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Ante el dolor de los demás, de Susan Sontag29/01/2004- Por Bernardo Nieves -

Lo central del libro es el planteo de que mirar el sufrimiento de los
demás debe tener como objetivo poder aliviarlo, poder hacer algo con eso. El
acto de mirar debe generar una consecuencia, si no, se convierte en algo
obsceno.
La fotografía debe tener una finalidad ética, una utilidad y estamos acá
en el terreno del destinatario, para aquel que verá las fotos.
Cuentan
que Velázquez, en uno de los retratos que hizo de la
infanta
Margarita, pintó a la niña sosteniendo un
pañuelo; este detalle dotado de
una gran maestría artística y técnica,
reconocida por sus contemporáneos,
resalta sobre el total de la obra y
tendría como finalidad distraer la
mirada de lo central del cuadro a lo accesorio, hacer que quien
mire fije
su mirada en el pañuelo y no en la cara
de la niña, y dicen que el motivo
de esto es que consideraba a la niña
"carente de gracia".
El
libro de Susan Sontag
"Ante el dolor de los demás" , menciona algo
que
como analistas nos concierne: la imagen.
No trata acerca de la imagen en
general, sino sobre la fotografía de
guerra. Una imagen ligada al
desastre, al horror. "Un producto
que nace del mal". Esta forma de la imagen será
lo que posibilite introducir la función
de la mirada.
Lo
central del libro es el planteo de que mirar el sufrimiento de los
demás debe tener como objetivo poder
aliviarlo, poder hacer algo con eso. El
acto de mirar debe generar una
consecuencia, si no, se convierte en algo
obsceno.
La fotografía debe tener una finalidad
ética, una utilidad y estamos acá
en el terreno del destinatario, para
aquel que verá las fotos. Se trata de
producir un "bien". El bien, dice Lacan está al nivel de que un sujeto
pueda disponer de él.
... " el problema del bien se centra
en la noción de cómo son creados los
bienes en tanto se organizan no en
función de necesidades, sino en que
proporcionan materia para un reparto en
relación al cual se articula la
dialéctica del bien , en la medida en que
adquiere su sentido efectivo
para el hombre. Las necesidades del
hombre se alojan en lo útil".
Reducir en este caso el goce de la visión
para que se produzca la mirada.
La mirada es lo que en el ejemplo de Velázquez se trata de crear, producir un
recorte del cuadro, crear una parte, el
pañuelo, romper la superposición
del conjunto.
"La apetencia por las imágenes que
muestran cuerpos dolientes es casi tan
viva como el deseo por las que muestran
cuerpos desnudos. La
representación de semejantes crueldades
(mitos paganos, cristianos) está libre de peso
moral. Sólo hay provocación: puedes mirar
esto. Quizás las únicas personas
con derecho a ver imágenes de semejante
sufrimiento extremado son las que
pueden hacer algo para aliviarlo-por ej. los cirujanos del hospital,..-
o
las que pueden aprender de ella. Los
demás somos mirones, tengamos o no la
intención de serlo".
La
pregunta que plantea Sontag sobre las posibilidades
de esta producción
es ir mas allá de lo que puede verse como
horroroso. Contrapone la imagen de
"Los desastres de la guerra" de
Goya, que dicen sin ser una mostración,
posibilitan una reflexión, a las fotos
que muestran lo que podría
llamarse los deshechos de la guerra, que
en general no son sino deshechos de
cuerpos.
La imagen puede ejercer un efecto de
fascinación frente a la cual el
espectador queda fascinado sin
posibilidad de elaborar o pensar acerca de
lo que le es mostrado. A mayor horror
mayor fascinación. Aquí la fotografía
tendría que evitar el adormecimiento de
la mirada.
Si
se muestra en exceso se produce una banalización de
las imágenes, pero
si no se lo muestra tal vez se llegue a
creer que no existe, "ver para
creer".
La
fascinación de la imagen va en detrimento de la palabra, es allí donde
la imagen esclaviza, porque sustrae lo
propio de lo humano: poder mirar. La
disposición de la mirada se da por
"la esquizia del ojo y de la mirada".
Esto es lo que hace que el ojo no sea
solo un órgano sino que por ese
medio pueda representarse un sujeto. Es
la mirada lo que posibilita pensar y no
la visión.
Disponer de la mirada es disponer de lo
simbólico, poder hacer un uso de
ello.
La
fotografía no pertenece sólo al plano imaginario; si en este libro
aparece la pregunta sobre el mal es
porque se la considera también un
decir.
"Las fotografías pavorosas nos obsesionan
a diferencia del relato que
puede hacer comprender". Por lo
tanto, es lo pavoroso lo que impide
comprender a partir de lo cual se puede decir que a mayor
impacto sobre el campo
escópico menos se dispone de la mirada, generándose una
esclavitud
respecto de la visión.
Una imagen es lo que permite anudar lo
simbólico a lo real. Eso es lo
esperable de una fotografía, que tenga efecto
sobre la realidad, que
produzca un sujeto, que se genere un
imaginario.
El
valor prevalecente que tiene la imagen en nuestra
cultura determina que
se
crea que si algo se ve es verdadero sin necesidad de cuestionamiento
alguno. Acerca de esto, Antonio Machado dice:
"los ojos no son ojos porque
te
ven sino porque te miran". Lo que Lacan sostiene
es que la mirada tiene
una función de corte, es lo que pone un límite
a la visión, organiza el
campo escópico.
Trasladando este razonamiento a la fotografía, se infiere
que es el modo particular en que alguien
ha capturado algo, si hay un
sujeto allí por lo tanto se juega algo
del orden de la lectura, por un lado, y
por otro la ambigüedad propia del sujeto.
La fotografía está organizada por lo
tanto también dentro del campo simbólico
siempre que sea el producto de
una lectura, como contrapartida de esto
se puede citar la pornografía que es
allí donde se muestra una imagen sin velo, que
sólo se da a ver sin
posibilidad alguna de elaboración, es todo
certeza.
Lo
fotografiado pierde una parte de sí. Fotografiar es encuadrar, y
encuadrar es excluir. Va a ser observado mas
allá de su voluntad, se le
dará una interpretación que tal vez no
coincida con la "verdad" del hecho, las
heridas se hacen públicas. Gran parte de estas
interrogaciones provienen
de lo que no funciona, de lo que no responde a lo que
se estima sería una
forma de comunicación. No se pone en
cuestión lo artístico.
Otro planteo importante es el cuestionamiento
sobre lo verdadero de la
imagen, en esto la televisión es aún mas ilusoria que la fotografía, la
instantaneidad produce una sensación de
realismo mayor, es difícil pensar
allí la imagen como una construcción, tal
vez por la fantasía de ubicar
una realidad absoluta que no pueda ser
discutida. Se obvia de esta manera el
montaje necesario, los instrumentos de lectura,
el sujeto que lee, y el
modo en que esto se interpreta. Ello podría dar una
respuesta a la moda actual
de cierta fotografía antiartística, una
forma de negar el montaje.
Hay una intención de sostener un Otro que todo
lo ve. Gran parte de los
medios sobre todo la televisión crean la
ilusión de que hay alguien que es
omnividente, la plenitud de la contemplación que seria
entregada por los
medios. Generando así la ilusión de la
exactitud.
Cuando toda información es virtualmente
imagen, la extensión de la
información y su cristalización en lo visible
nos imponen creer en una
conciencia total. No queda nada negativo que
uno no pudiera representar o
calcular.
Una fotografía lograda puede convertirse en un
símbolo, lo cual hace la
diferencia
con la pornografía; en ella no se remite a otra cosa, no hay
nada ausente.
Lo
posible de ver y lo posible de soportar. La fotografía como documento
de guerra cumple una función
esclarecedora como la cumplen quienes son
capaces de descubrirla y redescubrirla.
La cuestión a resolver es si el dolor de
los demás puede tener sentido para
nosotros, si podemos renunciar a la
fascinación para poder acceder a mirar el
dolor de los demás.
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