» Introducción al Psicoanálisis

Trauma y tradición

27/06/2007- Por Alejandra Crocinelli - Realizar Consulta

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La característica de lo olvidado, como condición del trauma, es lo que Freud homologa a lo reprimido en la constitución subjetiva. El trauma en tanto olvidado, superado por el pueblo, retorna en su insistencia pero con el disfraz que porta todo retorno de lo reprimido, por lo tanto la tradición religiosa es ese retorno de lo olvidado del trauma, es el síntoma o uno de los síntomas de la historia humana. La verdad del síntoma no está en su disfraz, sino en lo que esconde, su compulsión, conviene siempre saber escucharla, pesquisarla, para que algo de ella salga a la luz, para que se pueda hacer transmisión.

El Trauma y sus efectos de Transmisión.

La conceptualización de la noción de trauma está presente en toda la obra de Freud, es un concepto que se va implicando en la trama del psicoanálisis cada vez más, a medida que avanza en su proceso de investigación. Freud ubica al trauma como un cuerpo extraño, de acción eficaz y presente, por mucho tiempo que haya transcurrido desde su penetración en el psiquismo.
El trauma es la causa de perturbaciones económicas que exigen un trabajo extra al aparato, no pudiendo esta perturbación procesarse por los caminos normales de elaboración psíquica.
En 1895, cuando escribe el “Proyecto de una psicología para neurólogos”, a la noción de trauma se le agrega una característica que será de gran importancia, su perturbación económica es inagotable, pese a los esfuerzos del psiquismo por dominarlo, la tensión persiste.
Este modelo energético del trauma enseña que su irrupción rompe el sistema homeostático, provocando a la defensa del sistema; siempre habrá un resto inasimilable para el psiquismo. 
Sin embargo, en 1920 Freud necesita retomar su teoría del trauma para poder explicar nuevas formas de displacer que exceden la soberanía del principio del placer.
Esa energía antihomeostática, que irrumpe en el psiquismo, tiene ahora un nombre, pulsión de muerte. Al cuestionar la soberanía del principio del placer, el trauma se ubica como irrupción pulsional que lo deja fuera de juego. También aquí en esta nueva redefinición del trauma su lugar sigue siendo la causa del trabajo psíquico, imponiéndose la labor de ligar la pulsión de muerte al inconsciente, al sistema primario que se rige por el principio del placer. El fracaso de esta ligadura genera una neurosis análoga a la neurosis traumática, de esta forma el trauma esta en la etiología de las neurosis.

En 1924, queda planteado el problema económico que el masoquismo primario (satisfacción en el dolor) genera a la vida, justamente su primaridad, que se  constituye como resto, testigo y marca de su existencia luego de la mezcla pulsional entre Eros y Tanatos.
Este residuo, desecho que conforma el masoquismo primario, es también el contenido del trauma, es pulsión de muerte, energía que se mide en más o en menos excitación, más o menos  mezcla pulsional.
Algunos años después, la noción de trauma y sus efectos, vuelven a encontrarse, de manera clara y brillante en Moisés y la Religión Monoteísta escrita por Freud al final de su vida, ocasionándole tal descubrimiento, controversias con sí mismo, ya que no publica la totalidad de su escrito hasta que sufre la persecución nazi y se ve obligado a abandonar Austria. ¿Por que temía dar a conocer su descubrimiento? porque su investigación lo condujo a demostrar que las religiones monoteístas constituían una respuesta sintomática frente, al retorno, a la irrupción, del trauma originario, ocasionado por el asesinato del Padre de la Horda primitiva.
Una experiencia originaria (erlebnis) que se repite siempre como vivencia nueva, ya que su marca no es procesada como experiencia vivida, es lo que acontece en esas repeticiones compulsiva del asesinato del padre primitivo, acto traumático, que cederá su compulsión cuando algo de su marca pueda tramitarse y transmitirse como experiencia vivida (erfahum), lo que ella enseña, en tanto algo se ordena desde otra lógica, podríamos decir la del inconsciente.
Surge así el totemismo, como la primera forma en que se manifiesta la religión en la historia humana, basada en la renuncia pulsional e íntimamente ligada con las formaciones sociales y las obligaciones morales.
Es aquí en Moisés, donde el trauma se generaliza, ya no es solo causa de la neurosis, sino también está en el origen de la civilización humana, en el comienzo de cada existencia.
Freud sostiene que la condición del trauma es que, además de que sea una vivencia precoz, de índole sexual agresiva, debe caer en el olvido, en la amnesia infantil, penetrando solo en la conciencia por algún resto mnemónico aislado, recuerdos encubridores.
Del trauma hay efectos y están comprendidos en el concepto de fijación al trauma. Los síntomas son producto de tendencias emanadas del trauma. Los efectos no se agotan en los síntomas solamente, también recaen sobre el yo, ocasionándole restricciones, y modificaciones estables de carácter que son siempre de índole compulsivo, constituyendo una fracción independiente, inaccesible y reacia al resto de la organización psíquica.
Frente a este cuerpo extraño que irrumpe compulsivamente y que empuja por fuera de la cadena asociativa, el síntoma se constituye como defensa del inconsciente al tiempo que muestra en su compulsión su fijación al trauma. Sabemos que tal fijación pulsional puede llevar al sujeto al aislamiento más absoluto y doloroso.
La analogía dará cuenta de la hipótesis freudiana, demostrando que ocurrieron también en la especie humana, conflictos de contenido sexual agresivo que dejaron efectos permanentes, siendo en su mayor parte rechazados, olvidados, actuando más tarde, luego de una latencia y produciendo fenómenos análogos a los síntomas por su estructura y tendencia.
El mítico asesinato del padre de la Horda Primitiva, inaugura la trágica tradición de las tres religiones monoteístas. Abraham, Moisés, Cristo, son muestra de la insistencia del trauma, en tanto olvidado, y vuelto aparecer con disfraces diferentes.
La restauración del protopadre en la figura de un único Dios verdadero, con todos sus derechos históricos significó sin duda para la humanidad un progreso considerable, lo espiritual se establecía sobre lo puramente sensorial, pero los demás elementos de la tragedia prehistórica exigían también que se les prestara reconocimiento.
Ese otro elemento, la culpa de los hijos hacia el padre por la desobediencia y su asesinato, es reelaborada e introducida por el cristianismo a través del “Pecado Original”. Un Hijo de Dios se habría dejado matar, siendo inocente y con ello habría asumido la culpa de todos.”Era preciso que fuese un Hijo pues debía expiarse el asesinato de un Padre”*
Los otros elementos de la tragedia están en esta Pasión de los hijos que quieren ocupar el lugar del Padre, Cristo, el hijo, vino a ocupar su lugar.
La Ley Mosaica fue entonces redundante, solo podían ser salvados por la fe en Cristo. La redención invocó el humano sentimiento de culpabilidad, se renuncia al signo ostentativo de la circuncisión y de ser el pueblo elegido de Dios alcanzando así, el cristianismo, carácter universal.

La nueva religión significó una regresión cultural en cuanto no mantuvo el alto grado de espiritualismo del judaísmo, no era estrictamente monoteísta, y dejaba la puerta abierta a los elementos supersticiosos, mágicos y místicos que abrían de convertirse en obstáculos para el desarrollo espiritual de los milenios siguientes.
Para la historia de las religiones, significó sin embargo un progreso, en tanto se manifiesta el retorno de lo olvidado, el retorno de lo reprimido.
¿En qué se diferencian ambas religiones? mientras el pueblo judío rechaza, niega el parricidio, en tanto no hay pecado original, ni redención, teniendo que expiar amargamente esta actitud en el curso de los tiempos; el cristianismo en oposición lo admite, pecado original (ofensa a Dios, pues se ha asesinado al arquetipo de Dios, al protopadre y a todos sus reencarnaciones ulteriores) que solo puede ser perdonado por otro asesinato, el del Hijo, castigo y perdón irán siempre de la mano. Efectos del trauma que abrieron el camino de la compulsión en la repetición de la historia humana.
No es solo la tradición oral, la base de la subsistencia de la religión monoteísta, el carácter obsesivo de los fenómenos religiosos no hubiese podido librarse de las restricciones que conforman el pensamiento lógico, si su destino anterior no fue la represión, la conservación de tales tendencias en el inconsciente, para que al retornar puedan producir tan potentes efectos.
Cuando un hecho es lo bastante importante, cuando se repitió un número suficiente de veces o ambas circunstancias, este hecho se incorpora como recuerdo, bagaje de la herencia arcaica. El asesinato de Moisés y más tarde la muerte de Cristo son repeticiones que ocupan el lugar de agentes causales, como si la génesis del monoteísmo no hubiese sido posible sin tales acontecimientos.
La característica de lo olvidado, como condición del trauma, es lo que Freud homologa a lo reprimido en la constitución subjetiva. El trauma en tanto olvidado, superado por el pueblo, retorna en su insistencia pero con el disfraz que porta todo retorno de lo reprimido, por lo tanto la tradición religiosa es ese retorno de lo olvidado del trauma, es el síntoma o uno de los síntomas de la historia humana.
La verdad del síntoma no está en su disfraz, sino en lo que esconde, su compulsión, conviene siempre saber escucharla, pesquisarla, para que algo de ella salga a la luz, para que se pueda hacer transmisión.             
  

   
Bibliografía

S. FREUD, “Proyecto de una psicología para neurólogos” en O C de Ballesteros
S. FREUD, Más allá del principio del placer en O C Ballesteros
S. FREUD, Moisés y la religión monoteísta en O C Ballesteros

 

 


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