Lecturas

por Juan Carlos Volnovich
Este es un libro original y popular. Se inscribe en la mejor tradición de los diálogos socráticos, los payadores y la coautoría. Pertenece por entero al campo ampliado de la cultura lunfardo-lacaniana. Como buenos payadores, Luis y José se tratan de usted y juntos van asociando, van interrogando, van pensando, van componiendo un texto delicioso que sólo podría haber sido escrito aquí: en el seno de una cultura periférica que hila lo recibido de los griegos, de la alta cultura occidental, con la producción local de tangos y poesía; hila una erudición clásica, con una erudición popular ; hila un saber académico, con un saber porteño, gaucho y callejero.
por María Inés Crespo
Con Aquí también hay dioses, asistimos no sólo a la presentación de los méritos de su contenido, sino también, al resultado del proceso creativo que le ha dado nacimiento. Y allí, en la primera lectura del texto, nos encontramos con la primera sorpresa: se trata de un texto complejo, incluso “difícil”. Pero la dificultad no consiste en la opacidad de lo que el texto dice, sino en la presencia invisible de lo que no dice. En efecto, el texto como unidad se va desplegando en partes cuya ilación no es evidente. Esa tarea de ilación, que va dejando claves sutiles en el sendero –títulos, epígrafes, citas–, es cedida al lector, que se ve convocado a completar la tarea que el autor ha abandonado a sabiendas. El resultado es una obra cuyo mensaje es necesario decodificar más allá de lo lingüísticamente explícito. El trabajo sobre el implícito y sobre la alusión es uno de los rasgos más destacados del texto, y es lo que provoca en el lector la sensación de estar en presencia de un “estilo”.
por Inés Sotelo
Este libro comienza como muchos con un prólogo, sin embargo en este caso será un prólogo como pocos. Los autores eligen a Osvaldo Delgado para que nos introduzca en la lectura y él no se limita a escribir algo protocolar sino que despliega un trabajo que, como nos sugiere, este libro le provocó. Los autores lo convocan, conocen su rasgo y no se les escapa que muchos de los lectores, que también lo conocen , no se lo van perder. Este prologo entonces, logra que no se lo saltee, que empecemos por el principio y se produce así ese primer efecto: la provocación.
por Abel Fainstein
Para el psicoanálisis y su ética subversiva, el tema es la posición de sujeto en relación con su deseo. No es deseo de reconocimiento sino reconocimiento del deseo. Ningún título, ningún reconocimiento, aun de las instituciones psicoanalíticas, es parámetro válido para asegurar que hubo proceso analítico pues no da cuenta de la posición del sujeto, el que puede seguir brillando alienado en los valores de la institución. La verdad del sujeto es entonces planteada como el fracaso del saber unificado, y este fracaso es a su vez muestra de la división radical del sujeto. Es tarea en el análisis tomar nota reiteradamente de ese fracaso. De esta manera el análisis logra un resultado producto del advenimiento de un sujeto que sabe del fracaso. Un sujeto que encuentre a duras penas su deseo y esto no será sin angustia que sirve de brújula hacia el propio deseo.
por Osvaldo Delgado
Este es un libro necesario, esperado. Convoca. Produce transferencia. Es un agente provocador.
El mismo título delimita un campo y nombra una ética, es más, es un testimonio ético.
Sus autores son psicoanalistas atravesados por la práctica institucional, la clínica de la psicosis, y la subjetividad de la época.
A lo largo de los capítulos, se van desglosando la solidez epistémica y los efectos clínicos. Tiene la virtud, no abundante por cierto en nuestro ámbito, de no producir “cierres de sentido”, que en verdad encubren la pobreza teórica y la capitulación de los principios. El estilo coloquial, el formato de curso, da lugar a una variada interlocución, que toma muy vivo el despliegue temático.
por Eva Lerner
Se trata en este caso de la aleación entre una experiencia singular y privada: el propio análisis y la formación. Una praxis, es decir práctica de la teoría y práctica clínica que requiere de otros, los analizantes, quienes se ofrecen a la experiencia de nuestra inexperiencia. Precisa también del lazo social, de la reunión con otros para el intercambio y el debate y del encuentro solitario con los textos, efecto de la transferencia a los maestros y del trabajo con ellos. Su efecto, a leer en este libro, es la historia de la formación de un analista.
por
La finalidad de este trabajo es brindar a todas las profesiones afines a la especialidad en violencia familiar un compendio de la materia y acercar las propuestas que ofrece a la temática el derecho comparado y los sistemas legales de nuestro país siguiendo diferentes ejes temáticos.
por Manuel Lozano
Patricia Yohai, que viene de las mareas suntuosas o minimales de la narrativa, hoy nos sorprende con un libro extraño, "raro", para utilizar un epíteto caro a Darío. Pero nos sorprende no ya desde la lucha, las plenitudes y las declinaciones íntimas de una enfermedad, sino de la fuerza progresiva -feroz y feral- en que puede devenir ésta. Y esa fuerza sella una vida: la intensifica y la perfecciona. Es el paradigma psicoanalítico del error que desvía del crimen hacia una epifanía. Sí, epifanía no en su concepto místico, más bien en el de ardua y alta profundidad, tal como la usara un James Joyce por las calles de su Dublin.
por Héctor Dematine
Escritura que podría ser pintura, escribir el espacio, los cuerpos, escritura en un cuerpo a cuerpo con el lector, escritura en búsqueda de palabras adecuadas para narrar lo que está sucediendo (el being inglés), en una verdadera denuncia del estado de la cosa pública […] cito: “América toda …, de las filas de los que van y de los que vuelven… donde cada mañana atravesamos –conteniendo la respiración- ese olor inconfundible y único , ácido y penetrante… será –conjetura- su manera de ocupar lo único que les queda: el aire….”
por Martín Esteban Uranga
En El tiempo del sujeto el autor situó las coordenadas simbólicas que habilitan el devenir temporal del sujeto, mientras que en El lugar del sujeto nos habló del topos a partir del cual el existente realiza su aventura desiderativa. Ahora, en el cierre de la trilogía, con La ética del sujeto, Milmaniene aborda el hecho capital. Si el sujeto se realiza y adviene en el tiempo y el espacio, signado por la palabra, es en tanto y en cuanto su estatuto mismo es consustancial al universo discursivo y a la ética que la presencia del significante impone. El sujeto es tal, si y solo si se constituye éticamente.