de la escena, donde sólo puede mantenerse como radicalmente dividido, es decir, funciona como pura división, último soporte del sujeto, punto de verdad, función de la existencia; es sin duda la única posibilidad de corte, de salida de alineación al Otro. Es un modo de interrogar al Otro.
Concluyendo, lo que el padre le arroja en tanto mirada irritada, es el objeto a, al cual ella se identifica y es por eso que se “deja caer”, en tanto a.
Paralela a la alineación lógica fundamental, el pasaje al acto tiene la presencia y la prisa de una elección forzada, bajo la égida “soy donde no pienso”, la repetición generadora de sujeto determina que éste actúe. Se da entonces esta otra alineación donde el sujeto solo puede optar por el pasaje al acto. Es un actuar, una escena y una conclusión de la escena, está fuera del campo simbólico. Tiene que ver con un borde y el franqueamiento de ese borde es una salida silenciosa de la escena (no hay palabras), es un modo de cuestionar al Otro, al padre de interrogarlo y de decirle No. “Niederkommenn” es parirse. Es allí donde se “deja caer” (la laisse tomber). Curiosamente separación en su raíz latina Lacan la da como parirse.
Freud plantea que el análisis de la joven pasa sobre ella, como el agua sobre las plumas del pato, con este trabajo de análisis nos lega cómo operar con la castración, con la falta, con la función del a. La observación y construcción que lleva adelante con la joven que llegó de lo real de un pasaje al acto y a un acto de enunciación, cuya revelación simbólica Freud tan bien comprende.
Sin embargo Freud se da por vencido, la laisse tomber la deja caer, se desentiende de ella y la deriva -y con motivo- ya que la paciente le decía que el hecho de casarse le permitiría al mismo tiempo ocuparse de las mujeres.
“Lo repito dice Lacan: la homosexual tiene facilitado el discurso del amor, pero eso la excluye del discurso psicoanalítico que no puede apenas sino balbucear”. Será por esto que Freud la “deja caer”.
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