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Aplicación de conceptos psicoanalíticos en la obra literaria El baile de Iréne Némirovsky

25/01/2011- Por Tatiana Sol Villar - Realizar Consulta

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En el presente escrito se procede a relacionar la visión de algunos autores de la denominada Escuela inglesa con la producción literaria: “El baile” (Iréne Némirovsky, 2009). En este sentido, dicha producción será abordada desde la obra de M. Klein, W. R. Bion y D. Winnicott. Si bien, todos los personajes que componen la obra son muy ricos para analizar desde una perspectiva clínica, he optado por centrarme en solo uno de ellos (Antoinette).
De esta forma, el trabajo se realiza con el objetivo de acercar al lector al universo de una adolescente desde la mirada psicoanalítica, de la Escuela inglesa.

 

El abordaje de una adolescente desde la perspectiva psicoanalítica inglesa

Introducción:

 

Presento un breve resumen del libro, a fin de familiarizar al lector con la trama del mismo:

La trama narrativa se desarrolla en torno al despliegue de un baile, por parte de la familia protagonista. Los Kampf han ascendido en su posición económica, en forma repentina e inesperada, por lo que pueden gozar de innumerables lujos. La familia posee todo lo que el dinero puede comprar, a excepción del reconocimiento por parte de las clases acomodadas de Francia. De este modo, movidos por la necesidad de reconocimiento de sus pares, la familia decide organizar un ostentoso baile, como una forma de hacerse conocidos en la alta sociedad francesas. Sin embargo, algo perturba el desarrollo del mentado acontecimiento. Antoinette, la hija adolescente de los Kampf ejecuta un acto impulsivo que culmina por romper las ilusiones de reconocimiento de sus padres. La naturaleza de este “gesto impulsivo”, se centra en la destrucción de todas las invitaciones a la fiesta. Dicha destrucción es una” venganza” hacia sus padres por haber sido privada del derecho de asistir al baile. Como consecuencia de esto, los padres de la adolescente, ignorantes del acto de su hija, culminan ofreciendo un baile al que nadie asiste.

 

La personalidad de Antoinette desde la perspectiva Bioniana:

En un principio, me inclinaré a trabajar con la personalidad de la hija de los Kampf, abordándola desde las concepciones de W.R Bion.

Veamos, desde el inicio del libro, la autora nos presenta a la joven, como una muchacha de aspecto frágil que recibe clases por parte de su institutriz (al parecer la joven no asiste al colegio). No se le permite hablar con los criados que trabajan en su domicilio y tampoco puede apreciarse que posea algún tipo de relación con personas de su misma edad o con otras figuras fuera del hogar. A esto se le agrega que las únicas veces que la joven ha abandonado su vivienda, han sido para tomar clases de piano con la señorita Isabelle (prima de su madre). A la vista de los hechos, nuestra protagonista parece encontrarse aislada, atrapada en el seno intrafamiliar. Rodeada de lujos y de excelente educación, pero sin amistades, ni amores, ni salidas. Antoinnette ve el mundo a través de sus padres y por lo que ellos le permiten conocer de él. Esto, en la adolescencia, se vuelve un grave problema. Antoinnete es una púber que recién abandona la niñez para insertarse en el mundo adulto. Sin embargo, en este punto se presenta un problema, al parecer la protagonista se ve imposibilitada de realizar este trabajo de ruptura y renacimiento que implica la entrada en la adultez. Sus padres parecerían ser el obstáculo en su desarrollo.

La joven, en un principio, expresa su descontento hacia ellos (sobre todo hacia su madre) a través de pensamientos hostiles. Cuando su madre le reclama o reprocha alguna cuestión, la protagonista se debate en una furiosa lucha interna entre expresarle su enojo y permanecer callada, triunfando la última cuestión. Ella no se atreve a contradecirlos dado a que “Ha temido a sus padres desde muy niña” (Nemirovsky, 2009, p10), de este modo, Antoinette se limita a odiar en silencio a sus padres y a su entorno por no valorarla adecuadamente. Inclusive, su odio es tan ferviente que llega al punto de desear la muerte tanto de sus progenitores como de sí misma.

Esta marcada hostilidad resulta analizable desde la perspectiva Bioniana.

W. R Bion, psicoanalista y psiquiatra británico, plantea en su libro “Volver a pensar” (1955) que todo sujeto posee una personalidad psicótica y una no psicótica.

“La personalidad esquizofrenica depende de la existencia en el paciente de cuatro características: a) un conflicto nunca resuelto entre los instintos de vida y de muerte; b) un predominio de impulsos destructivos; c) un odio a la realidad interna y externa; d) una relación de objeto frágil pero tenaz.(Bion, 1955, p 2)”[i]. La parte psicótica también se caracteriza por un ambiente determinado que favorece su aparición y por un exceso de la identificación proyectiva, es decir, de una relación de objeto agresiva.

La parte no psicótica en cambio, se caracteriza por una identificación proyectiva “normal”, que sirve a fines de la comunicación, como forma de conectarse con el otro y también por la capacidad simbólica.

Luego de esta breve descripción, procederé a familiarizar al lector con la obra de Bion, ejemplificando lo desarrollado por el autor con las características de la personalidad de Antoinnette. Como fue planteado anteriormente, la concepción del autor radica en que todos poseemos una personalidad psicótica y una no psicótica. Ambas personalidades fluctúan entre si, predominando una y otra según el caso. Por ejemplo, en un psicótico florido podemos decir que hay un predominio de la personalidad psicótica. Se trata de un predominio, ya que el autor concibe que en todo psicótico hay un punto de contacto con la realidad (personalidad no psicótica), solo que, en este caso, ésta se ve eclipsada por su contraparte psicótica.

Ahora bien, en Antoinnette, los reiterados deseos de muerte a sus padres: “¿Pero con que derecho la enviaban a acostarse, la castigaban, la injuriaban?<<¡ah! Ojala se murieran.>> (Nemirovsky, 2009,p 38), a los personajes de su entorno: “Dios mío, haz que la señorita Isabelle se muera esta noche” (Nemirovsky, 2009, p 29), conjugados a sus propios deseos de morir: “Quiero morirme. Dios mío haz que me muera…Dios mío, Virgen Santa porque me habéis hecho nacer entre ellos? Castigadlos, os lo suplico…castigadlos una vez para que yo pueda morir en paz” (Nemirovsky, 2009, p 39), todos estos pensamientos son muestras de un odio a la realidad y de un predominio de los impulsos destructivos, características de la personalidad psicótica. En este caso, los instintos de vida son rápidamente teñidos de odio, y de sus deseos de muerte.

Sumado a esto podemos encontrar un ambiente favorable para el desarrollo de esta personalidad; el aislamiento y la casi “reclusión” en su hogar hacen que la joven se encuentre permanentemente sola con sus pensamientos, privada de toda distracción. No hay nadie que aconseje, que sea un apoyo o al menos una guía… a los ojos de Antoinette todos parecen ser enemigos.

En resumen, si bien en Antoinette se observa la fluctuación de ambas personalidades (psicótica y no psicótica), se aprecia el predominio de la personalidad psicótica en sus comportamientos. Es preciso aclarar que esto no quiere decir que la joven sea psicótica, sino que en este momento de su vida puede verse un predominio de esta personalidad.

A continuación me centraré, desde la perspectiva de D. Winicott, en la evaluación del ambiente en el cual Antoinette se ha encontrado inserta, destacando la relación primaria que han sostenido ella y su madre.

 

El ambiente como condición favorable y desfavorable en el desarrollo y sus consecuencias:

Donald Winnicott se centra, fundamentalmente en el ambiente como factor determinante en el desarrollo ulterior del sujeto. Dicho ambiente puede calificarse como: favorable o desfavorable para el desarrollo. El ambiente favorable, se produce en el caso de que exista una “madre lo suficientemente buena” es decir, una madre que sea capaz de sostener al niño (Holding) a nivel tanto físico como psicológico, de interpretar sus necesidades y satisfacerlas y de protegerlo ante los estímulos hostiles del ambiente exterior. En cambio, el ambiente desfavorable es el producto de una madre ansiosa, la cual por ejemplo, amamanta al bebe ante toda demanda del mismo (sin importar su tipo), lo molesta cuando el niño esta tranquilo, o una madre imprevisible, que no respeta las rutinas. En resumen, un ambiente desfavorable es creado cuando la madre se encuentra más al servicio de ella misma que de su hijo. Ahora bien, en caso de que el ambiente haya resultado favorable, prevalecerá la tendencia a crecimiento y al desarrollo.

En el caso de la relación madre-hija que sostienen Rosine y Antoinette no podemos afirmar con seguridad cuales fueron los detalles de las circunstancias por las cuales atravesaron cuando Antoinette era aun una bebe. Sin embargo el libro nos da algunos indicios: “En otro tiempo, cuando Antoinette era mas pequeña, su madre la sentaba a menudo sobre las rodillas, la apretaba contra su pecho, la acariciaba, la abrazaba. Pero eso Antoinette lo había olvidado. En cambio, conservaba en lo mas profundo de su ser el sonido, los estallidos de una voz irritada pasando por encima e su cabeza <<!Esta niña que esta siempre encima de mi!>>, <<¡Otra vez me has manchado el vestido con los zapatos sucios!, ¡al rincón, así aprenderás, me has oído?, pequeña imbécil!>> (Nemirovsky, 2009, p10)

La cita, nos permite deducir, a grandes rasgos, que en un principio la relación entre ambas había sido amorosa, para luego, repentinamente, pasar a ser intolerante y despreciativa por parte de Rosine. Antoinette conoció la amabilidad y el amor por parte de su madre, sin embargo luego fue privada de ello. Según Winnicott, a posteriori esto puede provocar en el niño marcadas tendencias antisociales, llegando a desencadenar una predisposición al hurto. Esta predisposición, se genera a raíz de la deprivación que el sujeto sufrió en su niñez. En otras palabras, se vive con la sensación de que algo ha sido quitado (robado) y debe recuperarse. Una manifestación de este comportamiento en Antoinnete se ve en parte de un fragmento que ya fue citado anteriormente: “Sucios, egoístas; soy yo la que quiere vivir, yo, yo, yo soy joven…me están robando, me roban parte de mi felicidad en la tierra”.

Ella siente que sus padres le están robando su juventud y su felicidad al no permitirle asistir al baile. Sin embargo, con lo que se ha planteado anteriormente, puede pensarse que no es ese “el robo” que tanto aqueja a la joven. Todo su odio y angustia quizás se estén rebelando como resabios de la deprivación de una cuestión más primitiva: el cariño y el afecto de su madre.

La relación madre-hija es una cuestión central en la obra de Némirovsky, es por eso que, tomando los conceptos de M. Klein, dedicaré una apartado de este trabajo a su análisis.

 

La relación madre-hija y los efectos de la envidia sobre la misma, desde los aportes de M. Klein:

M. Klein ha atribuido fundamental importancia a la primera relación de objeto del niño. En otras palabras, la relación que el niño posea con el pecho de la madre será influyente en el desarrollo ulterior del infante. Si el pecho es introyectado de forma satisfactoria, siendo fuente de placer, el mismo pasa a formar parte del yo. Caso contrario, es decir, si existen dificultades en la alimentación o si la madre resulta ineficaz en sus cuidados, devienen factores que intervienen a la hora de que el niño sea capaz de internalizar el “pecho bueno”. Las dificultades anteriormente planteadas no serán vividas por el niño como ausencia del pecho bueno (el placentero), sino como presencia del pecho malo (el que se ausenta, el que provoca que el niño se ahogue, el que acude tarde al llamado, etc). De este modo el infante amará y odiará al pecho bueno y malo respectivamente, sentando las bases del conflicto interno entre los instintos de vida y de muerte. El pecho bueno y malo como los denomina Klein, no dejan de ser escisiones de un mismo objeto (el pecho de la madre). La escisión del objeto es producto de la ansiedad persecutoria propia de la posición esquizoparanoide, de la cual daré cuenta brevemente a continuación.

M. Klein desarrolla en su obra dos posiciones: la posición esquizoparanoide (de cero a seis meses) y la posición depresiva (de seis a doce meses), las cuales pueden ser reactivadas a lo largo de la vida (es decir, que no se atraviesan y se superan). La posición esquizoparanoide se caracteriza por la escisión y los mecanismos proyectivos, los cuales se caracterizan por depositar “afuera” todo lo que disgusta. Ahora bien, como se dijo anteriormente, el hecho de que se produzca una escisión del pecho en bueno y malo es producto de la ansiedad propia de esta posición. La ansiedad persecutoria tiene que ver con el instinto de muerte. El instinto de muerte no provoca angustia en si mismo, sino que este es depositado en el exterior a través de la identificación proyectiva. De este modo la identificación proyectiva es un modo de desembarazarse de la angustia de aniquilación. Ahora bien, esta escisión solo tiene éxito si existe una buena capacidad para amar y si el yo es lo suficientemente fuerte para tolerar las frustraciones que pueden devenir del ambiente. Caso contrario, esta escisión, puede verse perturbada por acción de factores tales como la envidia. En palabras de Klein “La envidia excesiva, expresión de los impulsos destructivos, interfiere con la disociación primaria entre el pecho bueno y el malo, y es por ellos que no puede ser suficientemente lograda la estructuración de objeto bueno” (Klein, 1957, p 46 y 47)[ii]. La envidia se basa en la idea de que hay un objeto que lo posee todo, siendo el impulso envidioso el deseo de quitárselo y destruirlo. Este sentimiento se remonta a la primera relación con la madre. El primer objeto envidiado es el pecho de la madre, para posteriormente ser reemplazado por el deseo de la niña de reemplazar a la madre para recibir el pene del padre y gestar a sus hijos. De este modo, la posibilidad de establecer relaciones amigables con los padres se ve perturbada por los efectos de la envidia y los celos edípicos. Me detendré un momento para ilustrar la presencia de esta cuestión en la novela de Nemirovsky. En el fragmento extraído, Antoinette rumia sus deseos destructivos hacia sus padres luego de ser privada de la posibilidad de asistir al baile:

“Sucios, egoístas; soy yo la que quiere vivir, yo, yo, yo soy joven…me están robando, me roban parte de mi felicidad en la tierra…¡Oh!¡entrar en ese baile milagrosamente, y ser la mas bella, la mas deslumbrante, con los hombres a mis pies! Susurro:

-¿ La conocen? Es la señorita Kampf. La suya quizás no sea una belleza convencional, pero posee un extraordinario encanto, y es tan fina…eclipsa a todas las demás ¿no creen? En cuanto a su madre, parece una cocinera a su lado…” (Nemirovsky,2009, p 42).

Los padres de Antoinnette le prohíben asistir al baile. Su madre, ante los ruegos de su hija, ha expresado sus deseos de “vivir ella” y recuperar sus años perdidos. Ante esto, la joven monta en cólera en la soledad de su habitación. En Antoinette se refleja la envidia hacia sus padres, al ser los “poseedores” del objeto deseado: el baile. En este sentido “el baile” se ve idealizado:

“¡Oh! ¡Entrar en ese baile milagrosamente, y ser la mas bella, la mas deslumbrante, con los hombres a mis pies!” En el mismo, se ven las posibilidades de aprobación, de reconocimiento y valoración por parte de la comunidad. A esto se le suman los sentimientos de triunfo sobre la madre, al comparar a la misma con una cocinera. La ambición de ser “la más bella” tiene sus raíces en la rivalidad y competencia de la situación edípica.

De este modo, la joven, al ver la imposibilidad de asistir comienza a concebir la posibilidad de arruinar, de algún modo, el tan esperado acontecimiento:

“Y se vio en la acera, tendida, ensangrentada…sin baile a los quince…dirían:<<La niña no podía escoger otro día para matarse>>” (Nemirovsky, 2009, p 41)

Antoinnette, no se limitará a idear maneras de frustrar el convite. La joven, en un acto impulsivo, romperá y arrojará los sobres junto con las invitaciones al rió. Este acto será realizado mientras, Antoinnette va de camino al correo junto con su institutriz (una joven inglesa) y el novio de esta última, a mitad de camino, los novios comienzan a besarse dejando a la joven un poco apartada: “Y esos dos que seguían besándose? No habían separado los labios…la embargó una especie de vértigo, una necesidad salvaje de desafió y de hacer daño. Con los dientes apretados, agarró los sobres y los estrujo, los rompió y los lanzo todos juntos al Sena.” (Nemirovsky, 2009, p 55).

En este punto puede observarse otro ejemplo de este “sentimiento enojoso”. Antoinnette envidia lo que su institutriz posee: una juventud fresca y libre, pero, por sobre todo, la posibilidad de tener un amor. La protagonista, añora bailar ceñida de los brazos de un hombre o “Ser la más bella de un baile con los hombres a sus pies”. Sus deseos son reflejados en su institutriz y la joven no lo soporta. Algo crece en su interior: “Una necesidad salvaje de desafió y de hacer daño”. Acto siguiente estruja y rompe las invitaciones para luego arrojarlas al Sena. Ahora bien, ¿Qué es aquello tan insoportable para nuestra protagonista?¿Qué la motiva a destruir los sobres? Según M. Klein, la envidia pone en evidencia el instinto de muerte (la destructividad), actuando mediante la identificación proyectiva, se escinden partes de uno, colocando el odio y la hostilidad dentro del objeto. Se destruye aquello que se odia. La joven no ataca a la inglesa (al menos, no directamente, puesto que en caso de que se supiera que las invitaciones no llegaron a destino la culpa recaería sobre ella) sino, que se ensaña con las invitaciones a un baile al cual, prohibición mediante, no puede asistir. Las invitaciones son un enlace tácito con su vínculo parental, en ellas se reflejan los deseos y aspiraciones de sus padres. Ese día, la joven posee en sus manos la posibilidad de aceptación y aprobación de sus progenitores y la necesidad que surge de su interior es de romper, “de devolver el favor”. Ahora todos serán despreciados.

Paralelamente, en el fragmento citado también se aprecia la rivalidad que la joven sostiene con su madre. Según M. Klein: “La relación envidiosa con la madre se expresa en una excesiva rivalidad edípica. Esta rivalidad se debe mucho menos al amor por el padre que a la envidia de la posesión materna de éste y su pene. La envidia experimentada hacia el pecho es entonces traspasada a la situación edípica. El padre (o su pene) se ha convertido en una pertenencia de la madre y es por estos motivos que la niña quiere robárselo. Por eso en la vida ulterior todo éxito en su relación con los hombres se convierte en una victoria sobre otra mujer” (Klein, 1957, p 61[iii]). En otras palabras, es posible que sus deseos amorosos vinculados al deseo de ser “la mas deslumbrante, con los hombres sus pies”, sea mas un triunfo sobre su madre (la cual es comparada con una cocinera) que un deseo por encontrar el amor en una pareja.

 

“La muerte a los padres” como la entrada en la adultez. El problema que plantea Winnicott cuando los padres “no sobreviven”:

Por último, abordaré el desenlace de “El baile” desde la perspectiva que Winnicott desarrolla en el capitulo once de “Realidad y juego”.

Antoinette, al romper todas las invitaciones al baile, aun a sabiendas de las expectativas e ilusiones que habían depositado sus padres en el mismo, “responde” a sus padres, y desordena lo conocido. Por una vez, sus progenitores harán el ridículo. Por una vez, ellos serán los humillados al ser los únicos en el decoroso agasajo que ofrecen. Antoinette reflexionará mientras observa el llanto de su madre ante el fracaso del ansiado acontecimiento“¿Así que también las personas mayores sufrían por cosas fútiles y pasajeras? Y ella, Antoinette, les había tenido miedo, había temblado delante de ellos, de sus gritos, sus cóleras, sus amenazas vanas y absurdas…”(Nemirovsky, 2009 p 92)

En el principio del libro la protagonista manifestaba “haber temido a sus padres desde muy niña”, sin embargo, con este acto, puede verse que ha superado este temor infantil. Sus progenitores han dejado de ser las figuras sólidas e indiscutibles que eran en su niñez. Ahora son frágiles, vulnerables…mortales. Según Winnicott el corrimiento generacional que implica el pasaje de ser hijo a ser padre/madre conlleva un deseo de muerte y asesinato a nivel simbólico de sus progenitores. A diferencia de la niñez, en la que predominaba el contenido de muerte, en la adolescencia predomina el de asesinato. Para el autor el crecimiento representa, inconcientemente, un acto agresivo: para ocupar el lugar del padre/madre el mismo debe ser desplazado. Matar al progenitor para ocupar su lugar. En palabras de Winnicott, “Si se quiere que el niño llegue a adulto, ese paso se lograra por sobre el cadáver de un adulto” (Winnicott, 1979 p 187)[iv]. Ahora bien, en el caso de Antoinette, puede decirse que ha ejecutado este acto simbólico: ha matado a sus padres. Se ha vengado de sus maltratos, de su desprecio y su desvalorización. Ha triunfado sobre ellos…sin embargo aquí se abre el interrogante ¿Ha triunfado? El asesinato simbólico es preciso y necesario para el autor. Sin embargo he aquí la paradoja: es preciso que los padres “sobrevivan a su propia muerte”, para que el adolescente no llegue a la madurez demasiado tempranamente y por un camino falso.

En este caso los padres de la joven no sobreviven. La joven los ve destruidos. Su padre se ha marchado y su madre, llora derrumbada en su costoso sofá

La protagonista ha triunfado sobre la figura de sus padres…¿Pero a costa de que?. Antoinette, solo tiene catorce años y la muerte simbólica de sus padres le abre el camino a la adultez, el problema es que esto hace que la adolescente deba madurar y hacerse cargo de responsabilidades que aun no le conciernen. Tal vez pueda pensarse que el hecho de desafiar la autoridad de sus padres resulte beneficioso. Sin embargo, esto conlleva a la “muerte de la inmadurez”, la cual, pensada desde la perspectiva Winnicottiana es fuente imaginación y de creación. Pero, por sobre todo, es un periodo por el que hay que pasar, siendo el paso del tiempo su única cura.

Finalmente la madre de Antoinette, vencida, exclamará: “¡Ah!, pobre hija mía, mi pobre Antoinette; tu si que eres feliz; no sabes lo injusto que es el mundo, malvado hipócrita…toda esa gente que me sonreía, que me invitaba, se reía de mi a mis espaldas, me despreciaba, porque no pertenecía a su mundo, pandilla de pajarracos, de… ¡pero tu no puedes entenderlo, pobre hija mía! ¡y tu padre!...¡Ah! ¡Mira, solo te tengo a ti!...-termino diciendo de pronto- ¡Solo te tengo a ti mi pobre niña!... estrecho a Antoinette entre sus brazos. Como la niña pego el rostro mudo contra las perlas, su madre no la vio sonreír. Dijo:

-eres una buena hija, Antoinette…

Fue un segundo, un destello inaprensible mientras se cruzaban “en el camino de la vida” una iba a llegar, y la otra a hundirse en la sombra.” (Nemirovsky, 2009, p 94)… mi pregunta es: ¿Cuál de las dos será?

 

Conclusiones:

“El pájaro rompe el cascaron. El cascaron es el mundo. El que quiere nacer tiene que romper un mundo.” (Hesse, 2005 p. 69)[v]

 

Este trabajo ha partido de la siguiente idea: presentar de forma ilustrativa la visión de la Escuela inglesa del psicoanálisis, aplicándola a la producción literaria “El baile” de Iréne Némirovsky. De esta forma, centrándome en uno de sus personajes, realicé un recorrido por la obra abordándola desde distintas concepciones de los autores. En un principio di cuenta de determinados rasgos de la personalidad de Antoinette y de su ambiente, los cuales me permitieron inferir un predominio de la personalidad psicótica en sus comportamientos. Posteriormente, evalué el entorno de la joven desde la perspectiva de D. Winnicott para dar cuenta de las posibles consecuencias que podían generar un ambiente familiar de las características mencionadas. Mas tarde, utilicé la noción Kleiniana de “envidia” para referirme a la relación que sostenía Antoinette con su madre. Por último, retomé las concepciones de Winnicott para abordar el desenlace del libro, considerando los potenciales efectos que podían llegar a generar el acto destructivo que ejecuta Antoinette, como “venganza” a sus progenitores.

La obra finaliza dejando un panorama abierto, si bien afirma “Una iba a llegar, y la otra a hundirse en la sombra” no nos deja en claro de cual de las dos se tratará. Por otro lado tal vez podría pensarse que el desenlace resulta obvio dadas las circunstancias: la joven se ha vengado ante todas las injusticias de sus padres, ha triunfado sobre ellos. Sin embargo, con lo que ha sido trabajado hasta el momento el final de la historia no resulta tan predecible. Antoinette, si bien ha superado su temor infantil hacia sus padres y ha logrado humillarlos, esto no implica que ella se encuentre libre de los efectos producidos por años de maltratos y de un entorno poco favorable para su desarrollo. Es posible que Antoinette sea capaz de “llegar”, sin embargo, cuestiones vinculadas a su pasado, tales como la rivalidad con su madre, los sentimientos de que algo le ha sido robado y la muerte simbólica y prematura de sus padres, le jueguen en contra a la hora de instaurarse en la sociedad y relacionarse con sus pares.

Finalmente “El que quiere nacer tiene que romper un mundo”. Antoinette ha destruido un mundo, el mundo que conocía, en donde sus padres eran temidos, su odio era contenido y existían prohibiciones y amenazas. Ha muerto una niña y ha nacido una adulta. Ahora bien ¿Se encontrará Antoinette preparada para afrontar este nuevo nacimiento?

 

Anexo



[i] Bion, W. (1955) Desarrollo del pensamiento esquizofrénico. Volviendo a pensar. Bs. As.: Hormé.

  Bion, W. (1957) Diferenciación de las personalidades psicóticas y no psicóticas. Volviendo a pensar. Bs.    

  As.: Hormé.

5 Hesse. H (2005) Damián. Zig-Zag S.A. Santiago de Chile

 

[ii]/3 Klein, M. (1957) Envidia y Gratitud. Envidia y gratitud y otras obras. Buenos Aires: Paidós.

  Klein, M. (1946) Notas sobre algunos mecanismos esquizoides. Desarrollos en Psicoanálisis. Bs. As.:    

  Hormé. O.C. T. III. Bs. As.: Paidós.

  Nemirovsky, I (2009) El baile. Narrativa Salamandra. Barcelona, España.

[iv] Winnicott D (1979). Realidad y Juego. Cap. 11. Editorial Gedisa . Buenos Aires

 

 

 

 


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