El útlimo Elvis
29/08/2012- Por Carlos Faig - Realizar Consulta
Carlos Gutiérrez es “el último Elvis” –del cono sur, la decadencia, y los últimos días–. Trabaja como operario en una fábrica y, por sobre todo, como imitador de Elvis Presley, por quien está realmente obsesionado. Cuando su ex mujer (Priscila, claro está) y su hija sufren un accidente automovilístico, deberá hacerse cargo de la niña (Lisa Marie, obviamente). A partir de allí se va encadenando un final esperable.
Ficha técnica
Dirección: Armando Bo (nieto)
Guión: Nicolás Giacobone y Armando Bo
Fotografía: Javier Julia
Edición: Patricio Pena
Música: Sebastián Escofet
Elenco: John Mclnerny, Griselda Sicialini, Margarita López
Género: drama
Distribuidora: Buena Vista
Duración: 90 minutos
Procedencia: argentina
Año: 2012
Existen sin duda diferentes tipos de suicidios y suicidas. En los suicidios de características megalomaníacas, donde están en juego fantasías de inmortalidad y de indestructibilidad del cuerpo –síndrome de Cotard, delirio de negación–, los medios se multiplican. Así, por ejemplo, sabemos de casos en los que el suicida se arroja al vacío, previamente ingiere una gran cantidad de tóxicos, y quizá también prende fuego a su cuerpo. Otro es el estilo de los suicidios en los cuadros melancólicos. En estos casos no es infrecuente que el sujeto se arroje a través de una ventana. La mirada lo fija, lo aprisiona. Sale así súbitamente de cuadro (se sabe que algunas pinturas, cuadros “verdaderos” suelen formar parte importante de la historia en estos sujetos). En las neurosis es donde se encuentra el mayor porcentaje de “fracasos”. El acto suicida suele aparecer como un pasaje al acto. Como en el famoso caso Dora –aclaremos que se trata sólo de una amenaza que no llega a concretarse–, corta una serie de actings. Estadísticamente, al parecer, de cada veinte intentos de suicidio sólo uno termina con la vida del sujeto. Por supuesto, esta cifra incluye todo tipo de patologías.
La anorexia y la bulimia, a principios del siglo XX, eran ante todo síndromes. No constituían entidades nosográficas. Hoy se han independizado y se los considera, si se quiere decir así, “cuadros”. Los ataques de pánico, por otro lado, han barrido con las fobias, la vieja neurosis de angustia freudiana, y quizá hasta con la angustia en general. Asimismo, y para concluir esta rápida enumeración, la drogadicción también aparece hoy como una entidad. Inicialmente, en un texto temprano de Hans Sachs, La génesis de las perversiones (1923), se exploraban sus raíces perversas. El DSM IV, el diagnóstico por signos, el espíritu de la época, han cambiado el panorama. Es por esto que comenzamos por distinguir diferentes estructuras en el acto suicida.
El film de Armando Bo nos permite recortar, dentro de esta problemática, un suicidio donde la ficción deviene paradigmática. Carlos Gutiérrez, el imitador de Elvis Presley, se encuentra apresado en la representación al punto de sacrificar su vida para completar la ficción y encarnarla totalmente. Si comparamos este film con Vírgenes suicidas[1] vemos que en esta última el tema gira alrededor del sin lugar, el encierro. En un caso observábamos que se trataba del sujeto; en el caso del film sobre el imitador de Elvis se trata, al revés, del objeto. En un caso el sujeto no tiene lugar en el Otro, en la representación. En otro, está completamente alienado allí. Estas dos formas son las que deseamos agregar a la enumeración inicial en tanto, según parece, cubren el espectro del suicidio.
En El último Elvis la ficción, en efecto, sobrevuela todo. Y casi podría decirse, nos imaginamos, que el director (o el guionista) vieron actuar a Mclnerny y ya tenían la película en mente. Su interpretación, por ejemplo, de Unchained Melody (el último tema compuesto por Elvis al piano, poco tiempo antes de morir) es estupenda. La ficción es así claramente anterior, y el suicidio depende de su desarrollo y acabamiento. Si volvemos ahora a la comparación con Vírgenes suicidas vemos que en el film de Sofía Coppola, en cambio, la ficción es restitutiva y parcial. Sólo se produce a partir de los testimonios posteriores del grupo de amigos y conocidos de las chicas. La ficción aquí es lo que falta. El film ocupa el lugar de lo que no estaba. Y por eso es meritorio que la narración de Coppola no termine dando sentido a los hechos que sucedieron.
El film de Armando Bo va dando signos anticipados de lo que va a ocurrir. El guión es consistente, logrado. Se nos muestra el grado de alienación de Carlos Gutiérrez a través de distintos hechos: su nombre lo molesta (quiere que lo llamen Elvis); se alimenta como Elvis (sándwiches de pasta de maní y banana); una reacción inapropiada en un club de barrio recuerda los días finales de Elvis, su irritabilidad; cuando dice, ante la dilación de un pago, un dinero que le debían por sus actuaciones: “¿Vos sabés quién soy?”, y luego queda azorado ante la respuesta del empleado: “Tengo muchos Elvis como vos”.
En otro plano de la narración, el conflicto familiar, el hecho de que Elvis mejore notablemente la relación con su hija y su ex mujer, a partir del accidente que estas sufren, lo aproximan al apellido, la línea generacional fuertemente reprimida o incluso forcluida, y por allí conducen al desenlace. La situación familiar mejora y amenaza fracturar la ficción. El último Elvis alcanza el título: pone un punto final a la ficción, a la representación, la consagra como tal. Y por allí se intuye su objeto.
Para concluir, recordemos algunos otros films que podrían aportar a la problemática del suicidio. La cuestión oral en La última comilona; los temas paranoicos en El inquilino de Roman Polanski; El interrogatorio, también de Polanski (que también hemos comentado aquí) el amor y el suicidio en muchas películas, en particular en la versión de Franco Zeffirelli del clásico de Shakespeare, Romeo y Julieta.
[1] The virgin suicides. Película estadounidense de 1999 dirigida por Sofia Coppola y basada en la novela homónima de Jeffrey Eugenides, publicada en 1993. Al respecto ver: “Las vírgenes suicidas”, por Carlos Faig en http://www.elsigma.com/cine-y-psicoanalisis/las-virgenes-suicidas/12446
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