Lecturas

por Nicolás Cerruti
El libro va articulando sus propuestas. No es un libro que nos deje en lo meramente especular. Este libro quiere decir y lo logra, porque apelando al arte nos dona su objeto. “Este libro contiene enunciaciones diversas que dialogan entre sí, que conversan, que, incluso, disienten. Es un efecto logrado. Bienvenido”. Pues el efecto del arte (incluso del arte del psicoanálisis) es proseguir su interrogación, o, como afirmara Nietzsche: “El arte y nada más que el arte. Tenemos el arte para no morir de la verdad”.
por Clara Cruglak
Pocas veces nos encontramos con un título tan bien logrado, en el sentido en el cual el contenido del libro responde por él. “Lo que la práctica del Psicoanálisis nos enseña” Y así es, el plural nos convoca desde el mismo momento en que tenemos el libro en las manos. La generosidad en la transmisión de su experiencia atraviesa todo el texto, va sembrando conjeturas y también conclusiones que impregnan el libro de un voltaje testimonial que sin duda el lector sabrá apreciar. Muestra una multiplicidad de planos que intercalan las experiencias del practicante en la guardia psiquiátrica, con el analista urdiendo sus motivaciones con lo que transita por el seminario en su presencia activa y vivaz. Eso adquiere contundencia en lo escrito.
por Julio Acosta
Es necesario un gran oficio (sorprendente en una primera novela) para lograr la sabia contención de la materia narrativa, la dosificación de los datos. No hay apresuramientos en el narrador. Los datos sueltos serán las migas que permitirán a los Hansel y a las Gretel lectores y lectoras reconstruir el camino, la historia toda, que repetimos, se halla estructurada en una ilusoria fragmentación.
por Héctor Dematine
A lo largo de su libro, Nora Trosman sostiene la existencia de una conversación, una interlocución que Lacan mantendría con la filosofía. Su convicción es que tal interlocución resultaría insoslayable para la formación de los psicoanalistas, invitándonos a asumir el riesgo de “devenir lectores capaces de suspender las etiquetas en que reposa nuestro saber, lectores capaces de poner en acto la letra, lectores y no filósofos o analistas atrincherados en sus saberes sino capaces de producir su propia ignorancia, dándole todo el sitio de una causa”.
por María Regina Öfele
Desde su amplia trayectoria laboral en diferentes contextos, la autora muestra con generosidad a lo largo del desarrollo de este libro, cómo juego y palabra pueden ser generadores de nuevos recursos, de nuevas configuraciones internas, en las que padres, docentes y directivos y por supuesto el niño, se tienen que ir reconfigurando en un nuevo “tejido con afecto”, construyendo vínculos con sentido. Y me permito cerrar esta breve reseña con una cita de su libro al terminar: “Resulta esencial jugar el límite para no jugar a nuestros hijos al límite”.
por Guillermo Vilela
Hay en el libro un trabajo de articulación de conceptos fundado y serio sobre los destinos del testimonio, en el sentido de lo serial de una elaboración del horror que se remonta a los orígenes de la civilización, pasando por las relaciones entre la subjetividad de nuestra época y su diferente concepción del asesinato y la culpa reflejados en diferentes e icónicas películas. Son elaboraciones que quizás no sea posible concluir ya que la humanidad está afectada por ese retorno del malestar en la cultura, por esa larga serie del mal que los hombres se infieren y que a Freud mismo lo hacía definirse como pesimista.
por Cintia Ini
Es uno de los sesgos cautivantes de las poesías de Claudia su capacidad de hacer una transmisión que la trasciende, hablo de los efectos en el lector, la escritura sale del campo de experiencia de la autora para adquirir un poder evocativo en quien lee. Su escritura atraviesa de una sola estocada el trecho que va desde lo más íntimo y singular a tocar un punto universal en el que es difícil no sentirse concernido y esto entiendo, constituye una de las cualidades más logradas de un escritor. La naturaleza, en el poema, absorbe, inhala y exhala esa materia intangible, sorteando el riesgo de un dolor empozado como diría Vallejo.
por Cecilia Satriano
En el libro se aborda el tema confrontando categorías psiquiátricas y todas las vertientes ideológicas y epistemológicas; hasta abordarlo desde otra óptica diferente. Esta perspectiva aporta al campo clínico, ya no una mirada asistencialista con base diagnóstica, sino un desafío conceptual. El mayor desafío es su perspectiva, ya que lo acerca al campo del psicoanálisis y, desde allí, trata con efectividad de establecer una lectura teórica. El autor recoge el guante que planteó Maud Mannoni, cuando afirma que la intervención es inventar recursos para estos sujetos considerados por algunos como “in-analizables”.
por Nicolás Cerruti
Decir la dificultad, decirla poéticamente, políticamente… y mantener el enigma, la interrogación, la apertura; bueno, esto es lo que Silvia Bermúdez nos acerca desde su propuesta de los tres imposibles. Pero lo que más celebro de este libro y de esta autora es que nos indica dónde justamente colocó esa dinamita, no oculta su plan ni sus pasos… nos indica esos puntos, esos cruces, donde es posible no sólo hacer estallar lo que hay, sino, dónde se podría ganarle tierra fértil al mal/mar.
por Martín Esteban Uranga
Milamaniene nos propone, no sólo pensar al psicoanálisis como ejercicio po(ético), sino recrear poéticamente al psicoanálisis mismo. Es como si advirtiera, a través de un gesto radical consecuente con la reafirmación de la dimensión de poieisis del análisis, que es necesario metaforizar poéticamente los fundamentos y categorías mismos del psicoanálisis, dejando en evidencia, de este modo, que el propio discurso freudiano no es sino una poesía que invita a una reinvención escrituraria permanente, sustentable en acto, si y sólo si, a través de la consideración irrecusable de la rigurosidad ética y científica que lo anima y le da forma.