Cine y Psicoanálisis

Sección coordinada por Laura Kuschner
Sección coordinada por Juan Jorge Michel Fariña
“La carta robada” a través del cine y la literatura. Entwendete, o el sufrimiento de una espera
por Natacha Salomé Lima y Juan Jorge Michel Fariña

Fuera de todo catálogo, existe como curiosidad una película argentina cuyo guión fue escrito en azarosa coincidencia con el centenario de la publicación del cuento de Poe (1844) y estrenada en 1948 bajo el anodino título de Los secretos del buzón.

La vida de los otros o el último comunista
por Hugo Dvoskin

“La vida amorosa es de mucho interés para el partido”, enuncia el director del servicio de inteligencia. El telón de los párpados se levanta y el espía, cuya vida ha sido generosamente entregada a la causa del socialismo, ve por primera vez que los ideales del buró no coinciden con el renacer de la condición humana.

Ser paranoide: Sobre el goce, la adolescencia, la responsabilidad subjetiva y la configuración del síntoma como ruta de vida
por Astrid Álvarez de la Roche

Alex pone sobre la mesa uno de los problemas más fuertes para el ser humano: la más honda soledad del sujeto, su estado de precariedad respecto del lazo social, estructural y contemporáneo en la relación con el goce. Para los adultos interesados, la pregunta que puede generarse al final del film, articulada a nuestra labor sería: ¿De qué maneras hacer lazo, conectarse con estos jóvenes, para poder ayudar a aquellos, si lo desean?

Responder por la vergüenza
por Juan Jorge Michel Fariña

Llevar al cine una novela es siempre una empresa incierta. La más de las veces el resultado resulta frustrante para los lectores, que no pueden evitar comparar el texto con el film y sentirse desilusionados o directamente estafados. Las ilustres excepciones –como la versión de El nombre de la rosa, de Jean-Jacques Annaud, sobre la célebre novela de Umberto Eco– muestran que la clave radica en entender que se trata de dos lenguajes diferentes. Dos cuerdas que vibran separadas y que, a veces, se tocan en momentos magistrales. Cuando ello ocurre, el cine deviene un acontecimiento que logra potenciar el texto literario. La película El lector, sobre la novela homónima de Bernhard Schlink (Der Vorleser, 1995), que por momentos precipita hasta la exasperación páginas memorables del libro, logra sin embargo instantes de lucidez que devienen inolvidables.

Entre los muros
por Carlos Faig

El film se ocupa de la relación de un grupo de alumnos con François, su profesor de francés –el propio François Bégadeau, coguionista del film. Este se ve en problemas en cuanto se produce una situación difícil con unas alumnas. Un compañero que intenta defenderlas actúa de manera torpe y agresiva y lastima a una de ellas.

Casablanca, Ilse, Rick y Laszlo, una cita en el aeropuerto
por Hugo Dvoskin

Si de un clásico se trata, es porque ha podido atravesar el tiempo y no quedar sujeto a una exégesis única y convoca a nuevas lecturas. Un clásico es un llamado a una nueva lectura porque aún tiene para decir. Intentaremos en este comentario, tomar ese desafío considerando principalmente la travesía de cada uno de los personajes.

Cuatro minutos
por Carlos Faig

Traude Krüger (Mónica Bleibtreu) es una anciana pianista que da clases de música en una cárcel alemana. Allí descubre el talento de una joven y conflictiva presa: Jenny (Hannah Herzsprung), de 21 años. Frau Krüger decide presentarla a un certamen musical destinado a jóvenes intérpretes. Las dos mujeres, en apariencia en todo opuestas, se verán obligadas a trabajar en equipo y aprender a respetarse.

Saber hacer con la diferencia
por Marcela Brunetti

Paris, je t’aime, diecioocho cortos dirigidos por renombrados directores de todo el mundo. Si bien la estructura es fragmentaria, y escaso el contenido narrativo de cada historia, no impide al espectador entrar emocionalmente en ellas. Esta posibilidad no se debe a ningún intento eficaz de dar cierta unidad al conjunto, al contrario: si hay algo que conmueve es lo heterogéneo. Tampoco se trata de “aceptar lo diferente”, frase que nos remite a lo políticamente correcto. El film conmueve porque hace con la diferencia algo que no tiene que ver con la segregación ni con la adaptación, sino que la ubica en un lugar otro.

Los usurpadores de cuerpos (1978)
por Carlos Faig

El argumento de esta película es bien simple. Unas semillas llueven sobre la Tierra desde el espacio exterior. Ya entre nosotros, se disponen como capullos que incuban copias de seres humanos, a los que sustituyen. El mundo que nos muestra el film está poblado de “hombres hechos a la ligera”. Han sido literalmente trasplantados.

My blueberry nights
por Marcela Brunetti

Dice el director Wong Kar-Wai: “Es verdad que mis personajes están terriblemente solos, pero quieren dejar de estarlo. Buscan desesperadamente algo: lo malo es que lo que buscan ya pasó. Yo quiero saber qué les ocurre a esas personas que no se encuentran nunca…”. El amor juega como una fuerza centrífuga que arroja a los personajes fuera de la historia, los deja en la ruta, en un bar, en el casino. Y esto arma cierto estilo de encuentros, con “algo” o, a veces, con suerte, con “alguien”.



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