Introducción al Psicoanálisis
por Edit Beatriz Tendlarz
Dentro del imperativo de goce del superyó actual, el cuerpo cobra un nuevo estatuto.Esta novedad puede trazarse en la enseñanza de J. Lacan a partir del giro teórico conceptual que imprime a su seminario sobre la angustia (1962-1963). Hasta entonces, resultaba hegemónica la posición de los vínculos del sujeto con los registros de lo imaginario y de lo simbólico. Desde entonces, aparece la concepción del objeto a como objeto que se desprende del cuerpo. En ese momento, Lacan ve al objeto a como un fragmento del cuerpo desde una óptica que puede presentar diferentes modalidades. Ya que el objeto a no puede reducirse a la nueva lógica del significante, aquí postularía que “se asimila al cuerpo como viviente”. Como se halla del otro lado de la frontera del significante, el cuerpo gana vida gracias al objeto.
por Daniel Fernández
Hablar de celos es hablar de interés. Si celamos a alguien es porque ese alguien nos importa. Por ende, queremos que nos elija y no elija a otra persona. Es decir que celos e infidelidad son obviamente dos conceptos vinculados. Para hablar de celos, en principio debemos mencionar los casos en que una persona sabe a ciencia cierta que su pareja le es infiel porque ya lo ha sido en reiteradas veces y porque sólo dice arrepentirse una vez que es descubierta. En este caso, la persona que siente celos tal vez debería cuestionarse por qué insiste en continuar su relación con una alguien así, por qué sigue luchando por cambiar a quien sabe que no va a cambiar, por qué persiste en continuar invirtiendo en una pareja que le genera celos cuando estos celos la hacen vivir mal.
por Valeria Soledad Zaldivar Mir
Muchas son las opiniones con respecto al matrimonio gay. En lo personal, creo que hay que festejar el acto de aprobación por parte de la justicia, ya que siempre nos concentramos en criticarla y una vez que se permite a la gente expresarse sin autoritarismo, algunos se dan el lujo de cuestionar.
por Lucía Beltrán
Coral llega a consulta vislumbrando una posibilidad que –fantaseada por largo tiempo- comenzaba a mostrar su viabilidad: tomar distancia de la madre.
- Quisiera no volver a verla, pero no puedo, el problema no es sólo ella, también está mi papá y mis hermanos… Ella se va a enfermar y todos dirán que yo tuve la culpa. Siempre hace lo mismo, si alguien no hace lo que ella quiere, si no la estamos alabando permanentemente, se enoja y pone a los demás en su contra. A mi también me ha tocado ser de las que la apoyan y le retiran el habla a quien no está de su parte… Ya no le voy a llamar y no me importa lo que digan los demás.
- No sabe que bien me he sentido en estos días. No le he llamado y no me siento mal.
- Me dan ganas de ir a hablar con ella, decirle todo lo que pienso, que es injusta, que es soberbia, que no puede hablar así de la gente, que estoy harta de estarla halagando, que me enferma cómo trata a mi papá, le voy a decir… bueno, le diría… le diría que se la pasa pidiendo que la alabemos: “¡ay, que buena eres mamita!”, “¡ay qué bien arreglada tienes la casa, mamita¡”, “¡estás tan bien conservada!”, “¡qué bonita familia tienes!”… Le voy a decir, le voy a decir que me doy cuenta de cómo es ella, que yo no creo que es perfecta… Pero me da miedo.
- ¿Miedo de qué?
- De que se muera.
- Usted cree que puede morir por lo que usted diga.
- No sé, a lo mejor sí… pero, bueno… no creo.
por Estela Schab
El analista es al menos dos Sabemos que la función del analista se enmarca en la dirección de una cura, de este modo esta dirección define un psicoanálisis porque implica a la transferencia. La transferencia, que en principio consiste en la investidura de un Sujeto supuesto saber, tiene una función estructural porque liga al sujeto al Otro, razón suficiente que orienta al neurótico en una búsqueda de saber. Sin embargo, para el analista el no saber es central a la hora de escuchar. Se propone un saber del des-ser del sujeto supuesto saber. Se insiste en la importancia de estar advertido de la investidura de saber, de posibilitarla sabiendo que es un engaño, lo cual significa que el analista no sabe porque el saber es inconciente. Los esfuerzos de Lacan por diferenciar el psicoanálisis de cualquier saber totalizante conducen a pensar que, en ocasiones, se pone en juego una sustitución del psicoanálisis por la clínica. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de clínica? Se dice de una clínica de la pulsión, de lo real, del fantasma, de las identificaciones, clínica con niños, adultos, adolescentes. De este modo se toma a la clínica respetando su origen como concepto médico, y se pierde lo que tiene de analítico. En este punto interrogamos: ¿Qué particularidad le otorga a la clínica que sea psicoanalítica? La particularidad radica en que el psicoanálisis es caso por caso y en cada caso la clínica se reinventa. Entonces no se trata de una sustitución sino de especificar la singularidad que hace a la clínica psicoanalítica.
por Mónica Beatriz Peisajovich
Pensar el Cuento como Recurso Integrador, es pensar la narración y la lectura como punto de unión en un imaginario simbólico desprendido de lo Real. La lectura es diálogo, interlocución entre el autor y el lector, proceso continuo y de tensión constante entre ambos debido al posicionamiento activo que adopta el lector (acuerdos, desacuerdos con el texto), en interacción recíproca. El Cuento no acosa, da libertad, entra a lo más íntimo del sujeto a través de la imagen y de la palabra que, por retroacción llega a lo más profundo del psiquismo, a su constitución misma operando en el lugar del sentido, proponiendo un vacío como posibilidad frente al lleno de la imagen especular (i(a)-i’(a)). ¿Por qué habría de ser integrado un niño a la situación escolar? ¿Qué lo deja fuera del sistema? Es que ¿alguna vez estuvo dentro?
por Sandra Larrachado
El objetivo del presente trabajo es dilucidar las fases del síntoma en el acto analítico, tomando en cuenta para ello las nociones teóricas trabajadas en la cátedra desde Freud y Lacan ubicándolas dentro de los polos del poema y el poeta.
La elección de estos términos no es azarosa, las formaciones del inconsciente, (en nuestro caso particular el síntoma) y la poesía son creadas en su relación al significante, toman de el su materia prima. La condición para que haya psicoanálisis es justamente que el inconsciente este estructurado como un lenguaje, solo por esta es posible que el síntoma ceda a la interpretación y permita así virajes subjetivos. “No hay ninguna significación que no se sostenga sino es por la referencia a otra significación”, el síntoma histérico como bien diría Freud “habla”, tiene valor de palabra, aunque el sujeto no sepa nada de ello
A partir de la enseñanza de Lacan la estructura no esta situada en no se sabe que profundidades insondables del psiquismo, la estructura esta articulada en el discurso del sujeto, se revela en “los efectos que la combinatoria pura y simple del significante determina en la realidad donde ella se produce”; constituye la “máquina original” que pone en escena al sujeto en el campo de nuestra experiencia”
por Daniel Argibay
Es notable como la mitología griega nos deja siempre en reflexión acerca de ella y resulta aún más llamativo ver como Narciso no ha dejado de ser nunca eje fundamental del Psicoanálisis y de otros distintos abordajes de la psicopatología. Pero, lejos de lo que pueda creerse, no fue Freud el primero en citarlo en textos psi. En “Introducción del Narcisismo” (1914) menciona que toma esta palabra de Paul Näcke, quien lo utilizó para describir una perversión, en la que el sujeto trata a su propio cuerpo como un objeto sexual mostrando amor a él mismo, el amor que normalmente se guarda para objetos externos. Posteriormente Freud, en una nota agregada en 1920 en “Tres Ensayos para una Teoría Sexual”, cambia esta afirmación otorgando el uso a Havelock Ellis, quién publico un escrito que llamó "Autoerotismo, un Estudio Psicológico" (1898). Lo cierto es que Ellis conocido de Näcke, si bien no personalmente, intercambiaban sus trabajos en cuanto se publicaban. Näcke los traducía al alemán mientras que Ellis hacía su traducción al Inglés, ambos los publicaban en diferentes revistas científicas.
por Daniel Fernández
Es bien sabido por todos los psicólogos que nos dedicamos a la clínica, que el motivo más común por el cual un paciente consulta suele ser algo inherente a la problemática de pareja. La búsqueda del amor, como una panacea, y los infinitos obstáculos que dificultan el encuentro, someten muchas veces al ser humano a un oscilar desgastante entre el deseo y un goce mortífero. Es cierto que esto no es algo representativo solo de esta época; ya las grandes obras literarias de todos los tiempos hallaban su eje dramático principal en las problemáticas del amor. Sin embargo, algo que en la actualidad sí parecería ser como un foco bastante común vinculado a dichas cuestiones, es el “no compromiso”. Es decir que muchas personas ya no ven la necesidad de un vínculo estable y exclusivo sino que, por el contrario, parecen huir de esta posibilidad como quien escapa de un demonio. Los motivos por los cuales alguien quiere evadir el compromiso son tantos como personas hay y no está en mí abocarnos ahora a dicho punto. Sí, en cambio, nos centraremos justamente en lo que ocurre con aquella persona que apuesta al compromiso pero termina vinculada con quien no lo desea, razón por la cual la demanda de amor queda presa de un juego tan peligroso como el mismo Jumanji
por Edit Tendlarz y otros
En la sociedad actual, podemos ubicar la modalidad en que ciertos individuos responden a los malestares que les generan las situaciones de la vida contemporánea. En El malestar en la cultura, de 1930, Freud señala que el consumo de narcóticos es un síntoma acotado y plantea lo siguiente: “La vida como nos es impuesta resulta gravosa, nos trae hartos dolores, desengaños, tareas insolubles, para soportarla no podemos prescindir de calmantes. Hay de tres clases: poderosas distracciones que nos hagan evaluar como muy mínimas nuestras miserias, satisfacciones sustitutivas que las reduzcan, y sustancias embriagadoras que nos vuelvan insensibles a ellas. Algo de ese tipo resulta indispensable (…) no solo se le debe a la sustancia embriagadora la ganancia inmediata de placer, sino una cuota de independencia ardientemente anhelada, respecto del mundo exterior bien se sabe que con ayuda del quitapenas es posibles sustraerse en cualquier momento a la presión de la realidad, y refugiarse en un mundo propio, que ofrece mejores condiciones de sensación”.