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Presentación del libro “La categoría de la psicosis social. Delirio, creencia y coartada de la subjetividad científica”

03/01/2017- Por Cintia Ini - Realizar Consulta

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Los autores efectúan lecturas promoviendo una fuerte interrogación acerca de la subjetividad científica y sus efectos en la civilización en su estado actual. Esta subjetividad científica que incide en lo que se está nominando como la categoría de la psicosis social, con sus diferentes estallidos no sería posible sin haberse desarrollado en una aleación indisoluble con el discurso capitalista que incluye técnica y mercado, de ahí sus efectos letales, la mercancía efectúa una licuación de las marcas que redunda en un colapso ético, que se da de patadas con la ética del inconsciente…

 

 

 

Foro de la Asociación Psicoanalítica Topología en Extensión de Buenos Aires. Octubre de 2016, Buenos Aires

 

 

Autores:

Jean-Michel Vappereau, Elena Lacombe, Olga Prosperi, Félix Contreras, María Inés Kaplan, Paula Hochman Vappereau, Cecilia Solari, Marcelo Esmoris y Emiko Ganiko. 

 

 

                                                  

 

 

Agradezco la invitación a presentar este libro, a los colegas de Topología en Extensión de Buenos Aires por quienes siento respeto y admiración debido a su labor sostenida en el campo de una reflexión propia en psicoanálisis. Su transmisión y cuestionamientos no vacilan en sacudir estereotipos y slogans que parasitan el efecto disruptivo que el psicoanálisis precisa de ejercer para mantenerse vigente. Poder jugar su incidencia discursiva dentro del concierto de discursos, en que una sociedad según cada época va dirimiendo sus destinos, tiene para mí un valor especial.

Quiero hacer una mención especial en este agradecimiento, a mi gran amiga Olga Prósperi, amiga en la vida aunque no menor es nuestra amistad en el pensamiento, podría decir que mi pensamiento no podría ser el mismo si no hubiera transitado por un sostenido intercambio con Olga desde hace más de 35 años. Juntas con Olga y quiero nombrar también a Nora Trosman, nos dimos fuerza e inspiración para avanzar en terrenos que en pleno neoliberalismo de fines de los 80, eran rechazados por gran parte del campo psicoanalítico, me refiero al esfuerzo por reabrir la reflexión acerca de los impasses del pensamiento sobre lo político, y los efectos de esos impasses sobre el tejido social de los que nuestra clínica daba testimonio. Esto se había vuelto un tabú difícil de franquear nos respondían aferrándose a los slogans consabidos “Lacan dice que buscan un amo... etc etc” dificultades de lectura que en este libro están muy bien señaladas.

Por lo tanto este libro, que lleva por título: La categoría de la psicosis social Delirio, coartada y creencia de la subjetividad científica así como la tarea de presentarlo, me coloca frente a una responsabilidad por la que me siento concernida de un modo grave, pido disculpas por lo solemne del término, es un modo de remarcar el compromiso de lo que considero una oportunidad preciada de esas que uno no quiere echar a perder. Oportunidad que es necesario tomar con la mayor seriedad, como lo es la de pensar nuestro tiempo desde una lectura, la del psicoanálisis. La posición de los autores con la que coincido ampliamente es la de una apuesta a que una lectura no es sin consecuencias, y esta es una lectura que se sigue de una escritura. Cuando hablo de consecuencias me refiero a una incidencia en el lazo social, por eso lo de la oportunidad, en lo personal inapreciable cada vez, en cada ocasión.

Retomaré esto que a priori puede parecer voluntarista, refiriendo indicaciones precisas que algunos de los autores postulan, respecto de cómo piensan que puede jugar este partido el discurso del psicoanálisis y los psicoanalistas.

Creo que este libro tiene una orientación en la vía de la Cura, comprendiendo la misma como lo que apunta a preservar un lugar para el vacío, no ceder en el horror al vacío como nos lo enseñara Pascal, muy presente en este libro. De hecho el título del trabajo de Jean Michel Vappereau comienza con la frase: “hacer el vacío”.

Los autores del libro que nos convoca son: Félix Contreras con unas palabras preliminares y los escritos de Marcelo Esmoris, Emiko Ganiko, Paula Hochman, Elena Lacombe; Olga Prósperi, Cecilia Solari y Jean–Michel Vappereau.

Es de destacar que la impresión a lo largo de la lectura de los diversos trabajos, es la de un conjunto bien ensamblado. Se persigue una idea central que se va desplegando y adquiriendo espesor. Sus distintas voces, se articulan para abordar la problemática central desde un prisma que va iluminando distintas facetas de la cuestión cruzando y descruzando ideas.

Algunas frases de su contratapa:

La lógica contemporánea apunta a suturar al sujeto de la ciencia.

La subjetividad científica es la que cada científico que la ejerce, comparte con el hombre de la civilización que la sostiene.

Así la población seducida por una “ideología científica” y entregada a la neurología o a la inteligencia artificial, pierde la lengua, la metáfora, el lenguaje, es decir las condiciones de existencia del sujeto.

Esto último es una línea directriz clara y fuerte que hace al quid de lo que entiendo este libro propone. ¿Leer nuevamente?

Luego en esta misma contratapa remiten al Post-scriptum del escrito de Lacan relativo el tratamiento posible de la psicosis mencionando los rasgos allí indicados como característicos de la categoría de la psicosis social: el delirio y el discurso contemporáneo sobre la libertad, un concepto de lo Real donde el determinismo no es más que una coartada y la creencia bajo el símbolo de Santa Claus o el Padre Noel, Lacan juega aquí su Joke ligando la creencia a una figura que condensa desde lo más infantil como Santa Claus hasta una figura como el Padre Noel, entre los dos, la sombra del padre no deja de estar presente. El padre Noel fue un jesuita contemporáneo de Pascal con quien intercambia alguna correspondencia ejerciendo sus argumentos mediante una autoridad de quien se arroga ser el amo del saber y de estar en posesión de la verdad en la ciencia como lo indica Jean M. Vappereau en su escrito: “Hacer el vacío. De la instauración de la categoría de la Psicosis social”. Su definición en el prefacio de Blaise Pascal al tratado sobre el vacío.

El término categoría que precede al de la psicosis social, tomado del Post-criptum mismo y que los autores incluyen en el título del libro, fue un término que me ví llevada a pensar a partir de mi tendencia inicial a omitirlo, tenía que recordar una y otra vez que no se hablaba de la psicosis social a secas sino de la categoría de la psicosis social lo cual entonces me llevó a preguntarme qué agregaba este término, cuál era el motivo de su inclusión, y me hacía pensar si no tenía un doble papel, a la vez que podía ser una afirmación de existencia, al mismo tiempo si no podría funcionar sutilmente como un condicional, un ensayo de carácter conjetural, un work in progress, el interponer la palabra “categoría” genera un intervalo interesante, esto me llevó a buscar el término categoría en su acepción filosófica, ya que en el lenguaje común está ligado a las jerarquías, en este contexto la definición es la de una noción abstracta y general por la cual las entidades son reconocidas diferenciadas y clasificadas.

Mi impresión es que el libro va en la dirección de un verdadero ejercicio de lectura desde el que hacen un trabajo de elucidación de las breves indicaciones de Lacan sobre esta categoría, un ejercicio de reconocimiento para luego efectuar una aguda penetración y un fecundo despliegue ya propio, de los alcances y consecuencias implicadas en esta categoría de la psicosis social. Entonces no sólo reconocerla como entidad sino que creo que hay un acto performativo en la escritura y publicación de este libro que es el de instaurar esta categoría que en Pascal y luego en Lacan se va insinuando. Darle una entidad que permita hacer con ella. Tal como poner en forma el síntoma bajo la lente de dicha categoría. Sólo a posteriori sabremos si constituye un acto de nominación.

Lacan en el post-sciptum nombra los tres rasgos que lo llevan a pensar en lo legítimo de hacer una analogía entre la subjetividad científica y la psicosis social, los rasgos: un discurso delirante sobre la libertad, un concepto de lo real donde el determinismo no es más que coartada, con una creencia bajo el símbolo de Santa Claus o el Padre Noel…, en la instauración de la cual (refiriéndose a la categoría de psicosis social) si no nos engañamos Pascal nos habría precedido. Jean Michel, toma esta posta en cuanto a la indicación de Pascal como precediendo al psicoanálisis en la instauración de dicha categoría. En su trabajo nos acerca su lectura sobre algunos textos de Pascal en los que él encuentra expresados los términos que podrían hacer a la definición de la categoría de la psicosis social. Agradezco haberme visto motivada a revisar dichos textos que me resultaron encantadores en su estilo, y asimismo reveladores de una anomalía que Pascal denuncia respecto de la subjetividad científica en aquellos albores de la ciencia moderna. Los textos son el Prefacio al tratado sobre el vacío y las cartas de Pascal al padre Noel. El autor nos habla de la transmisión que efectúa allí Pascal sobre un estado de cosas en su siglo el XVII, en el que se da lo que Vappereau llama una involución intelectual, en referencia a lo que Pascal señala acerca de una especie de interversión en las posiciones o los métodos asumidos por la teología y por la ciencia moderna. El remarca que lo que podría ser esperable en el campo de la teología, el dogma, aparece jugado en el campo de la ciencia, y también su revés, en la teología se aceptan innovaciones con lo que él considera como una ligereza inédita. Vale la pena extraer del prefacio la forma de expresarlo del propio Pascal Refiriéndose al campo de la ciencia dice: “el respeto por la antigüedad (tomado como un equivalente de la AUTORIDAD en este caso) llega a nuestros días a tales extremos, que aún en aquellas materias en que menos en cuenta debiera tenerse, se convierten en oráculos todos sus pensamientos… en aquellas materias que caen bajo la competencia del juicio y el razonamiento, la autoridad es inútil y únicamente la razón puede conocerlas… las innovaciones en la ciencia se condenan a la falsedad… y por el contrario en torno a la religión dice: horror por la maldad de aquellos otros que únicamente emplean la argumentación en la teología, en lugar de invocar la autoridad de las Escrituras y de los Padres,” “Es preciso despertar el valor de estos tímidos que no se atreven a hacer la menor innovación en física, y en cambio, confundir la insolencia de aquellos temerarios que introducen novedades en la teología”.

Jean Michel sostiene que la categoría de psicosis social designa esta inversión epistémica con consecuencias políticas que llegan hasta nuestros días. Entiendo que aquí J. Michel ubica en este pasaje del dogma al campo de la ciencia, el germen de la sutura que la subjetividad científica produciría, es bien significativo que el tema en discusión de Pascal con el Padre Noel, es sobre la existencia del vacío como entidad afirmada por Pascal a partir de su experimento de Puy de Dome (citado asimismo por Lacan en la clase VI del seminario de la angustia), y refutada por el Padre Noel Etienne jesuita rector de college de Clemont en París, amigo de Descartes quien fue su discípulo. Pascal dice algo así como: tienen derecho a decir que la naturaleza tiene horror al vacío puesto que hasta allí llegaron con su experiencia.

En el libro esta sutura se trabaja a la luz de distintas cuestiones, tomaré dos que me resultan fundamentales, la que atañe al lenguaje y a la lectura.

Los autores efectúan sus lecturas promoviendo una fuerte interrogación acerca de la subjetividad científica y sus efectos en la civilización en su estado actual. Ganiko dice Descartes “pretende fundar para el sujeto cierta atadura en el ser que constituye el sujeto de la ciencia. Elena Lacombe trabaja especialmente la marca de Descartes como momento inaugural de la ciencia moderna y sus efectos.

Cecilia Solari en su trabajo “Espíritu científico” habla del capitalismo científico y managment como “aquel que se desarrolla en un discurso y en un pacto que malogra aquello con lo cual el sujeto respira, el lenguaje, lo simbólico. Lo diferencia del espíritu científico que dice: no se deja sofocar y avanza por sus errores. Una errancia siempre fecunda.

El planteo señala la incidencia del discurso de la ciencia en su pretensión de exactitud como un resorte forclusivo en relación a la lengua, que degrada al lenguaje en su carácter metafórico simbólico-poético y al mismo tiempo un intento de arrancar la dimensión real del lenguaje que es su equivocidad y su mutación permanente. La metáfora en el lenguaje reconoce su origen en la instauración de la metáfora paterna (Olga Prósperi) La ausencia de metáfora articularía la psicosis paranoica con la psicosis social cuyo retorno se expresaría en lo que se describe como la categoría de la psicosis social.

Paula Hochman en su trabajo habla de la estructura de desvío que implica el lenguaje, el rechazo de la misma clausura el lugar para “esa existencia típicamente equívoca que se llama sujeto”. Respecto de los rasgos de la subjetividad científica que va en el sentido de la instalación de la psicosis social, dice “esos rasgos nos incitan a afirmar que la psicosis social nombra un lazo social organizado alrededor de un pacto que sostiene un delirio una coartada y una creencia”. Acerca del primero dice entre otras cosas: “La libertad es una noción extraña al sujeto, a él le concierne no la libertad sino el acto.” “La noción humanista de libertad delira por rechazar la alienación que da nacimiento al sujeto”.

Toma con aguda ironía, una crítica al positivismo de Comte para tratar el segundo rasgo que propone Lacan: La coartada determinista, que tiene como sustento una noción positivista de lo real.

Comte postula una suerte de accecis de la razón humana, cuyo estadio más alto es el “Estado positivo de la virilidad de la inteligencia, cuyo carácter principal es la ley o subordinación constante de la imaginación a la observación, la primera queda para las mujeres y los niños, la segunda es identificada con lo viril. (fantasma comtiano de la diferencia sexual.)

El psicoanálisis sustituye la observación por la lectura, el síntoma es necesario leerlo. La verdad tiene estructura de ficción.

“El sueño no es un hecho físico sino un hecho material de escritura, variaciones de la lengua, una suerte de jeroglífico que puede leerse y producir la metáfora del sujeto.”

Lo simbólico-poético es lo que queda degradado. Aparece en el libro un contrapunto interesante que expresa esto mismo, dice Paula: “Un siglo después (se refiere a Comte) Freud descubre la poesía en el cuerpo” y ya referido a nuestros días se lee en el trabajo de Jean Michel: “La psicosis siendo caracterizada por su forclusión (de lo simbólico, rechazo, caducidad, obsolescencia de la legibilidad) llegando hasta el crimen paranoico si el sujeto se deja ir él mismo a la locura de querer destruir lo simbólico en el cuerpo de su víctima.” Entonces este fuerte contrapunto: Freud descubre la poesía en el cuerpo, frente la locura de querer destruir lo simbólico en el cuerpo de la víctima. Es inevitable frente a estas palabras de Jean Michel que no acuda a nuestra mente una imagen tan feroz como el asesinato de la adolescente Lucía Pérez en Mar del Plata que para quienes recuerden la más íntima brutalidad del mismo, podrán asociarlo.

Acuerdo profundamente con los autores, en que esta subjetividad científica que incide en lo que se está nominando como la categoría de la psicosis social, con sus diferentes estallidos no sería posible sin haberse desarrollado en una aleación indisoluble con el discurso capitalista que incluye técnica y mercado, de ahí sus efectos letales, la mercancía efectúa una licuación de las marcas que redunda en un colapso ético, que se da de patadas con la ética del inconsciente, sin embargo como los autores mismos lo sindican, son hijos de la misma época de ahí quizás la frase tan mentada de Holderlin “donde crece el peligro crece la salvación” El discurso del psicoanálisis va en las antípodas, aunque como los mismos autores lo indican, es imposible que quede por fuera por lo cual su única ventaja es estar más advertido de sus coordenadas y dar cuenta. Hacer con eso que no cesa de no escribirse, el psicoanálisis no renuncia e escribir sobre esa imposibilidad, da la razón del sufrimiento, ese es su combate desde el que sostiene el deseo, por su causa. Los autores hacen distintas indicaciones alrededor de la lectura, y la escritura como remedio, o remiendo cuando del nudo se trata. La lectura tal como la plantean entre otras cosas, que va al lugar de erosionar la consistencia del Otro propiciando el lugar para el sujeto, esto en muy distintos planos, así como la defección de la misma sería una de las principales generadoras de lo que va en la dirección a promover la psicosis social, son muy interesantes en este sentido los aportes de Elena Lacombe y Marcelo Esmoris, que llevan su interrogación al interior de las instituciones psicoanalíticas. Lecturas y escrituras que van en la línea de la cura, la cura de trabajar ahí en la hendidura punto no reapropiable por la lógica Neoliberal punto de donde surge un objeto al decir de Olga Prósperi no compartible, no negociable pero que no se construye sino en el lazo con otros luego dice…  “Si hay un ser del sujeto es en tanto el inconsciente sólo se traduce en nudos de lenguaje” que dan cuenta de la estructura en tanto agujereada. Pero es necesario (yo agregaría una y otra vez) anudar dichos agujeros para restablecer lo que queda abolido en tanto que metáfora.” Les dejo para investigar interesantes pasajes que hace Olga respecto de los distintos usos de la letra su relación al nudo, al matema y al poema.

Los autores, juegan la implicación del psicoanálisis en el destino de estas cuestiones. Responsabilidad que elude la posición de alma bella. Inquietud presente entre otros en el trabajo de Emiko Ganiko, por eso Olga desplaza el fenómeno de la categoría de lo necesario cuando enuncia: “Está en el horizonte como aquello que se avecina pero que no es imposible que no suceda”, doble negación que abre a otro derrotero posible. En coalescencia con el psicoanálisis, el agitador revolucionario con la interrupción del consenso, el chiste con su destitución y la verdad agujereada de un poema subvierten la clausura mortífera lo cual los convierte en anticuerpos nada despreciables.

 

 

 

 

 


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