» Lecturas

¿Locura o causalidad psíquica?

16/10/2000- Por Jean Michel Vappereau -

Imprimir Imprimir    Tamaño texto:

“Es por lo cual todo discurso tiene derecho a considerarse de ese efecto, irresponsable. Todo discurso, menos el del enseñante cuando se dirige a los psicoanalistas.”

J. Lacan, Posición del inconsciente

(Ecrits, pag.836)

Untitled Document Una distinción principal.

En una primera parte, J. Lacan aparta las pretensiones racionales de su condiscípulo Henry Ey cuando muestra que la referencia a Descartes es mucho más favorable al abordaje freudiano de las enfermedades mentales, a condición de leer a Descartes en lugar de conformarse con lo que comúnmente se cree de él.

Luego Lacan trata la causalidad de la locura separadamente de la causalidad mental, distinguiendo una de la otra.



1. La locura 2.

Más que complacerse en los trastornos, en las manifestaciones espectaculares o en la necesaria interrogación de cada cual sobre su identidad -todas cuestiones éstas con las que se hace aspaviento - más que contentarse en la facilidad del poder para algunos, en el abuso de poder para otros, de lo que se trata es de definir la locura de manera precisa.

La locura se trata según tres registros de desconocimiento:

a1 - Ser hablado o pensado por otro.

a2- Hacer el alma bella arrojando sobre el otro, o aún sobre los otros, la responsabilidad de los problemas del mundo, del cual el sujeto es el centro y del cual se queja.

a3 - Creerse algo o alguien hasta la desmesura del Yo, de la representación de sí, de su persona, de su personalidad.

Estas tres definiciones, coordinadas entre sí, plantean de entrada, tres dificultades.

a1 - Si bien es justo decir que el mamífero hablado es xenópata por principio, porque debe superar la prematuración real de su nacimiento, por la incorporación de su organismo en el lenguaje, por su integración en los discursos - verdaderamente en el discurso del Otro que lo recibe y lo rodea -, esta empatía con la extranjeridad (xenopatía)1 le hace ser hablado antes de que devenga, quizá, con buena suerte, hablante.

a2 - Es por esto que el sujeto tiene un inconsciente del cual depende, pero del cual no es el amo. No es el amo en él mismo. Tomar la responsabilidad de lo que le pasa, aún cuando ni siquiera lo haya querido, es la difícil actitud que propone Freud.

a3 - Cómo no creerse… esto o aquello, este y luego aquel, sobre todo en una época donde el Yo está puesto por delante, incluso bajo su aspecto teórico - en efecto, la noción de individuo (no divisible) es debida a Aristóteles - y jurídico. Esta noción se refuerza por la responsabilidad individual sobre la que reposa nuestro derecho.

Sin embargo estas dificultades tienen una salida, el psicoanálisis.

Si bien algunos, pocos, no tienen necesidad por haber sido dotados por su familia de un savoir faire, de coraje, de nobleza y de alma bien templada, - los hay en todos los medios sociales no deteriorados, del obrero al artesano, del agricultor y del comerciante hasta el burgués y aún algunos ejecutivos impregnados de su propia superioridad - otros experimentan la necesidad de una reconstrucción que no los condena a la restauración de discursos antiguos, sino que da testimonio del punto de giro en el que estamos.



2. La causalidad mental

Ahora bien, nos importa, entonces, distinguir de una causalidad de la locura, la cuestión de la que se trata en el análisis: la causalidad psíquica, o sea lo que causa nuestra mente.

No hay más que una definición de la causalidad psíquica. Va más allá del Edipo, su manifestación corriente en nuestras civilizaciones históricas. Es el narcisismo presentado por Lacan en 1936 gracias al modelo del estadio del espejo. Se trata aquí de la falla y de su encuentro, del desgarro que no se vuelve a cerrar jamás completamente, de la deriva asumida a través de los avatares de la neurosis, de la perversión y de la psicosis. El psicoanálisis pone al día estas modalidades reflejando su estructura.

Lacan propone construir el objeto causa de lo mental, causa de lo que hace siempre en cada uno infelicidad particular, malestar en la civilización: la enfermedad mental. Pero ¿es esto realmente una enfermedad? Si la misma nos caracteriza como disfuncionales con respecto a los Ideales, puede ser también solución, resolución del problema planteado al comienzo.

Deducimos de los datos propuestos más arriba y de algunos comentarios de los Escritos, proposiciones tendientes a la práctica.

Pongamos estas definiciones sobre los esquemas del psicoanálisis.

Se sabe que Freud trazó un esquema en la Carta 52, homólogo a éste:



primero primaria secundario ___________x_________x___________x__________x___________ P Ps Ics Pcs Cs



P=percepción Ps=percepción-signo Ics=Inconsciente Pcs=preconciente Cs=conciencia



Hemos tenido cuidado de diferenciar aquí los procesos primero, primario y secundario.

Adelantamos que la práctica del análisis trata del proceso primario; trata del inconsciente y de sus leyes dominadas por el principio del placer. El principio del placer es un principio de pensamiento o, para ser más precisos, un principio de lenguaje. No es un principio de gratificación.

La locura se sitúa fuera del campo del inconsciente.

Demostramos por un razonamiento reglado como corresponde esta primera proposición. A la entrada del esquema, es locura del proceso primero ligado a las percepciones: debilidad esencial del mamífero humano.

A la salida del esquema, es locura del proceso secundario ligada a la conciencia: lo canalla de los privilegiados o de aquellos que se creen por encima de todo, de aquellos a los que supuestamente nadie toca.



débiles primaria canallas ____________x____________x____________x____________x____________ P Ps Ics Pcs Cs

No hay nada que hacer frente a la locura, más que apartarla si se puede evitarla, o combatirla por medios violentos si se quiere imponer.

Se puede, sin embargo, decirle al loco que no tiene más que detenerse cuando quiera. Así, uno apela a su responsabilidad, lo que lo vuelve menos loco. Se puede sobre todo negarle la menor ocasión de creer que se puede hacer cualquier cosa por él, por ejemplo pensar por él.

Queda la causalidad mental. El problema merece nuestra atención, pero se complica si se sabe que el funcionamiento regular del esquema de Freud consiste en plantear la cuestión de su plegado (ver Estofa, pag.18 y 143-144).





Constatamos así que la pulsación significante, estructura del pudor, que gobierna el proceso primario está hecha de la conjunción-disyunción de los dos términos extremos de la debilidad y de lo canalla. Y la locura, que cruza el inconsciente en su principio, se encuentra en el corazón del plegado.



3. Acerca del comienzo y del final del análisis

Nos referiremos a dos comentarios extraídos de "La dirección de la cura"(Ecrits pág. 585).



a1 - El comienzo

Lacan evoca, a propósito de la complacencia de Dora, el proceder del alma bella "en cuanto a la realidad que ella acusa": "No se trata ahí de adaptarla, sino de mostrarle que ella no está sino demasiado bien adaptada, ya que ella concurre a su fabricación. Pero aquí se detiene el camino a recorrer con el otro" (Ecrits, pag.596).

La transferencia que ya "ha hecho su obra" depende de una causa que viene por fuera de las relaciones del Yo con el mundo. Lacan prosigue: "A partir de este momento, no es más a quien tiene en su proximidad a quien él se dirige, y es la razón por la que él le rechaza el cara a cara " (Ecrits, pag.597).

Aquí se explicita la razón del recurso al diván: algo puede comenzar, por el hecho de haber sabido poner aparte la locura. El psicoanálisis es la no locura, según la definición que nos hemos dado más arriba. El sujeto en el discurso analítico está considerado como responsable de las consecuencias y de los efectos de sus palabras de analizante en tanto que su enseñanza se dirige al psicoanalista, como lo recuerda nuestro epígrafe extraído de un tercer escrito. Queda por establecer que el discurso del analizante es el del enseñante cuando se dirige al psicoanalista.





a2 - El final

Que el psicoanálisis sea el discurso no loco donde el sujeto se considera en principio como responsable de las consecuencias mismas de sus decires, no le impide por el hecho de que él habla, volver a cruzar la locura en su momento (ver los esquemas).

La responsabilización en la transferencia tiene por efecto conducirnos al funcionamiento pulsativo de la estructura donde reposa en su principio la significación del falo. "La función de este significante como tal en la búsqueda del deseo, es ciertamente, como Freud lo observó, la clave de lo que hay que saber para terminar los análisis: y ningún artificio lo sustituirá para obtener este fin" (Ecrits, pag.630. En Escritos ver el subcapítulo 13 de "Hay que tomar el deseo a la letra").

Es la estructura del pudor, ilustrada por los frescos de la Villa de los Misterios de Pompeya. En el momento donde el falo va a ser develado, el demonio del Aidos (pudor) salta sobre la escena (Escritos pag.591 y 692).2

El develamiento necesariamente velado es aquello de lo cual queremos dar cuenta con esta topología. Menos ilustrativo que el movimiento de este velo, pero más demostrativo, el juego de los paréntesis de la negación latina se abre por la discordancia y se cierra por la forclusión. De no reabrirse más, ese juego está definitivamente forcluido. Los impasses mismos del Yo pueden ser atravesados a la manera de esta pulsación; la debilidad y lo canalla se resuelven en acto.

Hacer gárgaras con la palabra goce es del orden del artificio, particularmente cuando se manifiesta una incapacidad para articular la involución de la significación fálica en el contexto del complejo de castración. Es el encuentro en el lugar del acto con la falta, no la del sujeto, el hombrecito (le petit bonhomme), sino la del gran Otro, S(A/).

Es a partir de ahí que retomamos la articulación de una enseñanza entre analizantes y analistas, no sin haber deplorado la situación del psicoanálisis en 1992, situación de la cual nos consideramos responsables al mismo título que los otros.

Saber formular la distinción entre locura y enfermedades mentales en términos de enfermedad de la mentalidad (locura) y de causalidad psíquica (de la que se desprenden las enfermedades mentales), no es suficiente para permitir realizar en una asociación el pase necesario a los testimonios de la prueba que se juega entre estas dos configuraciones, falta de ser por el hecho de la ambivalencia ligada a la división del sujeto, de la que no se habla desde hace más de diez años sino con afectación.

Notas:

1. Debe entenderse "Xenopatía" - (xenopathie) como xeno-empatía más que como "xenofilia". Se trata de la "empatía" -Einfuhlung" en alemán- con el Otro. Es una simpatía por el Otro como extranjero. El sujeto xenópata es hablado por el Otro. Es la dependencia del sujeto humano dependiente del discurso que lo envuelve y lo incorpora a la vez que él mismo incorpora este discurso. Es entonces tema y motor de esta incorporación. (Ver en "Radiofonía", la respuesta de Lacan a la pregunta 2).

2. Lacan se refiere a este fresco cada vez que encuentra este recodo.

Traducción: MARIA INES KAPLAN y MARTA DUBINI


© elSigma.com - Todos los derechos reservados


Recibí los newsletters de elSigma

Completá este formulario

Actividades Destacadas


Del mismo autor

No hay más artículos de este autor

Búsquedas relacionadas

No hay búsquedas relacionadas.