Introducción al Psicoanálisis

Sección coordinada por Liliana Donzis
FPS: Una falla en lo simbólico que hace marca en el cuerpo
por Zulma López Arranz

Sin vida no hay goce.
Sin cuerpo no hay goce.
Sin significante no hay goce.
Sólo hay goce a condición de que la vida se presente bajo la forma del cuerpo viviente. Esta condición es necesaria pero no suficiente.
La segunda condición es la de significante, ya que, siguiendo a Lacan, “el significante es causa de goce”. Dentro de la concepción de una biología lacaniana me propongo situar el FPS tomando como axioma: “ El cuerpo viviente es la condición de goce”. Cuerpo viviente significa que no se trata del cuerpo imaginario, del cuerpo bajo la forma de su forma. No es ese cuerpo especular del estadio del espejo. Tampoco es el cuerpo simbólico. Ni imaginario ni simbólico sino cuerpo viviente. Es ese cuerpo viviente el afectado por el goce. Dice Miller que nada obstaculiza para que situemos el goce como un afecto del cuerpo. Entendemos al goce como una satisfacción de la pulsión. Tanto en el síntoma como en el FPS hay una satisfacción de la pulsión. Hay un goce condicionado por la vida. ¿De qué goce se trata en el FPS? ¿Es el mismo goce del síntoma?

Síntoma como formación del inconsciente. Parte 2: El síntoma y su diferencia con la inhibición.
por Alejandra Crocinelli

La primera diferenciación que surge en el texto de Inhibición, Síntoma y Angustia es que al síntoma, Freud lo ubica como un proceso patológico a diferencia de la inhibición, que la ubica como limitación normal de una función. Para que una inhibición pueda ser un síntoma, en tanto proceso patológico, es necesario que deje de ser una simple rebaja de la función y pase a ser una desacostumbrada variación de ella (función que varia, cambia se modifica) o de una nueva operación. La inhibición se liga siempre a la función, esta en relación al hacer, al movimiento y por lo tanto al yo. Freud escoge cuatro funciones del yo que tomara como ejemplos para mostrar como actúa la inhibición: función sexual, alimenticia, locomoción, y trabajo profesional. Sabemos que esta elección no es azarosa, ni casual, a elegido funciones que están relacionadas en su despliegue con satisfacciones pulsionales que involucran al yo en el hacer, y el movimiento. Es, dirá, la aparición de la angustia frente a dichas satisfacciones, lo que provocara la inhibición de la función.

Síntoma como formación del inconsciente. Parte 1.
por Alejandra Crocinelli

El síntoma es, vía la represión del yo, una formación del inconsciente, sustitutiva de la moción pulsional del Ello, interceptada. Este capítulo intentara dar cuente como las marcas, las huellas, de este Ello pulsional y traumático, serán transcriptas y representadas en el inconsciente, en tanto reprimido. El síntoma tendrá en la neurosis el lugar de ligar algo de lo pulsional al trabajo del inconsciente dándole una trama de representaciones psíquicas y complejizando con ello su funcionamiento. Si el síntoma entrama, liga lo pulsional al trabajo del inconsciente, en tanto reprimido y dinámico, cancela, la situación de peligro para el yo, es decir la irrupción traumática de la castración. Freud define a la represión como defensa del yo y como destino de pulsión. ¿Cuándo se hace necesaria la represión de una moción pulsional?, cuando su satisfacción la hace inconciliable con otras exigencias y designios. Sin embargo la represión no impide a dicha moción pulsional seguir organizándose en el inconsciente, sino que solo perturba su vínculo con la conciencia.

La perversión como modalidad subjetiva
por Ana María Sendon

Frente a estas palabras escuchadas a un sujeto que había sido sometido a una pericia por un tema de trasgresión y que había accedido a la lectura del informe en el que se lo diagnosticaba desde el DSM IV como Trastorno antisocial de la personalidad, y desde el psicoanálisis como “estructura perversa”, surge el interés por pensar este término que lo había molestado tanto.
En un intento de aclarar ideas que se confunden recurro una vez más al Diccionario de la Real Academia Española, donde se puede encontrar: perversión (Del lat. perversĭo, -ōnis). 1. f. Acción y efecto de pervertir; pervertir (Del lat. pervertĕre). 1. tr. Viciar con malas doctrinas o ejemplos las costumbres, la fe, el gusto, etc. U. t. c. prnl. 2. tr. Perturbar el orden o estado de las cosas. Continuando la búsqueda vemos que el Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis puntualiza que la perversión es una “desviación con respecto al acto sexual normal, definido como coito dirigido a obtener el orgasmo por penetración genital, con una persona del sexo opuesto”. Señala como ejemplos “cuando el orgasmo se obtiene con otros objetos sexuales, mediante otras zonas corporales, cuando se subordina a condiciones extrínsecas”. “De un modo más general se designa como perversión el conjunto de comportamiento psicosexual que acompaña a tales atipias en la obtención del placer sexual”.

El amor en los tiempos del discurso del Psicoanálisis
por Rafael Casajús

El amor. Cualquiera puede percibir que es un tema principalísimo, fundamental, respecto del cual quien más quien menos inevitablemente ha tenido su experiencia con lo cual por más que no esté formado en el campo del psicoanálisis espero que igual vaya a poder seguir el recorrido que vamos a sugerir; porque claro, la experiencia del amor es una experiencia común a los seres humanos, que todos compartimos y que no hay duda que de una forma u otra en algún momento todos hemos sido objeto del amor de alguien, o al menos así se espera que ocurra, ¿no?.
Sin embargo lejos de parecer usual las cuestiones relativas al amor no siempre son fácilmente identificables, no son transparentes. Puedo asegurarles que hablar del amor es una tarea sumamente complicada porque si bien es una experiencia común a todos, o quizá por eso, existe el riesgo de que caigamos en lugares comunes y nos hagan perder el descubrimiento freudiano respecto a este punto... Vamos a tratar de utilizar ejemplos clínicos para arrojar alguna inteligencia sobre este aspecto o aquel otro, siempre progresando muy despacio y no suponiendo ninguna afirmación como absoluta.

La madre: entre el deseo y el goce
por Edit Beatriz Tendlarz

El presente ensayo ha propuesto investigar y reconstruir la argumentación que guió una hipótesis de Jacques–Alain Miller referida a la secuencia del trabajo sobre el mito de Jacques Lacan. Esta serie temporal se puede articular según orientaciones sucesivas. Nos situamos en el momento de “Edipo en la actualidad” En el mito freudiano de Edipo, bajo el nombre de “la madre” se resumen todos los valores del deseo y del goce. Lacan, a partir del análisis que realiza de la tragedia de los Coûfontaine de Paul Claudel, puede señalar, en una frase, que cuando el hijo de esta familia se casa con la mujer de su padre, no se casa con su madre como en el Edipo de Sófocles. En la trilogía claudeliana, la madre biológica del hijo, que aparece en la primera obra del ciclo, ha muerto. Según Miller, en esto, precisamente, consiste la versión contemporánea del Edipo. Por oposición al mito freudiano, donde la madre es el “punto de vértigo de la libido”. Aquí nos encontramos con una disposición mucho más compleja: es la descomposición estructural de la que, hasta ahora, se resumía bajo el nombre de la “madre”. En el mito lacaniano, esta “madre” se ha disociado de la “mujer del padre”. La pregunta “¿Qué fue para ese niño su madre?” es el eje que permite conducir un camino en la singularidad de la clínica.

La interpretación como arte del intelecto
por Patricia Téramo

No se trata de la escucha de un discurso, una historia narrada, un enigma a develar. Con nuestra escucha y el arte de interpretar vamos construyendo ese fantasma continente del analizado. Nos atañe, por ende el arte de la “cura emocional”, no así la cura de la enfermedad. En un burdo ejercicio intelectual intentemos ubicar el discurso de, por ejemplo, Ferdinand de Saussure en “Curso de lingüística general”, como analizado: hablando de lingüística nos dice… “en el dominio germánico, que va desde los Alpes hasta el Mar del Norte el cambio t – ts (z) el espíritu de campanario creó una oposición entre el sur y el norte; pero dentro de esos límites, gracias al intercambio, hay solidaridad lingüística”. .. Analista: rescatamos en el sentido del discurso conceptos de solidaridad lingüística, interposición de poblaciones separatistas, efectos de parentesco y de contagio, la actitud crítica y la actitud constructiva….” cuando dos idiomas conservan de su pasado cierto rasgo en común que atestiguan su parentesco, aunque cada uno de ellos halla evolucionado en forma independiente, los caracteres nuevos surgidos de un lado no se podrán encontrar en el otro. Lo que queda excluido en todo caso es la comunicación de esos caracteres por contagio.” Utilizamos la inducción y la deducción y nos adentramos así en temas que atañen a una especificidad poco común, nudo central, diría, de todo análisis lingüístico, ya que constituye un hecho por demás traumático, insoslayable y, enigmático. Arriesguemos un ejemplo de analogía en el campo de la genética, si dos hermanos son separados en la temprana infancia su evolución estructural será totalmente disímil, sin embargo son genéticamente emparentables…

La clínica psicoanalítica y el dinero: Complejidades y problemáticas en los análisis actuales
por Stella Maris Gulian

¿Qué lugar ocupan esos cuestionamientos de los honorarios en un paciente? ¿Cuál es la escasez a escuchar detrás del “no puedo pagar” de un padre? ¿Por qué olvida siempre traer el dinero aquel otro paciente? ¿Por qué éste falta y porque falta no paga? Freud decía con razón que en la estima del dinero intervienen poderosos factores sexuales y que hablamos de él con la misma “duplicidad, mojigatería o hipocresía” con la que tratamos aquellos temas a nivel social. El dinero es una equivalencia simbólica, núcleo de lo que no en vano se denomina “economía” libidinal del sujeto.
Hablar sobre el dinero en la clínica implica tomar las dos vertientes de los actores interesados: el paciente y el analista. Uno paga y el otro cobra. ¿Por qué es conveniente que un paciente pague para ser escuchado, si tantos otros sociales podrían escucharlo gratuitamente o incluso podría recurrir a su pre paga y tan solo agregar un pequeño monto estipulado por esa terceridad? ¿Acaso si hay una terceridad en juego, lo que ocurre entre paciente y analista no es un análisis si no media un pago directo? ¿Por qué es conveniente que el analista reciba un monto de dinero estipulado de mano del paciente y no de una terceridad? ¿Cuáles son los resortes, la eficacia y los limites de una transferencia que no está mediatizada por el dinero? ¿Realmente constituye la mediación de éste una condición para la práctica analítica?
Estas son algunas de las preguntas que planteo. Sólo alguna de ellas intentaré abordar.

Fantasma y pulsión desde el psicoanálisis con niños
por María Rosa Borgatello de Musolino

Es sólo en el fantasma que el sujeto puede hacerse ausencia de ese objeto, de a. Lo hace para sostener el deseo en la identificación al trazo unario, es decir al ideal del yo. De no ser así, se descubriría culpable de su real, incauto de su propio juego y sin poder posibilidades de errar pues se encuentra frente a lo imposible: satisfacer una imagen y tener ahí justamente algo a presentar ‘cash’ . Y esto sólo puede ser su pequeño cabo de cola, como diría Lacan. (13-3-57); la cosita hacedora de pipí –Wiwi macher- de Freud. Así, sus tentativas de seducción, de seducir a la madre, ocurren porque quiere hacerse creer un hombre o un portador del falo. Estas lo ponen en posición de señuelo y lo exponen a las primeras lesiones narcísicas, decepcionantes. Ellas son preludios de la castración, que modifican su economía de goce y lo transforman en ese polimorfo perverso del que nos hablara Freud. Por lo que se entrega al goce del Otro, al goce del cuerpo del significante, pues es el goce a que apunta en tanto que él es el resto en cuerpo, el objeto de ese goce

Mi viejo el dotor
por Marina Levins

El objetivo del presente trabajo es ilustrar mediante un caso clínico los efectos que produce el Discurso Amo cuando queda coagulado, sin permitir que se inscriba algo de la falta que propicie la rotación de los discursos.
Como consecuencia, se trata de ubicar el lugar del analista en la dirección de la cura. Cómo el semblante de un discurso puede causar el decurso del deseo o contribuir a la perpetuación del mandato superyoico y el goce mortífero.
Gonzalo llegó una tarde calurosa; su motivo de consulta era difuso: - “son un montón de cosas…” “no le encuentro la vuelta a algunas cosas…” “verlas desde otro punto de vista”. Sigue hablando y ese “montón de cosas” se empiezan a especificar un poco más, hasta “ordenarlos” por importancia: el dinero, la falta de tiempo para él y el trabajo. No podía tener dinero sin generar una deuda. Esas deudas, no eran con cualquiera, sino con personas significativas en su vida: familiares, amigos. Deudas que indefectiblemente no podía saldar. Se dice “culpógeno”. ¿Qué era ser culpógeno para Gonzalo? “No soy un jugador empedernido, pero alguna vez jugué más de lo debido… me juego lo último que tengo” El tema del juego empezó diez años antes de la consulta, oh casualidad, en la misma época que falleció el padre. Cabe mencionar, dicho sea de paso, en el mes coincidente con el de la primera entrevista.



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