» Psicoanálisis y Ciencias
Dos concepciones opuestas de la energética en psicoanálisis: de la energía como sustancia a los bloques de Feynman26/04/2016- Por Federico Fresneda - Realizar Consulta
Federico Fresneda en este texto nos ofrece una interrogación acerca del concepto de energética en Psicoanálisis. Realiza un breve recorrido del mismo dentro de la obra de Freud, comparándola con el abordaje que Lacan desarrolla en su tiempo, repensando la obra de su maestro de un modo crítico.
Introducción
Tanto S. Freud como J. Lacan han pensado en sus respectivas teorías cómo entender la cuestión de la energética. Pero lejos de poder equiparar ambos desarrollos, se destaca una profunda e insalvable diferencia entre ambos, sobre este tópico.
El objetivo del presente trabajo es el de exponer en qué consiste esa diferencia y qué consecuencia trae en la teoría y clínica psicoanalíticas.
Ahora bien, ¿Qué es la energía? Pregunta automática que conlleva un presupuesto, el de la dimensión del ser de la energía. Vale recordar aquí la indicación que W. Heisenberg hace en Física y Filosofía[1]: hacer la pregunta correcta es más de medio camino para su resolución. En ese sentido, todo planteo científico requiere de la revisión de los prejuicios del investigador sobre el objeto de estudio. Inscribir de forma inadvertida al concepto de energía en el problema ontológico del ser sería uno de ellos.
Para posibilitar la prosecución de los objetivos establecidos, de manera general decimos que la energía, como noción, está implicada en toda teoría que habilite cambios y movimientos entre los elementos de sistemas relacionados entre sí, en tanto que esto abre la pregunta de ¿qué hace posible esos cambios? ¿De dónde se obtiene lo necesario para ello? En suma, ¿qué mueve?
Resulta claro que una respuesta a esta pregunta implicaría una toma de posición específica en el dilema filosófico-científico de qué tipo de entidad es la energía. Cuestión que no está zanjada totalmente hoy en física.[2]
Aclaramos entonces que, en lo que sigue, no se tratará de demostrar la corrección de una posición en detrimento de la otra, sino de explicitar un debate entre Freud y Lacan que se encuentra velado entre los seguidores de ambos autores.
Freud y la pulsión
La referencia de Freud a la energía es una constante en toda su obra. Hasta tal punto es fundamental, que se puede decir que su teoría, tal como la desarrolló sería inviable sin el concurso de este concepto. Una de las primeras referencias explícitas la encontramos en “Las neuropsicosis de defensa”: “… en las funciones psíquicas cabe distinguir algo (monto de afecto, suma de excitación) que tiene todas las propiedades de una cantidad- aunque no poseamos medio alguno para medirla-; algo que es susceptible de aumento, disminución, desplazamiento y descarga y se difunde por las huellas mnémicas de las representaciones como lo haría una carga eléctrica por la superficie de los cuerpos”[3].
La famosa representación auxiliar presenta una analogía entre el monto de afecto y la energía eléctrica que se desplaza sobre los cuerpos. La intervención de un factor cuantitativo que se añade a las representaciones resulta indispensable ya a esta altura de la obra de Freud, ¿cómo entender sin ella a la abreacción? Ahora bien, esta cantidad que Freud piensa bajo el modelo de la electricidad, ¿de dónde viene? ¿Qué excita al grupo de representaciones?
Un esbozo de respuesta se halla en las reflexiones sobre la angustia: “… Si, para fijar mejor nuestras representaciones sobre esto, suponemos que la excitación sexual somática se exterioriza como una presión sobre la pared, provista de terminaciones nerviosas, de las vesículas seminales, entonces esta excitación visceral aumentará de manera continua pero sólo a partir de cierta altura será capaz de vencer la resistencia de la conducción interpolada hasta la corteza cerebral y exteriorizarse como estímulo psíquico. Ahora bien, en ese momento será dotado de energía el grupo de representaciones sexual presente en la psique…”[4]
De esta cita se concluye que lo que excita a las representaciones psíquicas son los estímulos sexuales somáticos. Esto nos hace resonar una de las definiciones de la pulsión que da Freud, “el esfuerzo de trabajo que lo corporal le impone a lo psíquico”.[5]
En el texto “Pulsiones y destinos de pulsión” encontramos la siguiente frase: “El estímulo pulsional no proviene del exterior, sino del interior del propio organismo”.[6]
Todas estas citas apuntan a destacar los siguientes puntos:
Freud trabaja la energética bajo el modelo de la bioelectricidad, que es una de las tantas formas en que se puede presentar la energía.
El estímulo pulsional es endógeno y, si bien entra en relación a lo psíquico, proviene de lo somático.
A diferencia de las representaciones, la pulsión como fuerza constante que pugna por satisfacerse no engaña. Es decir, es igual a sí misma.
El modelo espacial requerido para la lógica freudiana de estímulos internos y externos, es el de la esfera. Concretamente, “el huevo del individuo”[7].
Por último, según Freud: “… en cada fragmento de sustancia viva estarían activas las dos clases de pulsiones…”[8]
Entonces, la pregunta planteada más arriba sobre ¿qué mueve? tiene como respuesta en Freud, al propio cuerpo como fuente de estímulos pulsionales. En la sustancia viva están presentes las pulsiones que conllevan el esfuerzo hacia su satisfacción. Freud se apoya sobre un modelo que concibe la materia como corpórea, dotada de fuerzas intrínsecas que la hacen moverse unas hacia otras. Amparándose en última instancia en la física de Newton, con la diferencia en que para éste la explicación de la naturaleza de esa fuerza quedó como una x[9], mientras que en Freud aparece como una tendencia natural e inherente a la materia.
Lacan y los bloques de Feynman
Se le criticó a Lacan su supuesta omisión del lugar esencial de la energética. Lejos de ser ciertas, esas críticas se amparaban en una concepción prejuiciosa de la energía, que desconoce la complejidad y los desarrollos científicos sobre el tema. En la clase 2 del seminario 16, al empezar a introducir la “economía política”, hace una aclaración valiosa: “Pero no desdeñemos la energética en la ocasión. Para que ella se refiera a nuestro campo, si ponemos en aplicación lo que acabo de decir, sería necesario que el discurso tuviera consecuencias allí. Precisamente, las tiene. Hablo de la verdadera energética, de donde ella se sitúa en la ciencia de la física (…) Eso implica al mismo tiempo, que la física implica la existencia de un físico y que, es más, no importa cuál sea. Un físico que posea un discurso correcto en el sentido que acabo de articularlo, es decir un discurso que valga la pena de ser dicho y que no sea sólo un aleteo del corazón; esto es lo que llega a ser la energía cuando se la aplica a un uso tan delirante y brumoso como el que se hace de noción de libido, donde se ve lo que se llama una pulsión de vida”[10]
En esta cita es clara la toma de posición de Lacan, la energía no proviene de la sustancia viva. Es resultado de la formulación de un discurso que tenga consecuencias, y es por ello entonces que la energética refiere a nuestro campo. No es un dato proveniente de la naturaleza, implica la existencia de la física como discurso científico con modalidad de elaboración del saber. Vemos aquí una inversión de orientación respecto de lo planteado por Freud, en Lacan la secuencia puede ser planteada como: 1) Significante, discurso. 2) Energía.
En la cuarta pregunta de “Televisión”, Lacan es interrogado sobre la energía. En su respuesta, sostiene lo antedicho y agrega algo más que es importante a los fines de este trabajo: “El que una fuerza de vida pueda constituir lo que se consume, es una metáfora grosera. Porque la energía no es una sustancia, que por ejemplo se bonifica o que al envejecer se pone agria, es una constante numérica que para poder trabajar necesita el físico encontrar en sus cálculos (…) Todavía es necesario que pueda plantearse ese principio, para que una física satisfaga la exigencia de ser verificable: es un hecho de experiencia mental, como se expresaba Galileo. O para decirlo mejor, la condición de que el sistema sea matemáticamente cerrado prevalece aún sobre la suposición de que sea físicamente aislado.”[11]
El alcance de la última frase es notable, y demuestra un grado de estudio elevado por parte de Lacan. En efecto, el principio de la conservación de energía, primer principio de la termodinámica y ley fundamental de toda la física, necesita de la posibilidad de delimitar un sistema cerrado sobre el cual corroborar que, a pesar de los cambios sobrevenidos en el mismo, la constante numérica se mantiene igual. Es evidente, que para esto no se aísla sistemas físicos para que no interactúen con otros sistemas, sino que se establece mediante el uso de las matemáticas qué pertenece a un sistema. Si resulta que hay pérdida de energía en un sistema se corrobora que hubo ganancia en otro, y de esta manera el principio queda en pie.
Esta posición de Lacan se encuentra desde muy temprano en su enseñanza, en el seminario 4 el ejemplo de la central hidráulica es excelente[12], y se mantiene inmutable hasta el final.
El modelo teórico que utiliza, se encuentra claramente expresado en el capítulo 4 del libro Lectures on Physics[13] de Richard Feynman. Lectura que Lacan recomienda vivamente.
Luego de criticar la concepción aristotélica sobre la materia, y postulando a la causa material competente en psicoanálisis como un agujero, Lacan da la referencia para entenderlo: “La energética no es lo que cree un autor que la opone como un complemento a mi teoría estructural del psicoanálisis. Él se imagina que la energética es sin duda lo que empuja. Esta es la cultura de los filósofos. La energética si ustedes se remiten, por ejemplo, a alguien tan autorizado como Feynman (…) Les pido que consulten el primer párrafo del capítulo 4: Conservation of energy”[14]
En ese texto Feynman, establece que la conservación de la energía es una ley, de la cual no se conocen excepciones hasta la fecha, que gobierna todos los fenómenos físicos conocidos. Dicha ley propone que hay una cierta cantidad que se denomina energía, que no cambia a pesar de los cambios que acontecen en la naturaleza. Agrega que esta es una idea abstracta, puesto que es un principio matemático y no la descripción de un mecanismo ni nada que sea sustancial.
Para ilustrar lo antedicho, Feynman apela al ejemplo de Daniel, el travieso que recibe de regalo 28 bloques para que juegue con ellos siempre dentro de su habitación. La madre al final de día revisa que estén los 28 bloques. A medida que el panorama se va complejizando, puesto que Daniel guarda algunos bloques en una caja que la madre no puede abrir, sumerge otros en una bañadera con agua tan sucia que no puede ver el fondo, en otra ocasión tira por la ventana otros más, etc.; la madre se ve obligada a agudizar su ingenio y realizar ecuaciones cada vez más complejas para deducir el cumplimiento de esa ley sorprendente: no importa lo que pase, la cifra de 28 bloques se mantiene. Feynman concluye, la energía es esto, pero sin bloques. Desliga a la noción de cualquier dimensión materialista-sustancialista, manteniéndola en el terreno de lo abstracto.
Los dos aspectos que se destacan del ejemplo, la naturaleza matemática de la ley y la importancia del sistema cerrado, nos permiten acercarnos al por qué Lacan asocia la conservación de la energía con su noción de agujero.
Topológicamente, Lacan piensa al agujero con el teorema de la curva cerrada de Jordan. Teorema peculiar, que contiene una característica que lo hace único: su enunciado es accesible para todo el mundo, pero su demostración es sumamente compleja. Dicho enunciado se puede expresar así: “toda curva cerrada simple del plano divide al plano en dos componentes conexas disjuntas que tienen a la curva como frontera común. Una de estas componentes está acotada (interior) y la otra no está acotada (exterior)”[15]
Si bien la ley de la conservación de la energía y el teorema de la curva de Jordan no tienen relación directa en sus campos de aplicación, en la definición de este último se destaca la posibilidad de establecer qué pertenece a la parte del plano interior a la curva en oposición a la exterior, al igual que en física se necesita de la posibilidad de establecer los componentes del sistema cerrado para poder realizar los cálculos.
Esta concepción de la interioridad, se aleja tajantemente de la comprendida en el modelo freudiano. Para Freud la interioridad de la que se trata es dada por cada individuo biológico, que adentro de sí posee tendencias que lo habitan y que pueden operar fuera de su conocimiento consciente. Dichas tendencias tienen su origen en lo somático y posteriormente traban relación con lo psíquico.
En Lacan, la acotación del espacio comprendido en el interior de la curva no implica la referencia a un individuo. En una dimensión abstracta no hay inconvenientes en poder pensar a la unidad del conjunto de lo que cae dentro de la curva, por ejemplo como el conjunto de los elementos de un caso. De hecho, estos desarrollos no son ociosos en el campo de la psicopatología. Si concebimos al Esquema R de Lacan como una curva cerrada de Jordan (en topología esto es posible) y su distorsión[16] el Esquema I como una línea abierta no acotada, se entiende la propuesta de la infinitización en las psicosis, además de coherentizarse la idea de realidad como fantasma colectivo.[17]
Conclusiones
No se intentó ser exhaustivo en el tratamiento de un tema tan vasto y complejo como es el de la relación entre la energía y el psicoanálisis. Entendemos que es un tópico abierto a la investigación y a ulteriores desarrollos.
Sí consideramos esencial delinear las diferencias que se pueden establecer entre las teorías de Freud y Lacan. Pues, lejos de limitarse a ser un retorno sumiso y fidedigno a la palabra de Freud, Lacan repiensa la obra de éste de modo crítico.
Hemos visto que, en la disyuntiva tan ligada al espíritu filosófico de occidente, entre lo abstracto y lo concreto, Lacan se ubica en las vías de lo abstracto y Freud en las de lo concreto.
Las consecuencias son muchas, puesto que ambas vertientes abren mundos distintos. La posición freudiana reporta un grado de seguridad mucho más alto al practicante, puesto que cuenta con suelo sobre el que apoyar su actividad, la irreductibilidad de las fuerzas que invisten a toda sustancia viva. Mucho más difícil es seguir a Lacan en este sentido, la pérdida del punto de apoyo es consecuencia de la aceptación de su posición.
“En los analistas, la referencia al fundamento orgánico responde tan solo a una especie de necesidad de seguridad que les lleva a entonar una y otra vez esa cantinela en sus textos, como quien toca madera(…), esto es una especie de absurdo para un analista, si admite el orden de efectividad en que suele moverse”.[18]
[1] Heisenberg, W. Física y Filosofía. Ediciones La isla. Pág.18. Buenos Aires. Bs As. 1959
[2] Coopersmith, J. Energy. The Subtle Concept-The Discovery of Feynman´s blocks from Leibniz to Einstein.
Oxford University Press. 2015
[3] Freud. S. “Las neuropsicosis de defensa”. Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu. Vol III. Pág. 61. Bs
As. 1992
[4] Freud, S. “Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en condición de
neurosis de angustia”. Obras Completas. Buenos Aires, Amorrortu. Volumen III. Pág. 108. Bs As. 1992
[5] Freud, S. “Pulsiones y destinos de pulsión”. Obras Completas Buenos Aires, Amorrortu. Volumen XIV. Pág.
117. Bs As. 1992
[6] Idem. Pág. 114
[7] Freud, S. “El yo y el ello”. Obras Completas. Buenos Aires, Amorrortu. Volumen XIX. Bs As. 1992
[8] Idem.
[9] Koyré, A. Del mundo cerrado al universo infinito. Siglo XXI. Bs As. 1979.
[10] Lacan, J. El Seminario, Libro XVI (1968-1969): “De un Otro al otro”. “Clase 2: 20 de noviembre de
[11] Lacan, J. “Televisión”. Barcelona. Anagrama. Bs. As. 1977.
[12] Lacan, J. El seminario, libro IV (1956-57): La relación de objeto. “Clase II: 28 de noviembre de
[13] Feymnan, R. Lectures on Physics. “Chapter 4: Conservation of energy”.
[14] Lacan, J. El seminario, libro XIII (1965-66) El Objeto del psicoanálisis. “Clase II. 8 de diciembre de
[16] Eidelsztein, A. Las estructuras clínicas a partir de Lacan. Volumen 1. Letra Viva. Bs As. 2008
[17] Lacan, J. “Sesión de clausura de la Jornada de carteles de la escuela freudiana”. 13 de Abril de 1975. (Lettres de l´ecole freudienne 18).
[18] Idem. Cit. 12.
© elSigma.com - Todos los derechos reservados



















