Colaboraciones
por Lucía R. Azaretzky
¿Cómo entender el advenimiento de objetos, dibujos, poesías, pinturas, esculturas, música, donde antes sólo teníamos el grito desesperado, el silencio tronante de la injuria y maldición del superyo en la nada de la debilidad mental, en el vaciamiento del vómito, el llenado de la cocaína, en el agujero de una úlcera sangrante?
¿Cómo entender el advenimiento de estos objetos en la más pura experiencia del NN, del sin nombre, fecha, o lugar de nacimiento, estado civil, instituyente del sujeto; ante lo fallido de un padre que no logra instituirse en tanto autoridad garante de la no disolución subjetiva en el vampirismo absoluto del Otro?
por Silvia Fantozzi
Este extraño conjuro es una carta de Sigmund Freud. Emilio Rodrigué, a quien le debemos su hallazgo, dados los secretos de la familia psicoanalítica, escribe: “Misiva inquietante, casi escrita en clave. Poesía de cuño bíblico, enviada en ocasión del nacimiento de Conrad, hijo menor de Fliess.”
¿Sería muy pretencioso desentrañar las oscuridades cifradas de este mensaje casi esotérico? Y en caso de establecer algunas hipótesis, ¿cuál podría ser el beneficio?
por Sandra Auladell
Si la pérdida de la visión no sólo es pérdida, sino ganancia de otro orden, ¿a qué orden nos referimos?
Si en el personaje, el actor, y el analista también, obtiene un goce que lo fija, que lo atrapa y al cual no puede renunciar, ¿qué goce estaría ligado a la figura del ciego?
En relación a ello, acudí a la diferencia que establece Lacan en el Seminario 11, entre la función del ojo (visión) y la mirada.
por Silvia Baudini
Nos alejamos cada vez más de la remisión a una norma y no hemos respondido la pregunta acerca de qué es lo terapéutico en psicoanálisis.
Por qué la satisfacción de la palabra es mejor que la de la droga, -y me hago cargo de este adverbio-, porque da una oportunidad a la demanda. Lacan nos dice que toda palabra es demanda, espera respuesta del Otro. Allí hay una oportunidad de hacer de esa palabra un instrumento que sirva para la elucidación de la relación del sujeto con su fantasma, con su deseo y con su goce .
por Mariana E. Gómez
Así, los espacios virtuales introducen al sujeto en un goce autoerótico de la misma manera que lo hace la televisión. El sujeto se satisface pulsionalmente durante horas a través de la mirada. Viaja, asiste a una conferencia, compra, se erotiza, pero frente a un monitor. También se encuentra virtualmente con otros sujetos que se relacionan entre sí, sin experimentar la presencia del cuerpo del otro. El espectáculo del mundo se nos vuelve más descifrable si lo remitimos a la maquina del no todo, nos señala Miller
por Enrique Tenenbaum
Voy a restringir el uso del término psicoanálisis en extensión a la práctica de los analistas “con algunos otros” analistas, situándome en el dos del “al menos dos” que Lacan precisa respecto a que haya analista. Dejo por fuera de la cuestión tanto al psicoanálisis aplicado a otras lecturas como a la divulgación del psicoanálisis, entendiendo que el psicoanálisis sólo se aplica, en sentido propio, como tratamiento y, por lo tanto, a un sujeto que habla y oye y subrayando que la divulgación del psicoanálisis a otros auditorios mereciera por parte de Freud no sólo su rechazo en lo que a vía de transmisión se refiere, sino una observación acerca del destino seguro de dicha divulgarización –hacia la absorción y neutralización por parte de los mecanismos habituales del capitalismo.
por Lic. Mariana Cairo y Lic. Vanesa Ciccone.
La visión entabla con aquello a lo que se dirige una relación espectacular/especular, dicha espectacularidad dada a nivel imaginario, comprende un velamiento del objeto mirada por parte del sujeto que contempla, para encontrar en la imagen del otro que se exhibe, un goce negativizado. Es la imagen del cuerpo del otro que da la posibilidad de un momento de captura. La particularidad de esta relación dual es que la fascinación aliena al sujeto en una imagen unificada que por medio de la identificación le permite constituir su yo.
por Claudio Barbará
Si el inconsciente es la política, la política es el síntoma. Una sociedad sin política tiene un destino: una sociedad en donde el lazo social se resuelve bajo un dogma de la regulación de las relaciones sexuales. Un hormiguero sería un buen ejemplo de esta sociedad idealizada, al modo de un ordenamiento sin fisuras, en la cual el conflicto elemental ha sido abolido. Parecería que toda u-topía humana tiene la forma, en última instancia, de un reordenamiento de la función del síntoma. ¿Por qué no? Sabemos que quienes vienen a vernos, no nos piden la cura, sino la felicidad
por Andrea Cervera
¿Qué se pide cuando se acude a un analista? Lacan nos lo dice directamente: “Lo que se nos demanda debemos llamarlo con una palabra simple, es la felicidad.” Frente a esto, dos caminos en direcciones opuestas, el del todo, el del encuentro, el de la promesa, el de la reeducación, en la otra dirección, el psicoanálisis, no hay nada semejante en el análisis, a una disciplina de la felicidad. El psicoanálisis aporta como novedad radical el planteo esencial de que el efecto de sujeto sea un efecto de división .
por Diego Lisandro Pérez
En todas las tragedias, Tiresias, plantea que la verdad es lo que lo guía. Tema que llevado a la cuestión analítica es interesante. En ella no se trata de una verdad universal, sino que la misma es singular, peculiar de cada sujeto. Es la verdad del deseo, el que puede ser observado por medio de los actos fallidos, el error, el engaño o las palabras. Tiresias habla un poco de esto, las verdades que revela, o hace revelar, son particulares, relacionadas con los hilos del destino de cada personaje.