Cine y Psicoanálisis


por Fernanda Salmerón
Mariano Silverstein es un psicólogo que en razón de haber sido acusado por un accidente de tránsito en el que atropelló a una mujer, se ha acogido a la medida judicial de la probation. Por tal motivo le es asignado asistir a un detective policial, Alfredo Díaz, quien se supone se encuentra en un momento de crisis por haber descubierto recientemente que era engañado por su esposa. Tras haberlo acompañado durante la jornada, Silverstein decide invitar a cenar a su asistido, quien a punta de pistola le arranca la confesión a la mujer del primero (Diana) respecto de cierto affaire amoroso con un profesor del taller literario al que asistió.
por Adrián Tignanelli
Juan Carlos Indart comenta respecto del término “función”: “Funcionar es liberarse de la obligación contraída, cumpliéndola”. En este sentido, un padre es aquel que asume el cargo de “paternidad” y se libera de sus obligaciones en la medida en que las cumpla . No sorprende, entonces, que sea fortuita la circunstancia por la que la función paterna esté encarnada en el padre biológico, pero mucho menos el desinterés de un padre biológico en encarnarla: está muy claro que nuestro personaje permanece libre de cualquier deuda y obligación respecto de una función que -hasta con repugnante sencillez- llega a negar durante un interrogatorio policial.
por Viviana Victorero y Betina Ramos
El film Flores rotas del director Jim Jarmusch relata el viaje que realiza el personaje principal, Don Johnston, un Don Juan que ronda los 50 años, buscando a la supuesta madre de su hipotético hijo. Si, como propone Lacan, un hombre ha asumido la posición masculina, tomará a una mujer en tanto no-toda, es decir que ésta estará dividida en sus funciones de madre y mujer; ello se pondrá en juego en las peripecias de nuestro Don Juan, pero hay algo más que Don Juan deberá consentir para situarse como padre.
por Hugo Dvoskin
Nuestro héroe, el maldito policía, ha ingresado no hace mucho en la pendiente. Presenta una asimetría entre su estado físico, su porte que aún se mantiene, y la caída subjetiva que ya se anticipa. La película se inicia quizás, cuando la caída aún podría ser dialectizable.
por Eduardo Mandet
Me retiro antes que mis actores o mis colaboradores vislumbren al monstruo y los invada el asco o la compasión. He visto a demasiados colegas morir en la pista del circo como payasos cansados, aburridos de su propio aburrimiento, silbados o abucheados o cortésmente silenciados, apartados de los focos por bondadosos o despectivos mozos de pista. Tomo mi sombrero, porque aún llego a la percha y me voy andando solito... La creatividad de la vejez no es, en verdad, un axioma. Es periódica y está condicionada, aproximadamente como la sexualidad, que se va extinguiendo suavemente…
por Analía Dominguez Neira y Agustina Saubidet
El escenario elegido es el símbolo de una caída, la bisagra de una época. Para algunos ese cambio refiere al pasaje entre la pre modernidad y la modernidad, o de la modernidad a la postmodernidad. Lacan captura algo de este viraje cuando desarrolla el discurso capitalista como el quinto discurso, allí donde un sujeto se esboza “sin referencia”. La película se enmarca en la lógica del amo. Quizás si tuviésemos que referenciarla en nuestros días sería un “Gran Hermano” donde espía y espiado son parte de un gran escenario que hace coexistir política, cine y miseria. Pero el director elige ese quiebre que, podríamos pensar, denuncia que el cambio de época, lejos de acercar al otro, lo invita a construir un muro diferente, invisible.
por María Elena Domínguez
Un grafo. “¿Qué es un grafo? Es un conjunto de caminos” . Caminos como los que Freud ubicó para la formación del síntoma. ¿Pero, cómo logrará Bitsey Bloom, la fiel reportera, no perderse entre ellos si David mismo se ha extraviado de la vía del deseo? Miremos nuevamente. Efectivamente se trata de un grafo conocido de Lacan: el grafo del deseo, pero no erremos el circuito a desplegar para responder la pregunta: ¿culpable o responsable?, o mejor dicho ¿de qué es responsable? Aceptemos, entonces, la invitación que David le hace a la ganadora del Premio Pulitzer: leer, como lee un analista la escritura de su fantasma
por Susana Espíndola, Ana Eyheremendy, Grisela Sixto
Lacan nos dice que el mito es la tentativa de dar forma épica a aquello que opera en la estructura. ¿Quién cuenta el cuento de El Gran Pez? Es el hijo quien hace presente al padre contando historias: “Al hablar de la vida de mi padre, es imposible separar hechos y ficción, el hombre del mito. Lo mejor será contar su historia como él me la contó. No siempre tiene sentido y muchas cosas nunca sucedieron”. Nos hace escuchar su propia “novela familiar” a través de los relatos oídos en su infancia: historias de gigantes, brujas, amores y mundos fantásticos. En el mito individual del neurótico, Lacan dirá que la verdad no puede ser apresada, no puede sino expresarse de una manera mítica y es en este sentido que se puede decir lo imposible de decir.
por Daniela Salinas
Nuestro personaje es Jack Skellington, habita en la tierra de Halloween y es el maestro del miedo. Todos los habitantes del pueblo lo aclaman, lo consideran el mejor. Jack organiza todos los años la fiesta de Halloween. Sin embargo, ya no encuentra motivación. Por azar ingresa a un mundo inédito para él, donde reina la alegría: la tierra de la Navidad. Comienza a investigar qué es la Navidad y decide llevarla a cabo él mismo. Para poder organizarla, Jack debió explicar a los residentes de Halloween (brujas, vampiros, monstruos, etc.) qué es la Navidad. Pero ¿cómo se introduce un nuevo significante en este particular? ¿Qué sentido puede adquirir? ¿Es posible transmitir la Navidad en términos lógicos? ¿Se puede entender el significado de esta festividad sin haberla vivido? Además, ¿no se debería considerar la Navidad como perteneciente a otro particular?
por Mónica I. Santcovsky
Jóvenes estudiantes de la secundaria de la inmigración musulmana intentan plasmar una escena de amor. Kechiche, su director, intenta metafóricamente montar dentro de la película, una obra de teatro con una escena amorosa donde los personajes toman la máscara del engaño, el de la alta burguesía representa al humilde y el pobre a un burgués. Sin embargo, el engaño no se puede sostener, la directora de teatro resalta que aunque cada uno calce su disfraz, las palabras lo delatan, su tono, su expresividad, no hay máscara posible. Mas allá de la escena que se monta en el colegio, se teje entre ellos una historia de amor que nunca se lleva a cabo.