» Introducción al Psicoanálisis

Las satisfacciones del padecer

08/10/2002- Por Amelia Haydée Imbriano - Realizar Consulta

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LAS SATISFACCIONES DEL PADECER

 

 

 

 

SUMARIO

 

   Teniendo en cuenta la gramática pulsional, se considera el concepto de ‘trop-de’-mal’ y se estudia la intervención analítica a través de la operación cantoriana como un lógica de trabajo de la interpretación analítica mas conveniente que el del cálculo infinitesimal.

 

 

 

l.‑ El "trop‑de‑mal"

 

    El término “trieb” tiene, sin duda, una larga historia, no sólo en psicología y en fisiología sino aún en física, y Freud ciertamente no lo escogió por pura casualidad. Pero le dio un uso específico, haciendo de él  uno de los conceptos fundamentales.   Mientras el uso del término inconsciente está siempre soportando su pasado, y sus distintas significaciones, “trieb”, en cambio, siempre ha designado una especie de dato radical de la experiencia analítica.

Quiero destacar dos consideraciones: el “trieb” como concepto fundamental y como dato radical de la experiencia analítica. O sea, como concepto fundacional, sin duda, es uno de los que ocupan el lugar de los primeros conceptos metapsicológicos. Está allí, entre ellos, porque tiene función de "cimiento". Y, está allí porque es un concepto que hace de fundamento, del Psicoanálisis, en tanto praxis.

  El “trieb” es un concepto ligado al "pudendum", a las "interioridades íntimas" del sujeto, a los fundamentos de aquellos interiores que, las más de las veces, están un tanto al aire mostrándose bajo las más diversas formas del padecer. Y, frente a ello, se trata de saber qué puede, qué debe esperarse del Psicoanálisis:

 

  Si el “trieb” funda al Psicoanálisis como praxis, ¿Qué justifica la intervención de un analista?

 

    Sabemos que nuestros pacientes, "padecientes" no están satisfechos con lo que son. No obstante, sabemos que todo lo que ellos son, lo que viven, aún sus síntomas, tiene que ver con la satisfacción. Satisfacen algo que sin duda va en contra de lo que podría satisfacerlos. Sabemos que aquello que satisfacen por la vía del displacer, es, al fin y al cabo, la ley del placer. Pero, digamos que para una satisfacción de esta índole, "PENAN DEMASIADO".

 

  ¿Pregunto por la eficacia del Psicoanálisis?

 

    Estoy preguntando por aquello que produce consecuencias, o sea, por aquella intervención del analista que, por añadidura, al decir de Freud, incida sobre el sujeto: que lo despierte, produciendo el cese de esa dormidera letal que es su sufrimiento.

    Ya Freud nos advirtió al respecto de que si de pulsión se trata, lo que está en juego es la "vuelta a lo inorgánico": la muerte, dice sin reparos. A mi entender éste fue el máximo escándalo freudiano.

  Cuando el sujeto está tomado por lo pulsional (sujeto de goce) se encuentra en un nivel muy alto de "acomodación" con relación a la muerte, posiblemente bajo las distintas formas de las desgracias del ser. El costo es alto, y él no sabe cuánto. Ha caído en las más grandes de las trampas: las satisfacciones del padecer. Sufre, pero como sujeto se encuentra enredado en las marañas de una embriaguez mortífera. Frente a esta evidencia de agonía del sujeto, para el analista, el único alcance de la función de la pulsión será poner en tela de juicio ese asunto de la satisfacción. Entonces, si hay una clínica de la pulsión será en tanto una clínica del despertar.

    Vuelvo al tema de partida y lo desenmascaro un poco más. Insisto sobre lo que considero la pregunta fundamental del analista:

 

  ¿Cuál es aquella posición desde la cual su intervención tenga el estatuto de "tratamiento", mediante la palabra, de lo pulsional?

 

  Al respecto de la posición, enmarcada en el “Ética del Psicoanálisis” (Lacan), queda delineada por aquél punto al cual arriba el analista en su análisis: no hay significante que diga al ser del sujeto en el campo del Otro.

 

 

2.‑ El sujeto y el Otro

 

   La experiencia analítica nos muestra, a la entrada del inconsciente, dos campos: el sujeto y el Otro. El Otro es el lugar donde se sitúa la cadena del significante que rige todo aquello que, del sujeto, podrá hacerse presente: es el campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene que aparecer. Y, justamente, por el lado de ese ser viviente, llamado a la subjetividad, se manifiesta esencialmente la pulsión. Allí el drama y la comedia aludidas por Freud bajo las vicisitudes del complejo edipiano, muestra princeps del sujeto definido como efecto del significante.

 

   Si el Psicoanálisis ha de constituirse como ciencia del inconsciente conviene partir desde el concepto de inconsciente estructurado como un lenguaje. De ello se ha deducido una topología cuyo fin es dar cuenta de la constitución del sujeto. Aquí se superponen dos faltas: Una se debe al defecto central en torno al cual gira la dialéctica del advenimiento del sujeto a su propio ser en la relación con el Otro, debido a que el sujeto depende del significante y el significante está primero en el campo del Otro. Esta falta retoma la otra falta, la falta real, anterior, que ha de situarse en el advenimiento del ser viviente en la reproducción sexuada (el ser viviente, por estar sujeto al sexo, queda sometido a la muerte individual, nace, se reproduce y muerte).

    Al producirse en el campo del Otro, el significante hace surgir el sujeto de su significación. Pero sólo funciona como significante reduciendo al sujeto a no ser más que un significante, petrificándolo con el mismo movimiento con que lo llama a funcionar como sujeto. Esta es propiamente la pulsación temporal en la cual se instituye lo característico del punto de partida del inconsciente.

    Captar la constitución del sujeto en el campo del Otro, si se le capta cuando nace en el campo del Otro, es captar que lo característico del sujeto del inconsciente es que está bajo el significante, y éste desarrolla sus redes, sus encadenamientos y hasta su historia.

 

 

3.‑ Alienación separación

 

   La bolsa o la vida!!!!

   Si elijo la bolsa, pierdo ambas; si elijo la vida, me queda la vida sin la bolsa, o sea, una vida cercenada.

   La libertad o la vida!!!!

   Si elijo la libertad pierdo ambas inmediatamente, si elijo la vida, tengo una vida amputada de libertad. Se produce allí algo particular que es denominado "factor letal".

    Se trata de la primera operación esencial que funda al sujeto: la alienación. Ella consiste en esa articulación que condena al sujeto a sólo aparecer en una división constitutiva y constituyente: si aparece, por un lado como sentido producido por el significante, del otro aparece como afánisis (en tanto desaparición).

    Intentaré aclarar la cuestión superponiendo a la dialéctica del sujeto y el Otro, la del ser y el sentido. El resultado es la de "ser eclipsado".  Si escogemos el ser, el sujeto desaparece, porque no se produce la operación significante necesaria para su efectuación; si escogemos el sentido, sólo subsiste cercenado por esa porción de sin‑ sentido que tiene el significante. Esta operación alienante no es arbitraria, ni una entelequia. Está en el lenguaje. Se puede localizar este mecanismo alienante en ese primer apareamiento significante que nos permite concebir que el sujeto aparece primero en el Otro, en la medida en que el primer significante, el significante llamado "unario"  surge en el campo del Otro y representa al sujeto para otro significante, significante cuyo efecto es la afánisis o desaparición del sujeto. De allí, la división del sujeto: si bien el sujeto aparece en alguna parte como sentido, en otra parte se manifiesta como desaparición.

 

    En la operación de alienación el sujeto ha encontrado el sentido, se ha articulado a la cadena significante que podemos simplificar denominándola como S1‑S2, pero a costa de su desaparición. Costo muy alto por cierto!  Es por ello que el sujeto tiene que liberarse del efecto afanísico de ese binarismo significante. El sujeto encuentra el camino de regreso de la alienación en  la operación denominada "separación". Allí tendrá lugar la represión primordial que dejará por siempre perdido al significante binario, el S2 para el S1. Quedará perdida la posibilidad de correspondencia biunívoca entre los dos significantes.

    En el movimiento original de alienación encontramos ese primer apareamiento significante que nos permite concebir que el sujeto aparece primero en el campo del Otro, en la medida en que el primer significante, aquél que lo representa para otro significante, denominado significante unario, surge en el campo del Otro.

    El movimiento de separación, implica una segunda operación fundamental: la emergencia de un significante l, S1, como rasgo unario con sus consecuencias: la producción del sujeto en tanto que dividido por el significante y la producción de un objeto en tanto que perdido. Producción de un hueco, de un vacío, que según Freud, cualquier objeto puede ocupar. Producción de un intervalo entre dos significantes donde encontrará alojamiento el deseo.

 

 

 

4.‑ La función significante

 

   Así la función significante regulará la pulsación pulsional en un movimiento de basculación en las dimensiones de pérdida‑búsqueda-recuentro, pero jamás captura. Se trata de la pérdida del significante binario; este no se encontrará en la cadena. De ello deriva la falta de consistencia del significante y su competencia, la posibilidad de generación de significaciones y la creación de sentido. El significante encuentra  su competencia en la articulación de la cadena, pero aislada en tanto que S1 no tiene consistencia, padece de sin‑sentido.

    Ello nos interesa en tanto a lo apuntado cuando preguntamos por esa justificada intervención del analista. La consecuencia de la alienación es que la última instancia de la interpretación no reside en que el analizante nos entregue las significaciones de la vía por donde anda lo psíquico. Este alcance no es más que preludio, como tal a veces necesario. El objetivo de la interpretación no es el sentido, sino la reducción de los significantes a su sin‑sentido para así encontrar los determinantes de toda la conducta del sujeto. Es esencial que el sujeto vea, más allá de las significaciones, a qué significante ‑sin/sentido‑ , irreductible, traumático, está sujetado como sujeto. El significante primordial es puro sentido/sin‑sentido y ello entraña la infinitización del valor del sujeto, valor que no está abierto a todos los sentidos sino que cancela todos los sentidos (Lacan). 

. La experiencia analítica muestra que sobre él han venido a inscribirse significaciones dialectizadas en la relación con el deseo del Otro, que dan a la relación del sujeto con el inconsciente un valor determinado, suposición de saberes que recubren el punto de sin‑saber producido por la represión primordial.

Así, el saber del inconsciente, es siempre un saber incompleto, es un saber inventado, construido en el lugar de otro que no está; por eso el saber inconsciente repite siempre lo mismo, porque no sabe por estructura. Entonces, no enfrentamos siempre con un "no‑sabido".

 

 

5.- Metabolismo de goce

 

   "Hasta cierto punto, el 'trop de mal' es la única justificación de nuestra intervención", dice J. Lacan [1], refiriéndose a ese 'demasiado esfuerzo', 'demasiado sufrimiento', 'mal de sobra', como una de las vicisitudes de la pulsión. La misma se define por un esfuerzo de trabajo [2].

   El trabajo implica 'energia', o sea, fuerza en acción y eficacia para producir un efecto. La lógica del 'metabole', cambio, se sostiene en el siguiente principio: los organismos vivos deben trabajar para mantener la vida. Lo cual implica procesos con cambios de fase, tales como la acumulación de la energía (anabolismo) y gasto energético (catabolismo). El cambio de fase es regulado por la función entrópica. Así, la vida implica un permanente 'diabainen' (atravesamiento)[3].

   La tesis del inconsciente estructurado como un lenguaje implica una reconsideración de la problemática energética [4]. La energía depende de la incidencia del orden simbólico, y se produce por la aplicación, sobre el mundo, de la red de significantes [5].

   Lacan llama 'saber' al orden que impone la ley de la repetición. Ese saber trabaja y produce un goce, el cual se presenta como una dimensión entrópica. Así, la economía de Lacan nos lleva a una contabilidad de lo que está en menos y en más del goce como consecuencia del trabajo del inconsciente.

   Del pasaje del goce a la contabilidad se produce un resto, ya que el inconsciente, como señala J.A. Miller [6], nunca cuenta justo: es el objeto a, resto del goce que es transferido al significante. La inscripción significante permite que el goce encuentre una cifra, ciframiento del goce, intento de capitalizar la plus‑valía; es decir, producirla y anotarla a nombre del capital. Trabajo de la máquina, producción de un plus-de-gozar en juego. Un trabajador: el inconsciente [7], produciendo la repetición del S1 que viene a colmar continuamente el vacío, producción de un goce por el colgamiento de la pérdida y establecimiento de un cifrado y un goce del cifrado.

    Lacan plantea los mecanismos del inconsciente manteniendo su articulación con las leyes del lenguaje [8]. Así, metáfora y metonimia equivalen a condensación y desplazamiento, pensado este como giro al inconsciente, en el sentido de realización de una operación de crédito. La metonimia es lo que determina el mecanismo del inconsciente realizando una operación de transferencia de valor, un giro de fondos, lo que implica un trabajo: la transferencia del ingreso‑goce, en la cual se cotiza como valor lo que se transfiere, operación diabática que produce un cambio de fase en el 'metabole'.

 

 

6.‑ Qué hacer con lo "no‑sabido"

 

"Contar ovejitas para dormirse no es lo mejor"

 

    Una posibilidad es intentar aproximarse al estilo del cálculo infinitesimal, pero se cae en el abismo de la infinitización periódica que invita permanentemente a rellenar el punto ciego donde creyendo recubrirlo no se hace más que darle consistencia al modo del 1,99999999...., operación que convertiría el trabajo analítico en un sinfín absoluto.

 

   En la misma situación estarían las distintas posibilidades que intentan regular los tipos de infinitos a través de las funciones y los límites. Por ejemplo:

Si consideramos y = 1/x tendremos los siguientes valores:

 


            x                                  y

 

            1/10                             10

            1/100                           100

            1/1000                         1000

            1/100.000                    100.000


 

 

    Así se logra un cálculo de lo no‑sabido pero siempre se queda encerrado en el interior de su infinitización.

 

    Estos modos de operar con lo no‑sabido presentifican aún más este lugar vacío, desplazándose sobre una cadena, como algo que aún hay que saber, con la noción de que en algún momento se hallará ese número "n" (tal o cual saber) a partir del cual se podrá decir "ya se sabe todo". Falacia total puesto que no se hace otra cosa más que volver a llevar más adelante de sí mismo el lugar de lo no‑sabido.

 

     Estos ejemplos tienen el propósito de esclarecer la cuestión de la infinitización del valor del sujeto causada por el sentido y sin‑sentido del significante primordial.

Si a este significante, que como tal es puro sin‑sentido, se le otorga sentido, actúa habilitando una función como lo mostraron las ilustraciones. Así, si a ese significante, supongamos, le adjudicamos un sentido equivalente a "más 1", abrirá la serie de números enteros y ninguna otra, o sea, una serie infinita que no estará abierta a otros sentidos sino que la variedad de ellos estará cancelada y regulada por la repetición de la función "más 1". La cosa cambiará si se descubre que ese significante es un sin‑ sentido radical.   A partir de allí constituirá al sujeto en su libertad, no con respecto al sentido, sino al respecto de poder inventar uno, o sea, a poder inventar un propio destino.

 

 

7.‑ La operación cantoriana viene a la ayuda de la función del analista

 

 

      La operación cantoriana posibilita la invención de un significante nuevo. Desde una consideración matemática opera sobre la cadena de los números enteros con las nociones de conjunto y de número de elementos de conjunto. Constituye un conjunto y numera sus elementos. Así lo hace con la serie de los números enteros hasta considerar como constituido a un conjunto que incluya esta cadena que hemos presentado como infinita por el hecho de que siempre puede crecer indefinidamente. Considera  como un conjunto terminado a esta serie y plantea entonces la pregunta: Si los consideramos como un conjunto, cuál es su número?, inventando el número transfinito denominado “aleph”. Lo que nos interesa es la operación mediante que hace desplazar la pregunta, lo no sabido hacia el exterior de la cadena, hacia el exterior del conjunto (exteriorización de lo no-sabido).

La operación cantoriana implica:

 

1.    La consideración de la serie de los números

[ la serie de significaciones, preludio necesario]

 

2.    La exteriorización de lo no‑sabido y del marco de la cadena

[ la caída por el trabajo analítico de S1 irreductibles que hacen tope a la significación y que constituyen el marco de la articulación significante].

3.    La invención de un significante nuevo, un número de una nueva especie, número transfinito

   [la invención de un significante más allá del marco edipiano]

 

 

8.‑ El S1 y la regulación pulsional

 

 

    Retomemos la cuestión de la constitución del sujeto y recordemos que el significante unario surge en el campo del Otro. Ese significante que se aísla en el movimiento de separación funciona como regulador del goce pulsional, implicando una doble interdicción: "no te acostarás con tu madre, no reintegrarás tu producto" al decir de Freud. De allí en más el S1 recubrirá al objeto perdido e inaugurará una modalización pulsional que puede llevar a "sufrir en demasía". El S1 regula la gramática pulsional.

 

 

9.‑ Qué hacer con la interpretación?

 

 

   Retornemos al punto de marras: aquello que justifica la intervención de un analista.

Ha quedado demostrado que de ella se espera un tratamiento de la gramática pulsional que posibilite el despertar del sujeto, dicho en otras palabras, que el sujeto pueda acceder al deseo.

   Jacques Lacan definió al Psicoanálisis como un tratamiento dispensado por un psicoanalista, preguntándose por aquello que lo funda como praxis. Si una praxis es toda acción concertada por el hombre, sea cual fuere, que le da la posibilidad de tratar lo real mediante lo simbólico, podemos preguntar: ¿Cómo tratar lo real del goce pulsional mediante lo simbólico?

   La cura psicoanalítica consiste en la regla fundamental de la asociación libre, tarea no siempre fácil. Ella está enmarcada en una dirección que sostiene el analista que lleva adelante una táctica implicada en una estrategia y en una política. En este nivel de implicación, cabe preguntar al respecto de la táctica: ¿Qué hacer con la interpretación?

   A lo largo de su producción Lacan nos ofrece varias consideraciones, y una de ellas es que debe ser enigmática, o sea, debe respetar la lógica del enigma.

   A modo de un poco de linguistería, tendremos en cuenta que un enigma es una estructura compuesta por un 'signans' (significante), núcleo de la imagen y/o sentido del enigma, y un 'signatum' (significado) como respuesta al enigma. La función del enigma es la vacilación del 'signans', o sea, la vacilación de la imagen o del sentido, y el establecimiento de un x . [9].

   La construcción del enigma, entre otras, utiliza dos formas:

    a. A través de la metáfora: estableciendo una relación cruzada entre dos dichos. Se utiliza cuando el signans y su imagen son metáfora, por ende, su sentido esta coagulado. La técnica es poner cada uno de estos elementos como elementos de un conjunto mayor a través de una nueva metáfora. Cuando el enigma se establece vacila el sentido. El objetivo es que la imagen se vacíe, pues esto promueve a la producción de una interrogación, al advenimiento de algún significante con carácter original. Por ejemplo: si el signans es 'cerdo', la intrusión de la metáfora 'dos caras', vaciara la imagen, hará vacilar el sentido, y el significante introducido denunciara que la imagen del signans no es conveniente, provocando esto su caída.

    b. A través de la paradoja: estableciendo una objeción a un dicho. El objetivo es vaciar la forma utilizando la introducción significante de algo que no tenga referencia a la forma  concreta, visible o tangible, y que su función se cumpla bajo la lógica de la contradicción. En esta operación se puede ver que el no‑sentido es portador de algo. Por ejemplo: si el signans es 'da consejos a otros' el enigma puede producirse al introducir 'no sabe nada', efectuándose un vacío en el sentido.

   Si el “trop de mal” justifica nuestra intervención, se justifica por ende la pregunta al respecto de la misma. Lacan ha revisado el estatuto de ella a la luz de la doctrina del significante. En “La dirección de la cura y los principios de su poder” [10] dice: "La interpretación, para descifrar la diacronía de las repeticiones inconscientes, debe introducir algo que bruscamente haga posible su traducción. La puntuación de 'para descifrar', 'debe introducir' 'bruscamente' y 'traducción' delimitan la precisión de dicho estatuto y precipitan en 1970 bajo la consideración de que la interpretación se establece, a menudo, por medio del enigma, al cual define como 'enunciación sin enunciado' y 'decir a medias' [11].

    J.A. Miller [12] refiere al respecto: La interpretación es una adición, una intrusión, es un decir diferente, supone la articulación de las categorías de saber y verdad, su medio debe ser esencialmente significante; debe ser enigmática, equivoca, ambigua; es un significante sin referencia al cual el sujeto agregara sentido, porque lo propio es que quien lo descifra tiene que interpretarlo. Si bien, la lingüística y el psicoanálisis se inscriben en dos campos diferentes, un poco de lingüistería puede venir al auxilio de ese analista que "se esforzara en jugar sus bazas"[13]. Porque no hay relación sexual el inconsciente se estructura como un lenguaje, lo cual equivale a trabajo, o sea en tanto saber que trabaja produce un goce inherente. La experiencia analítica implica la puesta del inconsciente en suposición; la asociación libre producirá un metabolismo de goce a cielo abierto. La intervención del analista en tanto que interpretación, produce una operación diabática, “operando de través” produciendo un cambio de fase con sus consecuentes efectos metabólicos. Inter‑dicción que permite al sujeto coordinar su goce a una experiencia significante, lo cual justifica la intervención.

   Es a través de la lógica del enigma como Jacques Lacan propone llevar adelante la operación cantoriana que posibilitará al sujeto el despertar construyéndose en un advenimiento, por fuera de los trágicos senderos del destino fatal de Edipo.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

1.    Lacan, Jacques. Seminario XI, 1964. Los conceptos fundamentales del psicoanálisis. Cap. XIII, pto. 3, pág.   174. Paidos. Bs.As. 1986

2.    Freud, S. Pulsiones y destinos de pulsión. 19l5, pág.117. Amorrortu editores. Bs.As. 1976.

3.    Fried, George. Biología. Brooklyn College. 1990.

4.    Godoy, Claudio. El inconsciente y la economía de goce.  El    Caldero de la Escuela.N 13. Bs.As. 1993.

5.    Lacan, Jacques. Seminario XVII. l970. El reverso del psicoanálisis. Cap. III, pto. 3, pág. 51. Paidos., Bs.As.   1992.

6.    Miller, Jacques Alain. Ce qui fait insigne. Cours l986‑7,    inédito.   México l98l.

7.    Lacan, J. Seminario XVII. Ob. Cit. pág l80.

8.    Lacan, Jacques. Psicoanálisis. Radiofonía y Televisión. Pág. 30 Editorial Anagrama. Barcelona. 1986.

9.    Kongas Maranda, Elli. Structure des enigmes. Radcliffe   Institute. Bélgica.1990

10. Lacan, Jacques. La dirección de la cura y los principios de su poder. 1957. Escritos I, pág 225. Ed., Siglo XXI.  Bs.As. 1971.

11. Lacan, J. Seminario XVII, Ob. Cit., cap. III, pto. 4, pág. 54.

12. Miller, Jacques Alain. Acerca de las interpretaciones. Revista Escansión l. Paidós. Bs.As. 1984.

13. Lacan, J. La dirección de la cura y los principios de su poder. Ob. Cit.

 

 


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