Lecturas

Sección coordinada por Sergio Zabalza
Comentario del libro de Jorge Ulnik, El psicoanálisis y la piel
por Gerardo Gutiérrez

Importantes voces en el mundo de la Psicosomática, han conseguido carta de naturaleza para un punto de vista estructuralista (estructura psicosomática) que “condena” al enfermo, con síntomas que se consideran psicosomáticos a un diagnóstico, de personalidad psicosomática, elaborado con anterioridad, y con un notable grado de generalización y yo diría que de segregación.
Ulnik no corre en esa carrera. Cada paciente llama su atención desde su individualidad, desde su historia, desde los dichos familiares que han ido cayendo sobre él, desde la funcionalidad más material de sus síntomas, etc. Le interesa siempre el sentido de cada prurito, de cada rojez, de cada escama. Y tal vez con ello, saltando por encima del cosificador diagnóstico aludido, trata de introducir al paciente en una simbolización no sólo sufrida sino también vivida y manejada.

Comentario del libro Fantasmas y Pastillas, de Juan Vasen. Editorial Letra Viva.
por María Alejandra Tortorelli

Estamos trazados -nosotros y las cosas- por múltiples saberes y por lo siempre no sabido. Nos constituyen bordes simultáneos sin resolución alguna. Y, sin embargo, gestos de apropiación unívocos y hegemónicos buscan reducir lo irreductible apelando a la necesidad de urgencias eficaces y resoluciones inmediatas. Lo que se gana en tiempo —y nunca es suficiente— se pierde en complejidad y el sujeto deviene así en el lugar de un mero trastorno. Entonces, se es un Adedé; pues ya ni siquiera se lo padece. El padecimiento se borra, rápido, muy rápido en favor de un nombre (...). Tal vez sea ésta la mayor preocupación que habita este trabajo. No la inmediatez de lo que alivia sino la permanencia de lo que se inscribe en su nombre, no dejando ya venir lo que el saber no sabe.

Presentación del libro Efectos de la experiencia analítica ,de Oscar Zack
por Mónica Torres

"Si el recurso del analista es el de invocar al padre en el lugar del Otro, quedará condenado indefectiblemente a la impotencia. Si el analista ocupa el lugar de objeto a en el dispositivo, lugar al cual su discurso lo condiciona, se orientará entonces, no ya por la ley fálica sino por lo real. Actuar sobre la pulsión es la mira última del análisis que no es el de la psicoterapia", nos dice Zack. (...) Este libro es una invitación a constatar que en algún sentido aún queremos lo imposible: se trata de enseñar lo imposible. Y me gusta decirlo con Laurent: finalmente lo que queremos trasmitirles es que el psicoanálisis puede cambiar la vida. Creo que esa frase se puede suscribir aún hoy día. Es nuestro desafío demostrarlo, demostrar ese "aún"

Comentario sobre El medio juego , de Hugo Dvoskin, en colaboración con Adriana Biesa
por José Rehin

Anoten esta afirmación: el libro dice que no hay clínica del superyó. Hay lo intratable. ¿Qué hacer con eso?: eludirlo. El superyó ha sido tocado por haber sido ampliado el campo del deseo, pero nunca será hundido. Esta lectura le hace perder su connotación mefistofélica. Lo que orientará en la clínica será nuevamente entonces cómo soportar la novedad deseante, antes que enredarse en interpretaciones de supuestos boicots autodestructivos.

Presentación del libro:Clínica psicoanalítica con parejas. Entre la teoría y la intervención
por Sara Moscona

El cuadro de la tapa (René Magritte 1928), tan sugerente e impactante, alude a lo que Miguel nos dice en el prólogo: Es difícil explicar las razones por las que la vida amorosa es como es, en especial porque tiene la cualidad de provocar los más grandes placeres y también los más grandes sufrimientos. El amor es insensato y paradojal, pero nada de lo que de él se diga rebaja sus méritos.
Estos múltiples itinerarios que Miguel recorrió con compromiso, con pasión y meticulosa dedicación son para quien se interese en el psicoanálisis de pareja y de los vínculos en general, un rico y generoso legado ,una transmisión muy lograda acerca de cómo trabajar con los diferentes pacientes-pareja y sobre los intentos de lograr un “saber hacer” con los sufrimientos y con los padecimientos inherentes a la vincularidad.

Comentario de El fantasma desde el psicoanálisis con niños, de Mara B. de Musolino
por Adriana Trindade de Bergallo

El niño, inmerso en el mundo que lo rodea, realiza con el lenguaje un “artesanado”, nos dice Mara. A este artesanado lo ubica como “un quehacer libidinal-imaginario”, el cual devendrá junto con el “más o menos” de goce implicado, en el nudo de significaciones que advinieron constituyéndolo”. Esto, agrega, “es lo que dará valor a la unidad de significación o sema”, enlazando las palabras -das Wort- a las imágenes sonoras, para conducir al sujeto al propio registro o dimensión de esa experiencia. “Es en ese instante, afirma la autora, en que 'la una-equivocación' hará su entrada”. Esta vez, desde la imagen corporal falsamente reflejada. La que intervino produciendo ese “malentendido”.

Resumen de Adolescencia. Una lectura psicoanalítica, de Silvia Wainsztein y Enrique Millán
por Cristina Marrone

“...el goce en su límite es la expresión misma de la ruptura del diálogo y es la razón que pondrá a los analistas de púberes y adolescentes al borde de un ataque de nervios. Por ello, re-establecer «la diferencia entre enunciado y enunciación permitirá instaurar el diálogo y será condición del análisis en la transferencia con púberes». En definitiva, con ello se cumpliría con una función de corte que permitiría establecer el velo imprescindible a la enunciación. Así: el diálogo es a la pubertad lo que el juego es como corte a la infancia. La hipótesis es consistente, entusiasma porque coloca a la ficción como cuña frente al goce del Otro”.

Presentación del libro La narración analítica, de Graciela Ortiz Zavalla, ( prólogo de Germán García )
por Graciela Ortiz Zavalla

El saldo de saber qué se extrae de un análisis posibilita distintos modos de entender su final: hay quienes conciben que se ha sustituido la versión original de la novela individual por una nueva mientras que, desde otra orientación, se concibe la construcción de un final- no del todo clausurado- que posibilita recortar más de una perspectiva. Estas distintas concepciones marcan la distancia que hay entre entender el saldo del análisis como una novela de iniciación o hacerlo como la adquisición de una singular "disciplina indisciplinada”.

Comentario del libro Clínica de los fracasos del fantasma, de Silvia Amigo, en ocasión de su segunda edición
por Silvia Wainsztein

A lo que Lacan llama “la tragedia del deseo” Silvia Amigo lo nombra “fracasos del fantasma”. La indisponibilidad del fantasma para hacer frente al deseo del Otro conduce en los casos de las estructuras neuróticas a las inhibiciones, melancolías y otra serie de fenómenos de borde de los cuales se ocupa muy rigurosamente en el último capítulo.
Homologa la función del enmascarado a la del analista cuando éste hace semblante, autorizándose a intervenir en lo real y a producir maniobras imaginarias literantes, a armar construcciones interpretativas a los efectos de anudar sexualidad y muerte.
La tesis que nos propone acerca de los fenómenos llamados de borde está centrada en la falla de la retraducción imaginaria. Es decir, cuando el yo no es el primer objeto que se ofrece fantasmáticamente a la pulsión, sino el único

Presentación del libro Intervenir en la emergencia, del Equipo de Emergencias del C. S. M. N° 3 – A.Ameghino. Editorial Letra Viva (2005)
por Haydée Heinrich

Urgencia-emergencia es decir tiempo. (...) Paradójicamente este sin-tiempo es al mismo tiempo un tiempo eterno, la pesadilla interminable, el infierno (...). Un tiempo no sincopado, que no permite la emergencia del sujeto del inconsciente. El necesario pasaje de la urgencia a la “emergencia de un sujeto representado entre significantes”, será entonces la apuesta reiterada en los diferentes trabajos. Surge entonces la pregunta: el “estar allí” en el momento de la urgencia ¿tiene alguna especificidad? (...) Difícil pregunta, a la que yo respondería sí y no... Tal vez podríamos decir que hay cierta especificidad, en relación con la disponibilidad de los analistas de acoger determinadas demandas, y ofrecerles su presencia y escucha en el mismo momento en que se producen. Sin embargo, tal como se indica en varios trabajos, sabemos que puede haber momentos de urgencia en el transcurso de cualquier análisis. Entonces, ¿habría un saber hacer específico? ¿La intervención en la urgencia difiere de la clásica? ¿Cómo hacer lugar al alojamiento de la urgencia sin traicionar la abstinencia? ¿Qué hacer con la indicación clásica de no responder a la demanda? Son éstas algunas de las preguntas que insisten. Más allá de las diferencias, creo que hay coincidencia en que la ética que está en juego es la de cualquier acto analítico.



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