Introducción al Psicoanálisis

Sección coordinada por Liliana Donzis
La interpretación como arte del intelecto
por Patricia Téramo

No se trata de la escucha de un discurso, una historia narrada, un enigma a develar. Con nuestra escucha y el arte de interpretar vamos construyendo ese fantasma continente del analizado. Nos atañe, por ende el arte de la “cura emocional”, no así la cura de la enfermedad. En un burdo ejercicio intelectual intentemos ubicar el discurso de, por ejemplo, Ferdinand de Saussure en “Curso de lingüística general”, como analizado: hablando de lingüística nos dice… “en el dominio germánico, que va desde los Alpes hasta el Mar del Norte el cambio t – ts (z) el espíritu de campanario creó una oposición entre el sur y el norte; pero dentro de esos límites, gracias al intercambio, hay solidaridad lingüística”. .. Analista: rescatamos en el sentido del discurso conceptos de solidaridad lingüística, interposición de poblaciones separatistas, efectos de parentesco y de contagio, la actitud crítica y la actitud constructiva….” cuando dos idiomas conservan de su pasado cierto rasgo en común que atestiguan su parentesco, aunque cada uno de ellos halla evolucionado en forma independiente, los caracteres nuevos surgidos de un lado no se podrán encontrar en el otro. Lo que queda excluido en todo caso es la comunicación de esos caracteres por contagio.” Utilizamos la inducción y la deducción y nos adentramos así en temas que atañen a una especificidad poco común, nudo central, diría, de todo análisis lingüístico, ya que constituye un hecho por demás traumático, insoslayable y, enigmático. Arriesguemos un ejemplo de analogía en el campo de la genética, si dos hermanos son separados en la temprana infancia su evolución estructural será totalmente disímil, sin embargo son genéticamente emparentables…

La clínica psicoanalítica y el dinero: Complejidades y problemáticas en los análisis actuales
por Stella Maris Gulian

¿Qué lugar ocupan esos cuestionamientos de los honorarios en un paciente? ¿Cuál es la escasez a escuchar detrás del “no puedo pagar” de un padre? ¿Por qué olvida siempre traer el dinero aquel otro paciente? ¿Por qué éste falta y porque falta no paga? Freud decía con razón que en la estima del dinero intervienen poderosos factores sexuales y que hablamos de él con la misma “duplicidad, mojigatería o hipocresía” con la que tratamos aquellos temas a nivel social. El dinero es una equivalencia simbólica, núcleo de lo que no en vano se denomina “economía” libidinal del sujeto.
Hablar sobre el dinero en la clínica implica tomar las dos vertientes de los actores interesados: el paciente y el analista. Uno paga y el otro cobra. ¿Por qué es conveniente que un paciente pague para ser escuchado, si tantos otros sociales podrían escucharlo gratuitamente o incluso podría recurrir a su pre paga y tan solo agregar un pequeño monto estipulado por esa terceridad? ¿Acaso si hay una terceridad en juego, lo que ocurre entre paciente y analista no es un análisis si no media un pago directo? ¿Por qué es conveniente que el analista reciba un monto de dinero estipulado de mano del paciente y no de una terceridad? ¿Cuáles son los resortes, la eficacia y los limites de una transferencia que no está mediatizada por el dinero? ¿Realmente constituye la mediación de éste una condición para la práctica analítica?
Estas son algunas de las preguntas que planteo. Sólo alguna de ellas intentaré abordar.

Fantasma y pulsión desde el psicoanálisis con niños
por María Rosa Borgatello de Musolino

Es sólo en el fantasma que el sujeto puede hacerse ausencia de ese objeto, de a. Lo hace para sostener el deseo en la identificación al trazo unario, es decir al ideal del yo. De no ser así, se descubriría culpable de su real, incauto de su propio juego y sin poder posibilidades de errar pues se encuentra frente a lo imposible: satisfacer una imagen y tener ahí justamente algo a presentar ‘cash’ . Y esto sólo puede ser su pequeño cabo de cola, como diría Lacan. (13-3-57); la cosita hacedora de pipí –Wiwi macher- de Freud. Así, sus tentativas de seducción, de seducir a la madre, ocurren porque quiere hacerse creer un hombre o un portador del falo. Estas lo ponen en posición de señuelo y lo exponen a las primeras lesiones narcísicas, decepcionantes. Ellas son preludios de la castración, que modifican su economía de goce y lo transforman en ese polimorfo perverso del que nos hablara Freud. Por lo que se entrega al goce del Otro, al goce del cuerpo del significante, pues es el goce a que apunta en tanto que él es el resto en cuerpo, el objeto de ese goce

Mi viejo el dotor
por Marina Levins

El objetivo del presente trabajo es ilustrar mediante un caso clínico los efectos que produce el Discurso Amo cuando queda coagulado, sin permitir que se inscriba algo de la falta que propicie la rotación de los discursos.
Como consecuencia, se trata de ubicar el lugar del analista en la dirección de la cura. Cómo el semblante de un discurso puede causar el decurso del deseo o contribuir a la perpetuación del mandato superyoico y el goce mortífero.
Gonzalo llegó una tarde calurosa; su motivo de consulta era difuso: - “son un montón de cosas…” “no le encuentro la vuelta a algunas cosas…” “verlas desde otro punto de vista”. Sigue hablando y ese “montón de cosas” se empiezan a especificar un poco más, hasta “ordenarlos” por importancia: el dinero, la falta de tiempo para él y el trabajo. No podía tener dinero sin generar una deuda. Esas deudas, no eran con cualquiera, sino con personas significativas en su vida: familiares, amigos. Deudas que indefectiblemente no podía saldar. Se dice “culpógeno”. ¿Qué era ser culpógeno para Gonzalo? “No soy un jugador empedernido, pero alguna vez jugué más de lo debido… me juego lo último que tengo” El tema del juego empezó diez años antes de la consulta, oh casualidad, en la misma época que falleció el padre. Cabe mencionar, dicho sea de paso, en el mes coincidente con el de la primera entrevista.

Por qué me tuvo que pasar a mí
por Carolina Sañudo

En el presente trabajo me propongo realizar una articulación teórico clínica, a partir del recorte de un caso de una paciente a quien atiendo en la institución hace 6 meses. Teniendo este objetivo, comenzaré desarrollando el caso clínico, centrándome en aquellos dichos de la paciente que marcan el eje del trabajo con ella. Intentaré situar un significante, “no sé por qué”, que considero central en su discurso, para a partir de él poder pensar una lógica del caso y una dirección de la cura posible. Comencemos con la viñeta clínica: María tiene 45 años. Realiza la consulta en la institución a mediados del mes de Enero de 2008. En la primera entrevista relata que hace tiempo tiene deseos de iniciar un tratamiento, pero por diferentes motivos lo ha venido postergando. Sobre su motivo de consulta dice: “tengo ganas de pensar en mi… siempre pongo primero a los demás, pero ahora dije basta y quiero empezar a ocuparme de mi”, “tengo la necesidad de encontrarme conmigo misma… siento que nunca tomo desiciones, que siempre deciden por mi…”, más adelante agrega: “tengo ganas de hacer muchas cosas y no sé por qué siempre termino sin hacer nada”. En la misma entrevista María cuenta: “tengo un hijo adicto, hace tiempo que está con este problema… ya hizo muchos tratamientos, estuvo internado muchas veces y no sale… quisiera que se recupere, que esté bien, pero no veo que avance, eso me preocupa…”.

Nuevas modalidades de violencia y sexualidad. La represión, ¿es un mecanismo vigente?
por Zulma López Arranz

La represión, ¿es un mecanismo válido en la actualidad? Antes de responder la pregunta me parece interesante plantear el tema del tiempo del sujeto. El tiempo del sujeto carece de consistencia óntica. Es el efecto que se genera entre la insistencia deseante continua y el acontecimiento instantáneo del acto decidido que siempre opera como sanción simbólica. En esta comunicación temporal se produce un “efecto sujeto”. El acto sanciona el sentido definitivo del pasado y también las opciones para un proyecto futuro: Hay emergencia de la subjetividad signada por el tiempo histórico. El acto sanciona un antes y un después. La temporalización sólo es posible por la represión, en tanto prohíbe coincidir con la no diferencia. La temporalización manifiesta el asidero del sujeto con el lenguaje. El lenguaje, “como red articulada de diferencias”y prohibiciones normativas, obligan a una separación del goce pulsional. La función del lenguaje es separar el goce del cuerpo dejando reservado el goce a las zonas erógenas. La función del-Nombre-del-Padre, basada en las leyes del lenguaje, impone un tope al narcisismo materno.

IV Pulsión de muerte. El psicoanálisis no es una biología
por Rafael Casajús

Habría que empezar por decir que la pulsión de muerte es una contradicción en sus propios términos porque se supone que la pulsión, en la medida en que está en estrecha cercanía con lo que es un instinto, tiene un vínculo con la vida y no con la muerte. ¿Cómo se resuelve esta aporía? Aquí va a hacer falta que despejemos un aspecto que sinceramente muy pocas veces es presentado como “claro y distinto” , y es la función que como tal cumple la pulsión de muerte y que esto varía diametralmente según la circunstancia de la que se trate. La verdad sea dicha, la pulsión de vida es también un oxímoron ya que en el decir de Freud, “la meta de la vida es la muerte”. ¿Qué quiere decir esto? Por lo pronto hay que poder despejar una confusión que se podría dar: el hecho de que haya lo que Freud llama pulsiones de autoconservación no significa que siendo pulsiones de vida no busquen la muerte sino que la buscan “a su propio modo”. La autoconservación” está en el “propio modo”.

La mesa del dolor
por Claudio Deluca

Parte del trabajo del analista consiste en dar lugar a que los distintos puntos de enlace de la libido y los recuerdos sean actualizados, pero esto no ocurre sin que estas relaciones objetales sean despertadas y sobrecargadas sucesivamente, lo que produce un padecimiento subjetivo y una temporaria intensificación de los síntomas. Es un trabajo lento de sustracción y posterior reubicación libidinal. Me parece oportuno incluir otra posible lectura en relación a lo que voy a denominar el estatuto de “lo negativo” como matriz de lo doloroso, partiendo de la hipótesis que tal vez las huella de la frustración de la respuesta ó la prolongada demora de ésta por parte de los Otros primordiales condicionen el devenir. Entonces llegamos al punto a partir del cual no solo podemos dar cuenta del desencuentro en la relación sujeto-objeto, sino también la instauración del tiempo del Otro como postergación de la satisfacción inmediata del grito del infans y una de las formas que toma el capricho, a partir del cual surgiría el negativismo y la agresividad en relación a las sucesivas relaciones objetales futuras. Otra vertiente daría cuenta del desencuentro de un sujeto con las palabras que le fueron dichas y dieron lugar a las identificaciones que poco dicen de su singularidad. Estas palabras, permiten que el sujeto cuente para el Otro, y por lo tanto le otorgan un lugar en el mundo, pero al no referirse a su singularidad van a ser portadoras de frases oraculares de las cuales va a ser difícil separarse.

El padre, ¿Es el hombre en el lugar del Padre?
por María Rosa Borgatello de Musolino

Nosotros, los analistas, distinguimos al menos tres lugares del padre que no alcanzan a decir qué: el padre real, el imaginario y el simbólico. El padre real lo hace el hombre de una mujer, por eso, no es necesario que diga nada. Es el hombre que ama como mujer. Con lo cual, no necesariamente tiene que ser el genitor del hijo, su esposo o su amante. El padre Simbólico o padre como Nombre lo funda una mujer, cuando canta al hijo su melodía de padre. Quizás, un "ya vas a ver con tu padre", si ella puede salir de yo-moi. Si puede reconocer Otro que ella misma, capaz de nombrar. Ella nombra para... la fatalidad o la suerte del material pulsional. Falta saber aún, si el nombre así fundado se autoriza a tomar la palabra, cuando sea llamado como hombre a ese lugar padre. Si el hombre designado, desea suponer-se allí. Al padre como imagen lo hace el hijo en su decir. Es ese que cree tener, maravilloso o bestial. Ese al que le ruega "Padre, decidme qué...".A estos lugares del “padre” sujetos al deseo y a lo inconsciente, ese hombre inquilino del lenguaje los trae a análisis. Los trae cada vez que disqursea, que intenta explicar su malestar en transferencia. Mostraremos, desde un caso trabajado en un análisis de control, los bordes fractálicos de este lugar.

Diferencias entre "estado" y "ataque"
por María Marta Vilella Paz

El DSM IV habla de los Trastornos del estado de ánimo. Aquí emplea la palabra “estado”, no así cuando habla de los Trastornos de ansiedad que es donde ubica la crisis de angustia. Dice: “La característica principal de una crisis de angustia es la aparición aislada y temporal de miedo o malestar de carácter intenso, que se acompaña (...)” y describe casi los mismos síntomas que describía Freud para el “ataque de angustia” en 1895, en “La neurastenia y la neurosis de angustia”: palpitaciones, sensación de ahogo, ataque de sudoración, temblores, diarrea, ataques de vértigo, ataques bulímicos, ataques de parestesias y de las llamadas congestiones. En el artículo antes mencionado, Freud distingue la espera angustiosa, de lo que es propiamente el ataque de angustia con toda su sintomatología orgánica. En “Obsesiones y fobias” retoma el tema y habla de dos tipos de fobias: aquellas en las que por detrás del temor hay una representación, y otras a las que llama fobias ocasionales como la agorafobia y fobias de la locomoción, en las que predomina un “estado emotivo de angustia” detrás del miedo. Después dice: “corresponde establecer una neurosis especial, la neurosis de angustia cuyo síntoma principal es ese estado emotivo” y luego en 1898 las coloca dentro de las neurosis actuales para diferenciarlas de las psiconeurosis.



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