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El uso distorsionado del concepto de comorbilidad13/05/2017- Por Leon Benasayag - Realizar Consulta

Una vez más el Dr. Benasayag da muestras de su cruzada contra la patologización de la infancia. Con agudeza se levanta, en esta oportunidad, contra la manipulación que se hace del concepto de “comorbilidad”, entendida ésta como la coexistencia de dos o más enfermedades. De esta manera denuncia ciertas maniobras de la industria farmacéutica mediante las cuales -más que ocuparse del tratamiento y prevención de enfermedades- son consecuentes con el objetivo final de medicar.
Entendemos que el concepto de comorbilidad, definido como la coexistencia de dos o más enfermedades, en un mismo paciente, ha sido utilizado en forma abusiva para “ampliar el mercado farmacéutico”.
El ejemplo que vemos cotidianamente está en el campo del llamado ADHD y en el área psiquiátrica, que consiste finalmente en tomar por dos enfermedades lo que son efectos adversos de las drogas administradas para la patología de base y que se traducen en más ventas de medicación: principalmente psicotrópicos y Ritalina® (metilfenidato).
Si se evaluaran seriamente las patologías que quieren asociar o hermanar con el llamado ADHD (Déficit de Atención con/sin hiperkinesia), se observa que especialmente se trata de cuadros psiquiátricos, que son vinculadas artificialmente con un problema de conducta, que No tiene soporte médico (ADHD), y ponen en evidencia que ambas entidades son incomparables.
El verdadero síndrome de Gilles de La Tourette es muy infrecuente y en general es de difícil tratamiento y de origen desconocido.
El uso del Metilfenidato (Ritalina®), que es una anfetamina, produce, en cierto número de casos, la aparición de tics, tal como está documentado en la bibliografía. En muchos pacientes, con la cronicidad de la medicación, los tics se hacen más frecuentes y agregan algunas modalidades como sonidos guturales, etc. En tales circunstancias, algunos colegas formulan el diagnóstico de ADHD con el síndrome de Gilles de La Tourette. En esos casos la suspensión de la Ritalina, con otras medidas complementarias, lleva frecuentemente a la desaparición de los tics.
El error más usual es el de hablar de dos patologías cuando es sólo un cuadro secuelar, producto de la medicación, lo que produce la aparición de nuevos síntomas.
Esto lo desarrollamos en un artículo publicado en la revista El Cisne,(1) que llamamos “La Enfermedad F” (Enfermedad Fabricada).
El ADHD está “definido” como un trastorno, que es una palabra no consistentemente válida en la nosología médica. El déficit de atención ADHD es una creación de la industria y su autor, el psiquiatra norteamericano, León Eisenberg(2) así lo confesó antes de morir. Este cuadro es una forma de “problema de conducta” que no tiene fundamentos médicos, alteraciones bioquímicas, radiológicas, ni genéticas. Es un “cajón de sastre”, todo lo que se mueve más de lo reglamentado o es disperso o agresivo, etc., es clasificado y medicado.
El objetivo final de los llamados trastornos es medicar, contando siempre con la complicidad (conciente o no) del médico.
Una búsqueda bibliográfica pone de manifiesto que la mayoría de los trabajos, que se ocupan de la comorbilidad, lo hacen para referirse a una enfermedad bien definida y la asocian a un problema de conducta. La idea subyacente es jerarquizar el ADHD y justificar su medicación, que se agrega a lo que ya recibe el paciente por su patología de base.
Es lo mismo que comparar peras con zapatos, ¡para vender más medicación!
Generalidades:
1- Comorbilidad según el diccionario de la “Real Academia de la Lengua Española”: “Coexistencia de dos o más enfermedades en un mismo individuo, generalmente relacionadas”.(3) (Textual)
2- Comorbilidad según el “Centro Europeo de Monitoreo de Drogas y Adicción”: Son cuadros donde coexisten, en simultáneo, una adicción a drogas, con ADHD.(4)
Este criterio se ha ido utilizando para seguir ampliando el mercado del ADHD, como ya lo hicieron inventando el ADHD en adultos y luego ampliando el mercado, con el concepto de comorbilidad.
Usar nombres inventados para patologías inexistentes, como “actitud desafiante”, “oposicionismo”, etc. para poder medicar, en vez de investigar el origen de tales conductas, es más cómodo y económico, para médicos, padres, maestros, y más rentable para la industria.
En los niños es excepcional la comorbilidad, generalmente puede encontrarse en adultos y gerontes.
Comorbilidad en adultos: asociación de diabetes y depresión, que acarrea más gastos de atención primaria, urgencias, ingresos hospitalarios, en general, más gastos. Esa asociación acarrea más probabilidad de riesgo vascular, menor adherencia al tratamiento y dieta, y peor percepción del estado físico y mental.
En el cuadro superior tomado de Benasayag y col.(5) vemos la enorme diversidad de cuadros que asociaron al ADHD para ampliar la venta de medicamentos. También lo vinculan, inconsistentemente con la ansiedad y la depresión. Finalmente se mencionan algunos de los muchos medicamentos que intentan justificar para tales casos.
Este manejo pone en peligro la vida de los niños.
A continuación presentamos un ejemplo de dichos trabajos “científicos”: “Comorbilidad del trastorno de hiperactividad con déficit de atención (THDA) en una muestra poblacional de niños y adolescentes escolares. “Sabaneta, Colombia, 2001-JORGE-HOLGUÍN-ACOSTA,y col. (http://www.scielo.org.co/pdf/iat/v20n2/v20n2a1.pdf)
Resultados: la evaluación especializada permitió encontrar las dificultades del aprendizaje (15,1%) como la comorbilidad más frecuente, seguida por el trastorno desafiante-oposicional (5,0%), ansiedad generalizada (2,7%), trastorno de la conducta (2,7%), fobias (2,3%), depresión (1,8%), trastorno bipolar (1,8%), trastorno obsesivo (0,9%) y epilepsia (0,9%).
Conclusiones de dicho trabajo: el trastorno más frecuentemente asociado al THDA fue dificultades del aprendizaje - TA- (15.1%). “La búsqueda sistemática de esta comorbilidad representa un elemento central en el abordaje exitoso del niño con THDA.”
Criterios del Centro Europeo de monitoreo de drogas y adicción:
Previamente mencionamos el criterio específico de comorbilidad para dicho Centro. Esta entidad postula que existe un “agravamiento de patologías psiquiátricas cuando coexisten con adicciones”.
El uso de marihuana, anfetaminas, cocaína u otras drogas de uso psiquiátrico pueden desencadenar o reactivar brotes psicóticos, en pacientes predispuestos.
También observaron que ciertos cuadros psiquiátricos pueden ser producidos como consecuencia de una intoxicación con sustancias específicas (tales como anfetaminas, estimulantes, marihuana y cocaína) o bien producirse cuando se realiza la suspensión de los mismos (ejemplo: Síndromes depresivos asociados a la suspensión de estimulantes).
Presentación de un paciente. Dr. L. Benasayag
Primera consulta: concurre Matías de 6 años, niño inquieto y disperso al que le habían diagnosticado ADHD, e indicado Ritalina® (metilfenidato). La madre lee el prospecto y se entera de los innumerables efectos secundarios, que puede producir esta droga y solicita una segunda opinión.
Al examen se observa un niño con una severa hemiplejía derecha que camina muy torpemente, si bien es un niño vivaz y conectado.
Matías nació prematuro, con un peso de 800 gr., que implicó un largo proceso y permanencia en incubadora y que presentó todo lo esperable con tal peso: una hemorragia peri ventricular (grado 4: la más severa) del lado izquierdo, que originó una hidrocefalia, por lo cual, le colocaron una válvula. Además tiene dificultades importantes en la visión, lo que es propio de su prematurez, que limita su agudeza visual por la llamada ROP, (retinopatía del prematuro). Con la parálisis observamos la hiperreflexia osteotendinosa, hipertonía muscular, postura anormal de la mano y del pie derechos, así como un marcado desbalance en la marcha.
Es un niño inquieto, por momentos agresivo, disperso, con dificultades de rendimiento, atención corta y lábil. Tiene numerosos tratamientos de orden físico, psicopedagógico y también psicoterapia.
Los padres siempre intentan nuevos enfoques y caminos para que Matías alcance un nivel de normalidad completa, tanto en el área física como intelectual, ya que los diagnósticos que recibieron fueron siempre “segmentarios y difusos”, disociando sus aspectos motrices de su conducta intelectual, omitiendo un diagnóstico global y definitorio.
El niño tiene una “parálisis cerebral” y todos los síntomas floridos que presenta, en las áreas física y mental, son una clara secuela de las alteraciones sufridas por su prematurez extrema.
La creencia de que la denominación de parálisis cerebral pudiera ser agresiva, carece de fundamento, pues lo que lograría el enunciarla es una explicación integral y válida de todos sus síntomas, ya que hablamos de un daño estructural a nivel del sistema nervioso central, que da cuenta y justifica de forma coherente, todo su cuadro y su evolución. La escuela pedía que el niño fuera menos disperso, más tranquilo y con mejor desempeño. ¡Querían un Matías sin parálisis cerebral!
Previamente, un colega lo evaluó, y hace el diagnóstico de comorbilidad con ADHD, con lo cual justifica medicarlo con Ritalina®.
El objeto de este trabajo es mostrar la distorsión (o manipulación) de un diagnóstico (parálisis cerebral), para hacer viable el uso de la Ritalina®. (La cual requiere un recetario especial de drogas adictivas (triplicado) (categoría II) que otorga el Ministerio de Salud Pública.)
Se explica a los padres que la comorbilidad (la existencia de dos afecciones simultáneas) aplicada a este cuadro, carece de fundamento científico, pues la totalidad de sus síntomas, tiene un mismo origen (prematurez) y constituyen una sola entidad (parálisis cerebral), lo que originó el abanico de síntomas que presenta Matías.
El abuso del concepto de comorbilidad abrió las puertas para usar la Ritalina® en cualquier situación donde el niño está disperso o es hiperquinético.
El concepto de comorbilidad puede tener sentido en otras situaciones médicas, como por ejemplo: hipertensión arterial y diabetes, o bien glaucoma y diverticulitis, etc.
El abuso del concepto o el desconocimiento puede llevar por ejemplo a diagnosticar una insuficiencia hepática, + una alteración ocular + un parkinson; pero un buen diagnóstico muestra que es una “Enfermedad de Wilson”, que abarca los tres cuadros mencionados, y descarta la comorbilidad.
Se explicó a los padres de Matías, que existen otras alternativas terapéuticas, que sirven para disminuir la intranquilidad, la agresión y la dispersión. Además se remarcó la necesidad de reconocer la patología en toda su gravedad y profundidad, evitando pedir al niño conductas o actitudes por encima de sus reales posibilidades.
¡El colega que le agregó el diagnóstico de ADDH, también le advirtió que si no se trataba con Ritalina® en el futuro podría ser un adicto!
Está documentado que el autor de este concepto, Joseph Biederman (psiquiatra norteamericano) está sometido a un juicio en EEUU por falsificar trabajos científicos(6). Sostener este criterio equivale a indicar un litro de vino por día, para prevenir el alcoholismo en la adultez.
El ADDH no existe como una enfermedad documentable por estudios bioquímicos, radiológicos, etc. Son un conjunto de situaciones las que pueden producir este cuadro. Un problema de conducta (ej.: hiperactividad) puede ser producto de múltiples factores, como por ejemplo: un padre desempleado, la desnutrición, el hipo o hipertiroidismo, la anemia, la anoxia perinatal, las dificultades de aprendizaje, las migraciones, la separación de los padres, un embarazo con graves problemas, menor agudeza visual o auditiva, etc.
El inventor de dicho cuadro (ADHD) –León Eisenberg- confesó antes de morir “su pecado económico”, luego de lucrar con la angustia ajena y con los “niños problemáticos”. ¿Qué llevó en nuestro caso, a este médico a diagnosticar dicha patología, perturbar la evolución mental de Matías y agregar una anfetamina, con todos los riesgos que esto implica?
Si fuéramos benévolos, diríamos que fue el desconocimiento médico y la sujeción a la palabra sagrada del laboratorio, que le vendieron la “verdad revelada” de que la Ritalina® es una panacea para estos cuadros. Esa podría ser la causa por la cual la recetó, ignorando el diagnóstico de base y adhiriéndose a una nosología inexistente.
Referencias
1- El Cisne .junio 2016- Nº 310. Página 8-9. Dr. León Benasayag
2- www.worldpublicunion.org/2013-03-27-NEWS-inventor-of-adhd-says-adhd-is-a-fictitious-disease.html
3- dle.rae.es/?id=9y1iZbI
4- www.emcdda.europa.eu/system/files/attachments/2639/Comorbidity_POD2016.pdf
5- Benasayag L. y col., ADHD. ¿Una patología de mercado? Ed. Noveduc- marzo 2011
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