» Introducción al Psicoanálisis
Las perspectivas de Winnicott y de Kohut en el psicoanálisis actual29/08/2003- Por Carlos D. Nemirovsky -

PSIQUISMO TEMPRANO EN EL ANALISIS DE ADULTOS
Las perspectivas de Winnicott y de Kohut en el psicoanálisis
actual (1)
"Sería agradable poder aceptar en análisis solamente
a aquellos pacientes cuyas madres, al comienzo
y durante los primeros meses de vida, hubiesen
sido capaces de aportar condiciones suficientemente
buenas. Pero esta era del psicoanálisis se está
acercando irremisiblemente a su fin".
Winnicott (1955)
"...en contraste con la estructura de personalidad de los
pacientes
de fin de siglo, cuyo examen llevó a Freud a concebir
una psique dicotomizada y más tarde hablar
del conflicto estructural, la organización de la personalidad
prevaleciente en nuestro tiempo no está tipificada
por la simple escisión horizontal que provoca la represión.
La psique del hombre moderno, aquella que describieron Kafka,
Proust y Joyce,
está debilitada, fragmentada en múltiples partes (escindida
verticalmente)
y carente de armonía. De ello se desprende que no podremos
comprender
en forma adecuada a nuestros pacientes y explicarnos lo que a
ellos les ocurre,
si pretendemos hacerlo con la ayuda de un modelo
de conflictos inconcientes no apto para ello"
Kohut (1984)
INTRODUCCIÓN
En este trabajo trataré de detenerme en las perspectivas(2)
derivadas de las ideas fundamentales de dos autores prolíficos: D. Winnicott y
H. Kohut. Desarrollaré particularmente, sus contribuciones a la comprensión del
psiquismo del paciente actual, y que posibilitan la exploración de los "territorios
narcisistas" de la personalidad, con nuevas herramientas. Relacionaré las
ideas de ambos, así como algunos aspectos de sus semejanzas y de sus
diferencias.
En el 1990 decía Etchegoyen: "Si contemplamos
panorámicamente el desenvolvimiento de la ciencia psicoanalítica se nos impone
una línea divisoria muy nítida que coincide con el ocaso de la vida de Freud".
Tomar como punto de partida l939 podría ser ciertamente parcial o arbitrario ya
que con anterioridad fuertes corrientes cuestionadoras de aspectos básicos del
psicoanálisis venían gestándose y la más de las veces dando a luz encendidas
polémicas. Sin embargo, esos años son harto significativos: alrededor de los
'40 comienzan a formarse las "escuelas" que hoy podemos reconocer
surgidas en un contexto de grandes transformaciones culturales de analizandos y
analistas; nacen y se desarrollan mutaciones que replantean paradigmas básicos,
por lo que gradualmente aparecen otros criterios para conceptualizar -teoría
psicoanalítica- y para operar en la sesión -técnica psicoanalítica-.
(Nemirovsky, 1993)
La obra de los autores a los que me dedico en este trabajo, se
difunde en el mundo psicoanalítico luego de la Segunda Guerra Mundial.
Winnicott publica artículos que jerarquizan, con la fundada experiencia del
autor, los factores ambientales en la constitución del psiquismo temprano
(Winnicott (1945, 1952,1956). Kohut, algo más tarde (1959, 1966) propone la
valorización del narcisismo -que a la sazón se construye a partir de relaciones
objetales tempranas- como "motor" del psiquismo hasta entonces
peyorizado. Es relevante en la difusión de sus ideas, que ambos ocuparan cargos
importantes en la organización política de sus respectivas instituciones y se
proyectaron también fuera de ellas, Winnicott presidió en dos oportunidades la
Asociación Psicoanalítica Británica, mientras que Kohut fue presidente de la
Asociación Psicoanalítica Norteamericana y luego vicepresidente de la IPA,
sumando poder político a sus concepciones científicas.
Hoy, podemos apreciar que estas perspectivas -nuevas formas de
concebir lo psíquico- han tenido un efecto multiplicador, y a partir de ellas,
se recrean concepciones de autores a los que se les daba poco lugar en las
concepciones psicoanalíticas. Sería difícil establecer territorios limítrofes
entre los seguidores de ambos autores: en una primera generación, podemos
destacar a M.Khan, R.Laing, M. Milner, R. Gaddini, C. Bollas siguiendo los
pasos de Winnicott, mientras que aquellos que han seguido desarrollando las
ideas de Kohut, lo hacen desde diferentes líneas que han hecho crecer
pensamientos tan divergentes como los de Gedo, Stolorow, A. Goldberg,
Branchasft, Lichtemberg y otros, configurando verdaderas escuelas (hoy ya
podemos hablar de kohutianos de la primera tópica, intersubjetivistas, y
algunas más en formación). Otros contemporáneos como J. McDougall y A. Green,
sin enrolarse en escuela alguna, abrevan también en fuentes directas o cercanas
a Winnicott y a Kohut, entre otros, y han contribuido con sus teorías propias
al desarrollo actual del psicoanálisis.
CONCEPTOS HISTÓRICOS, CONCEPTOS RECIENTES
"El orden que imagina nuestra mente -nuestras teorías-
son como una escalera, que se
utiliza para llegar hasta algo.
Pero después hay que arrojar la escalera, porque se
descubre que, aunque
haya servido, carecía de sentido."
U. Eco, "El Nombre de la rosa"
Freud, en 1922, define los "pilares básicos de la teoría
psicoanalítica" señalando que ellos son: "El supuesto de que
existen procesos anímicos inconcientes; la admisión de la doctrina de la
resistencia y de la represión; la apreciación de la sexualidad y del complejo
de Edipo: he aquí los principales contenidos del psicoanálisis y las bases de
su teoría, y quien no pueda admitirlos todos no debería contarse entre los psicoanalistas".
Tantos años después y desde el extendido psicoanálisis actual,
difícilmente podamos coincidir con estas palabras sin necesitar agregarle
aditamentos y especialmente, aclaraciones. Hoy, seguramente, no admitiríamos
una única definición: quizá, no debiéramos empeñarnos en buscarla ya que
buscando ventajas unificadoras corremos el riesgo de rebanar y reducir ricas
concepciones. Estimo que podremos sólo intentar establecer aquello que
compartimos y define nuestro quehacer y que nos diferencia de otros
profesionales.(3) Sexualidad infantil, transferencia y represión no son
términos unívocos, y seguramente agregaríamos otros términos, otros conceptos,
que solicitan nuestra dedicación y esclarecimiento: quizá hoy podríamos
redefinir la disociación, las transferencias psicóticas, las transferencias
narcisistas, y así sucesivamente, amén de discutir conceptos como el de
sexualidad (¿restringida o ampliada?, ¿primaria o secundaria a ciertas
necesidades del self?) o polemizar acerca del hasta entonces central Complejo
de Edipo (¿temprano, tardío o tomaremos la propuesta de Kohut de "fase
edípica", por la que transita el self en desarrollo sin jerarquizarla en
particular?).
Y si ponemos a trabajar nuestro quehacer en un encuentro
transdisciplinario, el replanteo también podría provenir desde el vértice de
las neurociencias y desde allí, podríamos revisar los trastornos hipocondríacos
y algunas órgano-neurosis de las que solíamos decir que "no reconocen
lesión orgánica alguna", mientras en la actualidad no estaríamos tan
seguros de afirmarlo. Con más razón en las psicosis. En fin, frente a la
complejidad de los desarrollos científicos, pareciera que definiciones acerca
de las nociones básicas del psicoanálisis resultan escasamente abarcativas o
podrían ser cuestionadas desde varios ángulos. Creo que más que definir nuestra
disciplina desde las diversas teorías, necesitamos y quizá con cierta urgencia,
conceptualizaciones que abarquen los nuevos fenómenos clínicos derivados de los
pacientes que hoy asistimos.
En frecuentes charlas de colegas, nos preguntamos que conceptos
teóricos podrían explicar fenómenos tan inefables (y asimismo tan corrientes,
en nuestra posmodernidad) como los que trasmiten nuestros pacientes entre
perplejos y angustiados, cuando se perciben "anestesiados",
"irreales", "vacíos", "extrañados",
"inexistentes", "transparentes"... No será fácil encontrar
un instrumento explicativo, una metapsicología, que no atente contra el
fenómeno clínico haciéndole perder su riqueza....sin forzar los observables,
comprimiéndolos dentro de una teoría funcionando como una horma estrecha.
Los observadores sociales como Lipovetsky, lúcido ensayista, dice
en 1986: "Don Juan ha muerto; una nueva figura, mucho más inquietante, se
yergue, Narciso, subyugado por sí mismo en su cápsula de cristal". Y
luego: "Los pacientes ya no sufren síntomas fijos sino de trastornos vagos
y difusos; la patología mental obedece a la ley de la época que tiende a la
reducción de rigideces así como a la licuación de las relevancias estables: la
crispación neurótica ha sido sustituida por la flotación narcisista.
Imposibilidad de sentir, vacío emotivo, aquí la desubstancialización ha llegado
a su término, explicitando la verdad del proceso narcisista, como estrategia
del vacío".
J. McDougall (1980) seguramente tiene en cuenta esta perspectiva
sociológica cuando sintetiza: "La búsqueda del otro no tiene tanto que
ver con el deseo como con la economía psíquica de la necesidad sobre la que se
asienta la conducta adictiva y las organizaciones de sexualidad perversa, en
las que la sexualidad se utiliza como una droga." Nos preguntamos si
estos aportes, modelo de los que toman en cuenta paradigmas desde el terreno
social, (como otros que proponen observadores de los movimientos culturales
actuales, trasmitiendo permanentemente una convicción coherente con el graffiti
que podía verse en algunas paredes neoyorkinas que rezaba "El futuro no es
lo que era"),contribuirán a nuestra inquietud de abarcar los complejos
fenómenos clínicos actuales desde metapsicologías más amplias e integradoras.
ALGUNOS DE LOS APORTES DE WINNICOTT Y DE KOHUT
En trabajos anteriores (Lerner,H., Nemirovsky,C., 1989;
Nemirovsky,C., 1999) decíamos que: "ocuparnos de estos autores, nos
plantea un interrogante extendido también a otros investigadores: ¿por qué
muchos de estos autores -cuatro o cinco décadas después de los comienzos del
Psicoanálisis- observan los fenómenos psíquicos desde tan distintas
perspectivas? ¿Por qué se desplaza el acento del instinto y sus transformaciones
hacia las modalidades vinculares? ¿Por qué descentran el nudo edípico como
piedra angular de la patología y dirigen su mirada a aquello que precede a la
organización triangular?.Estos factores son variados (y llevan también como
ingrediente el componente personal de quien formula sus hallazgos) pero
quisiera puntualizar un factor que me resulta sustancial: el desarrollo de una
enfermedad, y como se la conciba, estará siempre en función de los valores
propios de la época. Durante la modernidad -y esto lo confirmamos en cada
paradigma freudiano- la búsqueda del saber y de la verdad eran el norte de todo
investigador: el saber, positivo; la verdad, concebida como lo hacían los
griegos, opuesta a la apariencia y a la mentira. Décadas después, Winnicott,
Kohut y algunos de sus contemporáneos comienzan a preocuparse por el individuo
que produce el medio urbano y esto se refleja obviamente en las búsquedas que
orientan a estos pensadores: muchos sufrimientos psicológicos del hombre a
partir de la postguerra, surgen como consecuencia de no poder hallar con
facilidad la presencia, la disponibilidad, la comprensión, el encuentro, la
cooperación intergeneracional, el respeto a la intimidad, que en plena sociedad
postindustrial rehúyen tanto más que en la época de la modernidad freudiana.
Los diversos investigadores del psicoanálisis han forjado siempre
teorías más o menos complejas acerca del nacimiento psíquico, necesitando
hipotetizar acerca de los orígenes. Seguramente el método psicoanalítico, que
propone un recorrido en reversa, intenta llegar a aquello que para cada escuela
es lo más temprano, concepto éste que, para Winnicott (1967) no es lo más
profundo: él establece una notable diferencia entre más temprano
cronológicamente (el ambiente indiferenciado aún del sujeto) y lo que resulta
más profundo (aquello ligado a los fenómenos depresivos y el odio). Lo
temprano, entonces, suele no ser parte del self, aunque si de la historia del
sujeto: se trata de lo que el medio brindó en los primeros momentos de la vida
extrauterina, en términos de sostén, manipuleo y presentación objetal, mientras
lo más profundo se va instalando gradualmente como contenido del self. Si en el
ambiente inmediato al nacimiento, hubo fallas generadoras de situaciones
traumáticas, aparecerán luego, en el contexto de un análisis, quizá como "Transferencias
de necesidad" (Lerner,H., Nemirovsky,C.,1989) quedando a menudo
resueltas por el encuadre y por los aspectos parainterpretativos de la
actividad del analista (su presencia, tono y timbre de su voz, sus acciones).
Aquello que resulta más profundo irá apareciendo si posibilitamos la resolución
a través del desarrollo de lo tempranamente fallido.
Por qué Winnicott y Kohut? Ambos son autores convocados por
necesidades clínicas que estimo la forma más genuina de comprometernos con una
perspectiva. Sus pensamientos están siempre ligados al quehacer con el
paciente, y aunque lleguen a formularse en un nivel conceptual abstracto,
mantienen una distancia tal con los hechos empíricos que resultan operativos y
posibilitadores de aperturas.(4) Veamos ahora algunas semejanzas y diferencias
entre ellos.(5)
SEMEJANZAS
Ambas perspectivas reconocen su basamento en Freud, aunque son
concepciones que llevan (y a la vez se diferencian de) claras marcas de origen:
las escuelas tradicionales inglesa y americana se perciben en los desarrollos
de estos dos autores paradigmáticos. Los dos sostienen a la concepción del self
como eje del desarrollo. Un self que inicialmente no se diferencia del
ambiente, que aporta los elementos necesarios para el desarrollo temprano. El
centro de la cuestión, para estos autores, será de que manera (a partir del
narcisismo inicial poblado de objetos) se desarrolla un sentimiento de si
autónomo, propio, armónico, dueño de sus percepciones, de sus instintos y de
sus acciones, que se sienta real, que pueda acceder a sus fenómenos
inconcientes a través de sus sueños o de sus síntomas. A mi criterio, estas
concepciones, basadas en el desarrollo epigenético, no son compatibles con los
planteos deterministas.
Las funciones madre medio-ambiente (Winnicott) y las figuras
parentales como objetos del self (Kohut) son aquellos objetos que sostienen y
que satisfarán inicialmente las necesidades del bebé. No lo moldearán, si todo
va bien, permitirán el desarrollo, siendo el bebé el dueño de la iniciativa. La
psicopatología, en particular la más temprana, derivará de la falla, de la
ausencia, de la inadecuación objetal por intrusión o de la sobrestimulación,
finalmente, de la interrupción del proceso de crianza.(6)
Ogden (1986), plantea para estas concepciones, que "el
desarrollo del sistema psicológico no está impulsado predominantemente por la
necesidad de encontrar canales para la descarga de la tensión pulsional (como
en el modelo de energía de Freud) ni por la necesidad de defensa contra el
peligro que plantea la pulsión de muerte (como en la teoría kleiniana). Ambos
autores adscribirían la postura de Fairbairn (1941) en cuanto a la necesidad
primaria del encuentro con el medio ambiente: este autor proponía que la libido
era buscadora de objetos y no de placer; a las zonas erógenas como canales
mediadores, y a las fases libidinales como "técnicas del yo" para
regular las relaciones con los objetos, en la concepción que podemos denominar
del "impulso primario" (búsqueda de objetos como motor central del
psiquismo), divergente de aquella de "impulsos secundarios" sostenida
por Freud: la sexualidad cabalgando sobre los instintos de autoconservación, o
anaclisis. Winnicott resulta fundamentalmente un vitalista, un buberiano;
mientras que Kohut enfatiza la cooperación intergeneracional en oposición a la
lucha edípica, siendo estas posturas coherentes con los planteos de cada uno de
los autores respecto al origen y desarrollo del self.
Estos dos autores, y luego algunos de sus continuadores, han
comenzado a desarrollar, desde el campo psicoanalítico, conceptos hasta
entonces no abordados por nuestra disciplina, algunos ejemplos son: la
esperanza, el sentirse real, la creatividad, la armonía, el vacío, la plenitud,
la expresividad, la personalización, la vitalidad. Si bien parten de diversos
esquemas referenciales y de bases empíricas disímiles, convergen en numerosas
conclusiones respecto de la comprensión de los fenómenos psíquicos. La
concepción de la falla ambiental temprana como originadora de patología nos
lleva a postular diversas formas de practicar el psicoanálisis: si el paciente
no ha accedido a los conflictos que podemos caracterizar como profundos,
aquello que dependa de la actitud del analista será determinante. Presencia,
disponibilidad, vulnerabilidad, sensibilidad y paciencia desempeñarán el rol
principal, subordinándose a ellos la interpretación.
El paciente, dice Winnicott (1963?) necesita "recordar"
-se refiere al derrumbe infantil temprano del que no tiene noticias- algo que
no ha sucedido aún, refiriéndose a quien no es dueño de su recuerdo, porque no
le pertenece. Cuando sucedió -las fallas ambientales- aún no poseía un Yo capaz
de abarcar el acontecimiento (o los microtraumas reiterados) que está en la
base de su trastorno del desarrollo. "La única manera de
"recordar" en este caso, es que el paciente experimente por primera
vez esta cosa del pasado en el presente, vale decir en la transferencia.
(Winnicott, 1963, subrayado mío). Entonces, de un paciente deficitario, no
podremos esperar un recordar neurótico...el analista (sabiéndolo o no)
trabajará mucho por vía del porre antes de levantar represiones, si logra
construir un encuadre adecuado para su paciente.
De allí que los criterios de analizabilidad resulten de la
posibilidad de creación de un ambiente adecuado para permitir la continuación
de desarrollos congelados, así como de las capacidades del paciente de recibir
y utilizar interpretaciones de contenidos inconcientes para la ampliación de su
conciencia. Diagnósticos que -más allá de la adscripción a un determinado
trastorno- exigen una constante evaluación en cada momento. Y son estos
trastornos -que implican un déficit en el desarrollo y que en la actual y
cambiante nomenclatura los llamamos trastorno límite, esquizoidía, trastornos
narcisistas- los que nos llevan a pensar en un encuadre y una técnica adecuados
para cada paciente, para no forzar su "adaptación", con el riesgo de
acatamiento, a un encuadre "como debe ser" o como el que el terapeuta
decrete.
Con estos pacientes, el encuadre se va construyendo y su funciones
fundamentales son permitirle al analista pensar y al paciente, poder aceptarlo
como propio (una paciente me decía "estuvimos construyendo una casita para
mi" refiriéndose al encuadre que fuimos encontrando durante los primeros
tiempos de su análisis). Este encuadre permitirá "ir haciendo" un
camino hacia el sentirse real, y a disponer de mayor independencia respecto de
los objetos. Así, cuando un paciente nos llama a nuestra casa en la madrugada,
no necesariamente lo hace para irrumpir en la escena primaria de la que,
supuestamente y en orden a su "deseo" está excluido; pensemos también
en la posibilidad de que nos necesite porque se encuentra despersonalizado,
habiendo perdido el referente (en que ha devenido su analista a partir de sus
necesidades y no de su deseo) y que necesita de su voz, de su presencia, en fin
de su contacto para poder volver a integrarse, a recuperarse. Si estamos frente
a una paciente seductora, no solo pensemos en que su fijación fálica está
produciendo síntomas, veámosla también como una adulta que recurre a su cuerpo
como herramienta privilegiada para el contacto con otro, poniendo su sexualidad
al servicio de sus necesidades de subsistencia psíquica, evitando así la
posibilidad de derrumbarse.
Es especialmente útil, contar con varias perspectivas operativas o
pensar todo desde varios puntos de referencia, en la complejidad de la clínica
actual porque si sólo podemos ver las cosas desde un sólo vértice, sería como
tener como única herramienta un martillo...todo lo que se nos aparezca nos
parecerá un clavo (o lo que finalmente resulta más sometedor para el paciente,
trataremos de que lo sea). No es fácil postular varias perspectivas (aunque Picasso,
Gris, Braque lo hacían en cada pintura). Consideremos, a esta altura de nuestra
experiencia, que equivocarnos en medio de la complejidad es preferible a
acertar en la simpleza, ya que finalmente el paciente -si sabemos escuchar- nos
irá guiando hacia sus aspectos más tempranos o más profundos.
b) DIFERENCIAS
Diferencias |
Kohut |
Winnicot |
Lenguaje y modelo |
Lenguaje´´científico´´ construye una metapsicología (modelo del
self) |
Lenguaje "narrativo poético" que parece simple. No
construye metapsicología |
La base empírica de su práctica clínica |
Trastornos narcisistas (pacientes con self nuclear establecido) |
Borderlines, psióticos, niños, familias, pareja madre-bebé |
Esquemas referenciales teóricos de los que parten |
FREUD, HARTMAN, KRIS,LlOWESTEIN |
FREUD, KLEIN, FERENCZI, BALINT, FAIRBAIRN |
Narcisismo y sus destinos |
Objetal primario:se transformará en humor, empatía, sabiduría,
finitud de la vida. |
Objetal primario: Camino hacia la independencia y a la capacidad
de estar solo. |
Características del self |
Cohesivo, vital, armónico |
Verdadero-falso(adaptado) |
Función del ambiente |
Refleja, posibilita idealizar, aporta pares |
Sostiene, manipula, presenta objeto |
Objeto |
Reflejante, idealizado,semejante |
Subjetivo, transicional,objetivo |
Angustia(referida al self) |
Angustia de desintegración |
Temor al derrumbe |
Si fallan continuadamente los objetos necesitados |
Déficit.La respuesta: un polo compensa falla del otro |
Congelamiento de situaciones traumáticas. Falso self defensivo. |
Analizabilidad |
Trastornos narcisistas y neurosis |
Esquizoides. Borderlines y neurosis.En las psicosis: conducción. |
Hemos planteado algunos enfoques comunes y también diferencias
entre dos autores que comparten una misma perspectiva.Profundizar en distintos
esquemas referenciales teóricos, nos permitirá, sin duda, intentar ir más lejos
en los planteos de búsqueda de modelos más abarcativos, sin deformar las
propuestas originales de cada autor. Así lo han hecho, y conviene revisar sus
textos, Pine (1990), Bleichmar, H. (1997) y Bleichmar, N. y C. (1997). No sólo
será de utilidad para evitar el reduccionismo dentro de nuestro campo, sino para
establecer (como parece hacerlo necesario la clínica de los pacientes que hoy
vemos, cada vez más complejos) lazos respetuosos y productivos con la
psiquiatría, las neurociencias, con otras psicologías, la lingüística, la
antropología y la sociología con las que tendremos que dialogar para
enriquecernos.
Quizá será necesario que trabajemos en dos líneas paralelamente,
por un lado, planteando claramente las convergencias y divergencias de las
perspectivas psicoanalíticas, y profundizando en ellas; por otro,
intercambiando con otras disciplinas, en la búsqueda de un enfoque más
abarcativo, que no sólo nos posibilite comprender mejor a nuestro objeto de
estudio (finalmente, nuestros pacientes, nuestras metapsicologías) sino que nos
permita ubicar al psicoanálisis en un nivel de diálogo simétrico con otras
ciencias.
RESUMEN
Trato de detenerme en las perspectivas derivadas de las ideas
fundamentales de D. Winnicott y H. Kohut. Enfatizo algunos de sus aportes a la
comprensión del psiquismo del paciente actual, y que posibilitan nuestra
exploración de los territorios "narcisistas" con nuevas herramientas.
Relacionaré las ideas de ambos, así como algunos aspectos de sus semejanzas y
de sus diferencias. A partir de los cambios culturales de las últimas décadas,
nuestra disciplina ha sufrido cambios de magnitud, en buen grado, producto de
las transformaciones culturales de analizandos y analistas: hemos visto nacer y
desarrollarse mutaciones que replantean paradigmas básicos. Poco a poco se han
ido modificando la forma de pensar (teoría psicoanalítica) y de operar en la
sesión (técnica psicoanalítica).
Las patologías que nos interrogan en nuestros días (esquizoides,
borderlines) se gestan en los desencuentros -se nutren de ausencias- quitándole
a la histeria el privilegio que había adquirido en el siglo pasado. Muchos
sufrimientos psicológicos del hombre a partir de la postguerra, son
consecuencia de no poder hallar con facilidad la presencia o la disponibilidad
de un semejante, la comprensión, el encuentro, la cooperación
intergeneracional, el respeto a la intimidad, que en plena sociedad
postindustrial rehuyen tanto más que en la época de la modernidad freudiana.
Los autores precitados y algunos de sus contemporáneos, comienzan
a preocuparse por el individuo que produce el medio urbano de hoy y ello se
refleja en las propuestas teóricas y técnicas. Conocer distintos esquemas
referenciales nos permitirá, sin duda, intentar ir más lejos en los planteos de
buscar nuevos modelos, más abarcativos, sin reducir, en lo esencial, las
propuestas originales de cada autor. No sólo será de utilidad evitar el
reduccionismo dentro del campo del psicoanálisis, sino establecer, acorde a la
clínica de los pacientes cada vez más complejos que vemos hoy, lazos
respetuosos con las neurociencias, con otras psicologías, la antropología y la
sociología con las que tendremos que dialogar y enriquecernos.
NOTAS
1.- La convocatoria de este nuevo Simposio de Apdeba, alude a lo
"actual" y me estimula a pensar que los organizadores consideran que
el psicoanálisis de hoy resulta diferente de aquel de los comienzos. También es
mi opinión, ya que considero que nuestra disciplina emerge y se recrea como
fenómeno cultural y más precisamente, epocal.
2.-La perspectiva es siempre un resultado, un producto del
imaginario social en un momento histórico. En el arte, (¡y vaya si el
psicoanálisis lo es!) su valor es posibilitar un punto de vista hasta entonces
no apreciado y permitir el hallazgo de nuevas formulaciones acerca de lo
observado. Este proceder implica, finalmente, la creación de un hecho nuevo. Es
lo que le permite decir a Alberti: "Por fin veo al mundo como Dios lo
creó", al conocer la perspectiva renacentista que inaugura Brunelleschi.
(Berger, 1976) y cinco siglos después a Dalí: "Cuando veo, invento"
(Ades, 1982).
3.- Si hoy nos preguntamos que tenemos en común los analistas no
será sencillo que hallemos la respuesta: sin duda compartimos nuestra
paternidad freudiana, la noción de inconciente y su puesta en escena a través
de la transferencia, la actitud ética de no manipular al paciente y la búsqueda
de la verdad (enfatizando el camino, la búsqueda). En ese sentido Freud pudo
cuestionarse los conocimientos acumulados hasta el momento, no sólo a través de
su autoanálisis, sino por su propia evolución como científico, ya que sus
teorías fueron cambiando sustancialmente a lo largo de su obra. De allí que
sostengo que no hay un "psicoanálisis clásico" ya que Freud nunca fue
un "clásico". Por otro lado, creo que la fidelidad al maestro no
consiste en la identificación congelada con sus productos terminados, con la
letra de sus libros, sino con su trayectoria científica, arriesgando hipótesis,
replanteándose, integrando, desechando. Wallerstein (1988) y Aslan (1988) se ocuparon
del mismo tema, el primero planteando que es la teoría clínica la que nos
unifica como analistas. Aslan, sosteniendo como fundamentos unificadores la
técnica psicoanalítica; las áreas teóricas compartidas y la estructura
caracterológica de los analistas. Nemirovsky (1993)
4.-Los trabajos en los cuales los analistas comentamos o
intentamos sintetizar el pensamiento de un autor pueden tener varios orígenes y
también diversos fines. Sería patético presentar ideas con el fin de convencer
que las teorías sintetizadas son las "únicas" que permiten abarcar
-ahora si!- la totalidad de lo psíquico. Dejando de lado este origen y
confiando en que los lectores no le darán ese destino, expondré algunas
impresiones acerca de el porque considero necesario conocer estas perspectivas,
estas miradas, de antecesores y maestros tan interesantes como Winnicott y
Kohut.
5.-A ellos llegué a partir de algunas situaciones a las que en mi clínica me
fue llevando. Analizo habitualmente pacientes adultos y algunos adolescentes.
Mi formación básica (que obtuve fundamentalmente en "el Lanús" y en
Apdeba por seminarios, grupos de estudio, supervisiones y mis propios análisis)
es freudiana y kleiniana. Munido de estos conocimientos atendí a los primeros
pacientes desde mis inicios como profesional, hasta aproximadamente 1982. Por
ese entonces, conjugando seguramente cierta madurez frente a las cosas de la
vida con la atención de algunos enfermos, para los que no me bastaba las
concepciones que hasta entonces utilizaba acerca del encuadre y también
respecto a la teorización de mi tarea (mi "metapsicología"), comencé
a contactar con algunos autores que me remitieron a su vez a otros; así, empecé
a leer a J.McDougall , a Green, a Bowlby, Erikson, Sullivan ....y a supervisar
con los maestros Gioia, Lancelle, Painceira con quienes estoy muy agradecido.
6.-"Para avanzar hacia una teoría viable de la psicosis, los
analistas deben abandonar totalmente la consideración de la esquizofrenia y la
paranoia con referencia a la regresión respecto del complejo de Edipo. La
etiología de estos trastornos nos lleva inevitablemente a etapas que preceden a
la relación triangular. El extraño corolario es que en la raíz de la psicosis
hay un factor externo. Y a los psicoanalistas les resulta difícil admitir esto
después de todo el trabajo que se tomaron para llamar la atención sobre los
factores internos al examinar la etiología de las neurosis." (Winnicott,
1991)
7.- Juan Aguilar (2001) me hace notar que las características de
la tabla, no son necesariamente comprarables. Será necesario aclarar, entonces
que este cuadro tiene sólo un fin didáctico y quedará para más adelante una
evaluación conceptual. Es reformulación del publicado en www.aperturas.org (Nemirovsky,
2001)
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