Colaboraciones
por María Eugenia Vila
"Un acto está ligado a la determinación del comienzo" dice Lacan, determinación que implica una cierta "localización significante" .
Freud sitúa en la pubertad un segundo despertar como producto de los cambios físicos que la misma introduce. "Cambios que han de llevar la vida sexual infantil hacia su definitiva conformación normal". Por lo tanto, es de observar que si bien esto marca un comienzo, es necesaria una localización significante para que, en el sujeto, este despertar adquiera la dimensión del Acto.
El segundo despertar, lo enfrenta con la posibilidad del acto sexual, lo que requiere una preparación para el mismo. Representa "una entrada en la vida y en un cuerpo" por lo tanto, la cubierta imaginaria que abrigó la infancia, ha de ser renovada.
Es necesario un nuevo reanudamiento que permita nuevos enlaces, conjugando sexualidad y muerte y posibilite, en alguna medida, hacer frente a la irrupción de ese real pulsional.
por Estela Durán
Considero que la posición del niño implica un recorrido, ya que nacemos "viejos" y ""si todo va bien", podremos, siendo viejos, andar por la vida presurosa e inocentemente como niños.
Si cuando uno es joven porta los significantes del Otro, es nuestra propuesta que logre ir despojándose de ellos, para inventar otros nuevos y en ésto va mi apuesta a que el niño se convierta en el padre del hombre. El psicoanálisis es un sendero. Considero que el arte ,puede ser otro ya que recrea la falta y nos dice algo nuevo.
En las letras de un poeta, encuentro la posibilidad de sostener mi apuesta:
En homenaje a los cien años de su nacimiento, aparece, por primera vez, en su lengua materna, la autobiografía publicada en inglés en 1970.
por Alberto Sladogna
En este artículo propongo subrayar un trazo presentado por cada acto suicida: el suicidio es una forma de morir, muerte semejante a otras. La huella de dicho acto desata entre los sobrevivientes, en ocasiones y bajo algunas circunstancias, un monto de angustia, de inhibición y de síntomas que acompañan al duelo, sea cual sea la causa de la muerte. Un suicidio nos afecta pues implica una muerte y con ella, la desaparición de un semejante, es la muerte de una parte de sí mismo. ¿Cuál?...
por José Angel Zuberman
Esta vez, tal como dice el título, no voy a hablar del pase, sino de la nominación.
La nominación no es el pase.
Lacan fue claro: "El pasador es el pase".
La preocupación por el prestigio, por el lugar yoico junto a la pregnancia de los títulos académicos lleva a ubicar la nominación como si se tratase de un prestigioso título de posgrado ó superposgrado, llegado a una cima incontrastable e indiscutible.
Quien así lo piensa no participó desde ningún lugar en la experiencia. No hay quien haya pasado por el lugar de pasante, pasador o jurado que no quede profundamente conmovido.
por Omar Mosquera
Desde hace 150 años se ha montado un dispositivo complejo para producir discursos sobre el sexo, un dispositivo que atraviesa la historia pues conecta la confesión con la medicalización del sexo.
Ese dispositivo de sexualidad que hoy funciona bajo el afeite del positivismo decente de la sexología, es un régimen ordenado de saber y de poder, que lleva a la medicina a prometer el ideal de una sexualidad sana y a la ensoñación humanista una sexualidad completa y desenvuelta.
La sexología es parte de ese discurso de la ciencia que suspende o rechaza al sujeto y obtura esa falta de saber del sexo con procedimientos químicos o recetas uniformes. Si estuviese en lo cierto, dice Masotta por ahí, no habría ni inconciente ni neurosis.
La falta de saber del sujeto respecto del sexo es estructural, es el modo en que se revela la radical inadecuación, la profunda desarmonía como saldo de la falta de un objeto predeterminado para la satisfacción. El psicoanálisis lo ha develado hace ya más de un siglo: la sexualidad humana se estructura alrededor de una falta irreductible que gravita en la subjetividad como deseo.
por Jorge M. Helman
Toda relación terapéutica está sostenida sobre la base de una esperanza; alentada por el paciente y el analista, más enérgicamente expresado, ambos están sostenidos por ella. Se trata de la transformación psíquica. Una simple marca simbólica puede crear un efecto de insight, de revelación que resquebraje un fragmento de ese Real imposible. Y esa marca puede provenir de una parodia humorística que mitigue el énfasis de un problema.
El psicoanálisis no resuelve el conflicto, contribuye a reposicionar al sujeto frente a él, con el conocimiento de las determinaciones históricas que han contribuido a su construcción y con las herramientas defensivas necesarias para poder combatirlo.
Si la resiliencia, que supone extraer fuerzas de las situaciones críticas traumáticas, consigue alterar la posición subjetiva de una persona, el objetivo psicoterapéutico estará cumplido.
por Gabriela Mercadal
Situamos este trabajo relativo al tiempo de la experiencia analítica bajo el espíritu de operar un pasaje desde la torsión planteada en el lazo entre la ética kantiana y la ética del psicoanálisis, al envés, trabajado en el Seminario 17, entre el discurso analítico y el discurso filosófico -discurso amo-. Y delimitamos este recorrido guiados por la fuerte afirmación de Lacan en torno al "giro en redondo de la filosofía (...) La filosofía, en efecto, en efecto de significante, es justamente eso a propósito de lo cual me esfuerzo en salvar el cuero. No creo hacer filosofía, pero siempre se la hace más de lo que se cree. Nada más resbaladizo que este dominio. Ustedes también la hacen, en su momento, y no es esto seguramente algo con lo que más se regocijan." Lacan, 1988.
por Sergio Zabalza
Todo indica que el escándalo acontecido en la muestra de arte donde participaba un artista pedófilo fue manipulado como una estrategia de marketing pour la galerie (¡precisamente! ).
Por cierto, no está de más que sentemos nuestra posición acerca de la censura. En efecto, si la condena a determinados episodios perversos depende más de un lazo social que de un individuo (recordar el erasto y el erómeno de la pederastía en la Antigua Grecia) y si el arte es el recurso privilegiado con que una sociedad cuenta para – vía la sublimación- asumir la perversión generalizada que la funda y sostiene, está claro entonces que la censura a la creación artística es un procedimiento tan cobarde como funcional a la cotidiana emergencia de los abusos sexuales que la proclama moralista dice combatir
por María Andrea Alcázar y María Cecilia Moreno
Nuestro trabajo cotidiano en la clínica nos lleva a estudiar el tema del duelo como un momento privilegiado por el cual atraviesa todo analizante, o tal vez tendríamos que decir que un duelo lo atraviesa. Al usar esta palabra sostenemos que hay un sujeto, quedando al descubierto la dimensión de la división estructural. La posición de aquel que atraviesa un duelo o como dijimos es atravesado por él no será la misma al inicio que al final del tratamiento. Existe un final de duelo. Allí el sujeto experimentará que siendo el mismo ya no lo es.
por Jorgelina Carignano y Mónica Federmann
A partir de la incorporación del organismo del recién nacido a la estructura del lenguaje se borran las relaciones del hombre con lo natural. La sexualidad humana perversa y polimorfa, desde la infancia, se exterioriza a partir de los rodeos que las pulsiones parciales realizan en torno al objeto, contingente y no predeterminado, con el fin de la satisfacción. Tan sólo una parte de las pulsiones polimorfas de la infancia van a poder integrarse a la vida adulta.
Desde esta perspectiva, la elección de objeto homosexual es una de las variantes posibles entre otras. Esta consideración permitiría pensar la sustracción de la homosexualidad del registro de la psicopatología, a la que Freud entendía como aberración sexual, inversión, perversión en diferentes momentos de su obra...
El psicoanálisis ha planteado la condición bisexual del niño y la identidad sexuada no garantizada por el sexo anatómico, sino como producto de un proceso de construcción, a partir del atravesamiento del sujeto por el Complejo de Edipo y el Complejo de Castración.