» Introducción al Psicoanálisis
Modos de abstinencia01/07/2004- Por Daniel Rubinsztejn - Realizar Consulta

“Todo
pensamiento anticipador, toda tekné, es
supresión de la muerte”
H. G.
Gadamer
M. Safouan relata su
experiencia de supervisión con J. Lacan diciendo que “obligaba al analista
supervisado a no ahorrar su propia singularidad, no indicaba la manera adecuada
de hacer las cosas, y al mismo tiempo era riguroso en cuanto a los principios.
Todo podía hacerse o decirse, a condición de mantener con el paciente una
distancia simbólica: por ejemplo, no aceptaba que se hablara de sí mismo a
un paciente en la cura”[1](el
subrayado es mío).
Esta única restricción
opera para el analista -no todo puede decirse-, pues la regla fundamental
invita al analizante a decir todo lo que se le ocurra. Subrayando esta
asimetría estructural, que es condición del análisis, se remarca que la tarea
analizante no es idéntica al “todo podía hacerse o decirse a condición...” que
afirma Safouan. Ya que es un todo afectado por una restricción: No hablar de sí
mismo. Mientras, que el “diga todo lo que se le ocurra”, dirigido al
analizante, es un todo afectado por una imposibilidad2:
§
Hay
resistencia a decirlo todo.
§
Es imposible
decirlo todo.
§
Además, no hay
todo.
Atención flotante, deseo
del analista, han sido modos de dibujar esta particular restricción. No
seleccionar nada del material, proponía Freud; deseo de alcanzar la diferencia
absoluta (entre el Ideal y el objeto a)
indicaba Lacan. La posibilidad de la cura gira alrededor de un pivote que es la
abstinencia del analista. Considero que transferencia y resistencia, deseo del
analista y atención flotante son nociones frágiles si se les sustrae su íntima
relación con la abstinencia. En cambio, adquieren potencia cuando quedan
umbilicadas con la práctica de la abstinencia:
§
Abstenerse de
responder a lo urgente.
§
Abstenerse de
la satisfacción de interpretar.
§
Abstenerse de
alimentar con sentidos (el goce del) al síntoma.
§
“Nos guardamos
de manifestar un interés especial en cuanto a interpretar sueños”; sino se
degrada el deseo del analista a ser sólo una demanda de relatos de sueños.
§
Abstenerse de
otorgarle al analizante una condición de enfermo que cristalizaría una
satisfacción en la enfermedad (beneficio primario y secundario).
§
Abstenerse en
disputarle al inconciente la dirección de la trama asociativa.
§
Abstenerse de
sostener un ideal de fin de análisis (vg. atravesar el fantasma o ir más allá
del padre).
§
Abstinencia de
buscar una supuesta coincidencia entre la palabra y la cosa.
Esta enumeración
incompleta3 recorre algunos modos que adopta la
abstinencia, porque sostiene que configuran, en su despliegue, un diagnóstico
posible: con abstinencia formulamos
diagnóstico.
Abstenerse de iniciar un
análisis o de prolongarlo; abstenerse de recuperar sesiones o de cambiar
horarios, de continuar algún análisis, abstenerse de llamar o de no llamar a un
familiar, abstenerse de manifestar enojo o de mostrarse siempre complaciente,
abstenerse de impostar la misma voz, abstenerse del “bla, bla” o de un silencio
prolongado.
Son modos que el analista
adopta sin saber, en la dirección de
un análisis. Este listado rechaza su anticipación y su aplicación. Hacerlo
implicaría una reducción. Sería aplicar una técnica: “Con estos pacientes hay
que...” (función imperativa del impersonal hay que).
Pero no hay “estos pacientes” y, además, no hay “hay que”. Hay uno, cada uno,
la diferencia, la singularidad. La docta ignorancia marca al analista como no
sabiendo, hasta el límite, en qué escena (fantasmática - delirante) está
tomado. Marca de castración. “El -analista- no lo sabía”. Una posición que
afirma que el analista debiera olvidar lo que sabe. Y lo que sabe... es un
saber que resguarda un no saber.
Al contrario, cada vez que el analista afirma algún saber, cristaliza la
suposición de que hay saber -sobre el goce sexual- y borra la operación
(verdad) castración que, quizás, se hubiera registrado hasta entonces. M.
Safouan sostiene que “un analista que crea encontrar en su saber el instrumento
mismo de su acción, es un psicoanalista de quien el psicoanálisis no tiene nada
que esperar”.
Abstenerse no es un acto volitivo. No es el resultado de una voluntad
que se sabe a si misma, que se propone el (auto)dominio
de una indebida contratransferencia. Cuando lo que domina es, por ejemplo, la
impotencia y se navega por sesiones que sólo traen más impotencia, abstinencia
no sería no confesarle al analizante que el analista sufre impotencia o
reprocharle que lo impotentiza. Abstinencia, sería la lectura necesaria que
concluya con la suspensión del deseo del analista. Ha quedado en suspenso,
quizás, porque el analista no ha podido sustraerse de ser partenaire (sexual)
de algún fantasma que hasta ese momento no impedía la tarea... pero su
cristalización habría derivado en cierre del inconciente.
¿Cómo hacer diagnóstico
con abstinencia? Los modos de abstinencia, que se van sucediendo en cada
sesión, marcan un ritmo del discurso ¿Por qué modos? Porque al subrayar el sin
saber a que se presta la persona del analista, como el sin saber -ante- los
efectos de su palabra, nos inclinamos a una actividad que desclasifica lo que
los diagnósticos preestablecidos se empeñan en ordenar. Los modos dispersan,
tal vez arruinan lo que ya se sabe.
Cada vez que el analista
no habla de si, con escucha promueve la tarea analizante que, sorpresivamente,
lo llevará de la potencia que la abstinencia otorga al decir analizante, al
acto: “todo podía hacerse o decirse”4.
Desatada la furia
transferencial, no se propone que “hay que” correrse de ella, sino interrogarla5 (como a los espíritus del Averno que,
una vez invocados, es necesario interrogarlos); una interrogación genuina que
si bien sabe que dice, no sabe qué dice.
El psicoanálisis que practico se (re)inventa caso por caso y sesión por
sesión. No se propone la búsqueda de estructuras, sino de acontecimientos que
las producen como “efectos de superficie que causan sistemas relámpagos”.6 Es decir, diagnostica estados de
transferencia.
Freud advirtió que “no hay nada para lo que el hombre sea menos apto que
para el análisis”. Esta advertencia contempla también al analista: tampoco
posee una aptitud natural para el análisis, para la conducción de un análisis.
Estamos, como dice Lacan, en el banquillo. La resistencia -del analista- sale
al encuentro de la labor analítica y asalta el devenir del discurso para
detenerlo.
Abstenerse, por fin, de reducir la resistencia a la mala fe del
analizante y abstenerse del barullo -muchas palabras son solo eso– crea
condiciones para que alguna palabra sea acción. Crear las condiciones para que
esa palabra accione, es una tarea minúscula, de sesión a sesión, que teje en
silencio un espacio en el que un golpe pueda ser escuchado.
Octubre de
2002.
El mail del autor
es drubinsztejn@psi.uba.ar
Daniel Rubisztejn es Jefe de trabajos prácticos de la
materia "Psicoanálisis: Freud" de la Prof. Irene Friedenthal.
[1] Safouan, M.: Malestar en el psicoanálisis. Nueva Visión. Bs. As. 1997.
2 Del “diga todo sin excepción”, al “todo podía hacerse o decirse”, pero,
con una excepción. (C. Glasman: comunicación personal).
3 En otra ocasión (Rubinsztejn, Daniel: Psicoanálisis, una práctica imperfecta. Eudeba. 2000) había
formulado una lista, también incompleta, para pensar un diagnóstico
psicoanalítico en función de:
las creencias.
Cree en las voces, o no. Cree que el síntoma le dice algo, o hay increencia.
del saber. Tiene
la certeza que en alguna parte se sabe lo que quieren decir esos signos. O se
pregunta por quién sabe, o por si hay saber.
de la demanda. Si demanda ser demandado.
de la angustia. Si
es del Otro.
de la fobia. Si la
pensamos como placa giratoria en la constitución de todas las neurosis.
del tiempo. Si se
eterniza en el tiempo para comprender, sin concluir jamás.
del goce. Si es
del otro ó del Otro (si existiera).
4 Marcelo Percia sostiene que: “Pensar singularidad es atender una fuga.
Una potencia que trata de escapar a sus determinaciones”. En Acaecer en la clínica. Revista Psicoanálisis
y Hospital Nº 21. Invierno 2002.
5 Disponibilidad del analista para prestarse al significante dispuesto a
articularse; según la acertada expresión de Cinthya Szewach: “Disponibilidad
que va de la mano de la abstinencia, y de la caída de la técnica como ritual”.
En: Disponibilidad - Revista
Psicoanálisis y Hospital Nº 21. Invierno
2002.
6 Kuri C.: Fragmentos de un
discurso anti epistemológico. Revista Conjetural Nº 16. Agosto 1988.
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