Colaboraciones

por Bruno Javier Bonoris
“El amor nos convierte en un fin en sí mismo, en un valor absoluto, en una singularidad excepcional. En vez de sentirnos, como antes de ser amados, inquietos por nuestra injustificada existencia, ahora sentimos que esa existencia es recuperada y querida en sus detalles por una libertad absoluta. Ese es el fundamento de la alegría del amor: sentirnos justificados por existir. Amar es arrancar a otra persona del mundo, quitarla de escena. Si soy amado, ya no soy un elemento que se destaca sobre el fondo del mundo: soy aquel a través del cual otra persona ve el mundo. Si soy amado, me convierto en el mundo mismo…”
por Luis Buero
Cuando envidiamos fuertemente a alguien lo vemos como el Sujeto que tiene, mientras que nosotros estamos, en ese aspecto, según parece, imposibilitados. Castrados. Impotentes. “El envidiado” (creemos) que porta el falo y nosotros ante él pareciera que estamos agujereados, divididos, incompletos, y por ende solo nos resta envidiarlo, sentados en nuestro sentimiento de inferioridad ante ese Gran Otro subido al pedestal por otros, y a veces solo por nosotros mismos…
por Leticia Spezzafune
La actividad mimética se dirige al analista. Quien se vuelve espejo plano, una superficie que refleja y convalida su imagen desde un punto de mirada exterior. Se apunta a afectar lo mimético con algo que lo refleje lo más parecido posible pero con alguna variación. El analista muestra un reflejo, convocando a que aquello dado a ver deponga armas dirigiéndose a lo visto. Fundando la dimensión de lo otro, como signo de presencia y armado especular. La función del analista como corte arma otra superficie.
por Maximiliano Vecchio
Este escrito aborda "la vocación" del psicoanalista en lo tocante a recibir el sufrimiento del paciente. A lo largo de sus líneas, reflexiona de manera original y hasta poética sobre nuestro quehacer, recurriendo al pensamiento de la filosofa Simone Weil en su texto “La gravedad y la gracia”.
por Esteban Ruiz Moreno
Este texto nos impulsa a pensar cómo bordear la idea del deseo, de un sujeto "sujetado" al deseo. El deseo sería esa instancia que habla como ninguna otra, junto con el goce, de la división constitutiva de cada ser hablante: se desea algo, pero no se sabe qué es, si se nombra ya no es, en fin, esta más allá del orden simbólico, se le escabulle.
por Érica Raquel Rocha de Oliveira
En el Seminario 23 Lacan trabaja la figura del destino como ficción, trama, lo que no estaba antes. Este texto intenta dar cuenta de cómo con estas contingencias construimos nuestro destino, ya que en tanto seres hablantes somos nuestros propios artesanos.
por Ana Esther Krieger
A partir del enunciado freudiano: “El tratamiento no podrá proponerse otro fin que la curación del enfermo, el restablecimiento de su capacidad de trabajo y de goce”. La idea del texto es promover la reflexión sobre algunas preguntas: ¿Qué es trabajar y amar hoy?, ¿siguen teniendo estos dos fines el mismo valor?, ¿Cuáles son los modos de trabajar y amar hoy?, ¿El paradigma freudiano está aún vigente?, ¿Qué otras salidas son posibles?
por Oscar Pablo Zelis
Lacan nos introducía a la noción de discurso como aquello que por un lado tiene que ver con la lengua hablada, y como funciona como aparato regulador del goce y es sinónimo de lazo social. Cuando le da la categoría de concepto dice “el discurso es un lazo social” e indica la regulación del goce en la relación del sujeto con el otro. El autor nos muestra en este texto de una manera original, la utilización de aquel discurso que Lacan denominó como "amo" (aquí científico) para crear una "sugestión" de verdadero en el campo social donde interviene. Y se pregunta: qué relación tiene este discurso de la "ciencia" con el Sujeto.
por Horacio Aronson
El duelo que no se realiza, trae consecuencias nefastas, congela lo siniestro. Al regresar de Malvinas, un mandato oficial enmarcaba un sin salida: “Acá no pasó nada”; “esto nunca pasó”; “¡Olvídense!”. “Ele” solo pudo hablar de lo sucedido con sus familiares más cercanos y con algunos amigos íntimos, pero en general no hablaba con nadie más. Tuvieron que pasar treinta y dos años, en ocasión de la puesta en marcha de un viaje elegido para poder restituir una trama simbólica. Fue posible inscribir un decir allí donde faltaba el grito, dándole voz a una verdad, su verdad. Se trata entonces de restituir la historia ocurrida para cada uno.
por Claudio Di Pinto
Este texto piensa a la figura del perseguidor que aparece muchas veces en el consultorio, relacionada al “fantasma de ser gozado por el Otro". Y lo piensa como paradoja, como parte de los recursos del sujeto que buscan precisamente evitar un encuentro con la falta, la del otro y la propia, y con lo que más concierne al sujeto: la pregunta por su propio deseo.