Colaboraciones

Sección coordinada por Florencia Fracas
Encuentros de la vida amorosa: sexualidad femenina y masculina
por Mónica Federmann

Hablar de la vida amorosa nos introduce de lleno a hablar de hombres y mujeres, de las particularidades de la sexualidad femenina y masculina y de cómo el Otro social hace historia en la singularidad. Los diferentes avatares del atravesamiento por los complejos nucleares, complejo de Edipo y complejo de castración dan cuenta de que el proceso de adquisición de la identidad sexual, ser hombre o mujer, está marcado por el lenguaje.

Bataille y el masoquismo
por Ana Petros

Georges Bataille, nos dejó un libro precioso, en el sentido de un hallazgo, titulado Mi Madre, otorgándonos la posibilidad de "leer" la puesta en acto y el despliegue de un goce que, por su estructura misma, está hecho para escapar a su aprehensión... Lo que nos hace retornar al siguiente el enigma freudiano: ¿Es que el Principio del Placer, se encontraría narcotizado para que ciertas pulsiones tomen como fin al dolor y al displacer, a la humillación moral? .

El arte de la puntuación
por

Es en el final del Ulises, en el apartado conocido como el "Monólogo de Molly" que, en su omisión más radical de los signos, el "arte" de Joyce muestra el sueño de escribir de un modo tal que la puntuación no haga obstáculo al ritmo. Que se deje oír la melodía de la lengua, así como los saltos que indican el ritmo de un autor que sabiéndose siervo del lenguaje, hace de las palabras sus criadas. Así, el arte de la puntuación lograda por Joyce, viene a mostrar con su obra algo que incumbe a nuestra práctica como analistas. A saber: que la palabra no se agota en sus articulaciones significantes sino que incluye un elemento musical que al hacer oír el ritmo, la cadencia y la melodía, permite alcanzar lo que de inaudito tiene la palabra.

El despertar como acto
por María Eugenia Vila

"Un acto está ligado a la determinación del comienzo" dice Lacan, determinación que implica una cierta "localización significante" .
Freud sitúa en la pubertad un segundo despertar como producto de los cambios físicos que la misma introduce. "Cambios que han de llevar la vida sexual infantil hacia su definitiva conformación normal". Por lo tanto, es de observar que si bien esto marca un comienzo, es necesaria una localización significante para que, en el sujeto, este despertar adquiera la dimensión del Acto. El segundo despertar, lo enfrenta con la posibilidad del acto sexual, lo que requiere una preparación para el mismo. Representa "una entrada en la vida y en un cuerpo" por lo tanto, la cubierta imaginaria que abrigó la infancia, ha de ser renovada. Es necesario un nuevo reanudamiento que permita nuevos enlaces, conjugando sexualidad y muerte y posibilite, en alguna medida, hacer frente a la irrupción de ese real pulsional.

¿El niño es el padre del hombre?
por Estela Durán

Considero que la posición del niño implica un recorrido, ya que nacemos "viejos" y ""si todo va bien", podremos, siendo viejos, andar por la vida presurosa e inocentemente como niños.
Si cuando uno es joven porta los significantes del Otro, es nuestra propuesta que logre ir despojándose de ellos, para inventar otros nuevos y en ésto va mi apuesta a que el niño se convierta en el padre del hombre. El psicoanálisis es un sendero. Considero que el arte ,puede ser otro ya que recrea la falta y nos dice algo nuevo.
En las letras de un poeta, encuentro la posibilidad de sostener mi apuesta: En homenaje a los cien años de su nacimiento, aparece, por primera vez, en su lengua materna, la autobiografía publicada en inglés en 1970.

El suicidio, una forma de morir
por Alberto Sladogna

En este artículo propongo subrayar un trazo presentado por cada acto suicida: el suicidio es una forma de morir, muerte semejante a otras. La huella de dicho acto desata entre los sobrevivientes, en ocasiones y bajo algunas circunstancias, un monto de angustia, de inhibición y de síntomas que acompañan al duelo, sea cual sea la causa de la muerte. Un suicidio nos afecta pues implica una muerte y con ella, la desaparición de un semejante, es la muerte de una parte de sí mismo. ¿Cuál?...

¿Qué se nomina? ¿Y en quién?
por José Angel Zuberman

Esta vez, tal como dice el título, no voy a hablar del pase, sino de la nominación. La nominación no es el pase.
Lacan fue claro: "El pasador es el pase".
La preocupación por el prestigio, por el lugar yoico junto a la pregnancia de los títulos académicos lleva a ubicar la nominación como si se tratase de un prestigioso título de posgrado ó superposgrado, llegado a una cima incontrastable e indiscutible.
Quien así lo piensa no participó desde ningún lugar en la experiencia. No hay quien haya pasado por el lugar de pasante, pasador o jurado que no quede profundamente conmovido.

Coeficiente sexual
por Omar Mosquera

Desde hace 150 años se ha montado un dispositivo complejo para producir discursos sobre el sexo, un dispositivo que atraviesa la historia pues conecta la confesión con la medicalización del sexo.
Ese dispositivo de sexualidad que hoy funciona bajo el afeite del positivismo decente de la sexología, es un régimen ordenado de saber y de poder, que lleva a la medicina a prometer el ideal de una sexualidad sana y a la ensoñación humanista una sexualidad completa y desenvuelta.
La sexología es parte de ese discurso de la ciencia que suspende o rechaza al sujeto y obtura esa falta de saber del sexo con procedimientos químicos o recetas uniformes. Si estuviese en lo cierto, dice Masotta por ahí, no habría ni inconciente ni neurosis. La falta de saber del sujeto respecto del sexo es estructural, es el modo en que se revela la radical inadecuación, la profunda desarmonía como saldo de la falta de un objeto predeterminado para la satisfacción. El psicoanálisis lo ha develado hace ya más de un siglo: la sexualidad humana se estructura alrededor de una falta irreductible que gravita en la subjetividad como deseo.

Resiliencia: Utilización del humor en psicoterapia
por Jorge M. Helman

Toda relación terapéutica está sostenida sobre la base de una esperanza; alentada por el paciente y el analista, más enérgicamente expresado, ambos están sostenidos por ella. Se trata de la transformación psíquica. Una simple marca simbólica puede crear un efecto de insight, de revelación que resquebraje un fragmento de ese Real imposible. Y esa marca puede provenir de una parodia humorística que mitigue el énfasis de un problema.
El psicoanálisis no resuelve el conflicto, contribuye a reposicionar al sujeto frente a él, con el conocimiento de las determinaciones históricas que han contribuido a su construcción y con las herramientas defensivas necesarias para poder combatirlo. Si la resiliencia, que supone extraer fuerzas de las situaciones críticas traumáticas, consigue alterar la posición subjetiva de una persona, el objetivo psicoterapéutico estará cumplido.

Notas sobre el tiempo de la experiencia -ética- del psicoanálisis
por Gabriela Mercadal

Situamos este trabajo relativo al tiempo de la experiencia analítica bajo el espíritu de operar un pasaje desde la torsión planteada en el lazo entre la ética kantiana y la ética del psicoanálisis, al envés, trabajado en el Seminario 17, entre el discurso analítico y el discurso filosófico -discurso amo-. Y delimitamos este recorrido guiados por la fuerte afirmación de Lacan en torno al "giro en redondo de la filosofía (...) La filosofía, en efecto, en efecto de significante, es justamente eso a propósito de lo cual me esfuerzo en salvar el cuero. No creo hacer filosofía, pero siempre se la hace más de lo que se cree. Nada más resbaladizo que este dominio. Ustedes también la hacen, en su momento, y no es esto seguramente algo con lo que más se regocijan." Lacan, 1988.



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