Literatura
por Carlos D. Pérez
Mito o leyenda, la historia de Narciso ha ocupado, en la antigüedad, a Ovidio, Pausanias, Conon, Plinio. La versión que ofrezco se inspira en estos autores para posibilitar, entre la ofuscada captura del espejo y sus funestas consecuencias, alguna puntualización. Tal vez mínima, deja entrever lo ominoso como contracara –la figura no es inocente- del arrobamiento en el amor desfasado de sí mismo.
por Esther Cross
Cuando yo tenía siete años, la luna estaba exenta de astronautas, Pizarnik había publicado La condesa sangrienta, el mundo se hamacaba al compás de la Guerra Fría, mis padres comentaban el Mayo Francés, Puig escribía Boquitas pintadas y mi abuela me pasó un libro: los Cuentos de Perrault, en edición antigua de los hermanos Garnier. Ese libro sigue en mi biblioteca como un recordatorio. Cuando me cuestiono por qué escribo ahí está la respuesta, en el cuento “Barbazul”, en una ilustración que me inició como lectora y que define en mí qué es escribir, qué es leer.
por Carlos D. Pérez
Estoy en mi cuarto de trabajo enfrascado en la redacción de un artículo que me solicitara una revista, cuando comienzan a llegarme voces de la habitación contigua, me detengo a escuchar y percibo que es una conversación banal. En un momento, la voz de una mujer pregunta por mí, un hombre responde que duermo
por Horacio González
Rindámonos por un instante al encanto de las similitudes. Por el mismo tiempo en que Masotta publicaba Sexo y traición en Roberto Arlt, Héctor Murena escribía sobre Arlt. Al libro de Masotta le seguían unas extrañas confesiones, tituladas Roberto Arlt, yo mismo, que componían el discurso de presentación de su libro. Todo esto ocurre en torno al año 1963. En este escrito, se siguen las líneas de los estilos confesionales, en los que su autor deja en conocimiento público algunos hechos que, pudiendo ser impúdicos o delicados, ponen a prueba a la literatura a fin de que sea en ella que se justifique lo que de otra manera parecería oscuro o peligroso. Murena, “en cambio” y ya al decir “en cambio” estamos desviando un poco el camino de la similitud -porque el mismo punto nos lleva hacia rumbos diferentes_ Murena, “en cambio” reflexiona en torno al carácter “santo y profético” de la literatura de Arlt.
por Alberto Farji
Era jueves, doce y media del mediodía, último día del mes de abril. Salí de mi trabajo y caminé por la calle Malabia. Al cruzar Aguirre rumbo a la avenida Córdoba y sin darme tiempo a reaccionar, un hombre joven, ciertamente un chico de no más de dieciséis años, me birló la billetera, que para desgracia del malviviente sólo contenía la totalidad del sueldo del mes.
Me dirigí a la Comisaría 25ª dispuesto a efectuar la denuncia. Allí me informaron que había sido asaltado justo en el límite entre la jurisdicción de las comisarías 25ª y 27ª.
por Liliana Heer
Tomaré como eje de mi trabajo una investigación realizada por Diamela Eltit y Paz Errazuriz en el Hospital Psiquiátrico Philippe Pinel, anteriormente asilo de tuberculosos situado en Putaendo a 200 kilómetros de Santiago de Chile. El infarto del alma es una intervención poética-visual y política que contempla la psicosis en su potencia testimonial. La erotomanía como un sí, rasgo de rebelión y abrigo; el amor como signo que persiste y caracteriza a esa comunidad de internados. Cuerpos “siameses” encarnan la ilusión de un porvenir sin límite, trágica parodia de la muerte del romanticismo, pliegues que operan de mampara al ex nihilo. Nexos entre ficción y psicosis.
por Patricia Yohai
Ediciones Nueva Caledonia tituló Manifiesto Poético a un conjunto de respuestas que Dylan Thomas dio, en el verano de 1951 –dos años antes de morir-, a un estudiante que se encontraba trabajando en una tesis sobre el poeta galés. Aquel joven de veintiún años le hizo una serie de preguntas que Thomas le pidió que las escribiera para poder estudiarlas antes de contestarlas.
Entre otras cuestiones, le preguntó por qué había comenzado a escribir poesía y si su obra estaba influenciada por James Joyce y Sigmund Freud.
por Graciela Belluscio
por Gabriela Yankelevich
Mi experiencia en traducciones literarias y psicoanalíticas del castellano al francés me ha deparado muchas sorpresas tanto en el uso de los diccionarios como en la comparación de ambas lenguas.
Comenzó efectivamente a extrañarme la ausencia de ciertas acepciones de algunos vocablos en los diccionarios, y se inició allí una búsqueda que culmina en este trabajo ¿Dónde figuran los términos de la lengua que se habla en la Argentina para verificar su significado, o buscar su traducción, en este caso, al idioma francés? ¿Por qué la lengua que hablamos en la Argentina no figura en ningún diccionario? ¿Por qué las conjugaciones que empleamos a diario no están legitimadas en ninguna gramática o en la enseñanza oficial?
por Ma. Silvina Barbaglia y Teresa A. Pantaleo
En nuestra línea investigativa acerca de los Nombres-del-Padre, nos servimos en esta oportunidad de la Literatura, para dar cuenta de las incidencias de la función paterna en las subjetividades de los personajes Elegimos esta vía, la literatura, porque el escritor tiene “un saber hacer” en la captura, de la psicología humana, casi del mismo modo singular con que se nos presenta, las pasiones del ser en la escucha de nuestros pacientes.
Hemos abrevado para nuestra investigación de diversas fuentes, que integramos con materiales literarios y arte en general.
Nuestra propuesta de trabajo es como a partir del significante Los Nombres del padre, y sus versiones hacemos lectura de la biografía de un autor, en este caso August Strindberg, en función de lo que al sujeto le va aconteciendo en su vida, y su obra. ¿Es qué la obra acompaña a un sujeto en los sucesos importantes de la vida?
De la reacomodación de una biografía a su obra.