Introducción al Psicoanálisis

por Guillermo J. Altomano y Silvia M. Azpillaga
El acompañamiento psicoterapéutico es un modo de abordaje que apunta a la socialización del sujeto, trabajando el descentramiento del vínculo narcisista patológico (el narcisismo de muerte de A. Green), ligado a su enfermedad, en pos de reconstruir los vínculos con la realidad que, con la marca de la alteridad y el reconocimiento del otro diferenciado de sí, permiten la creación del propio sí mismo. (...) La peculiaridad de la función estriba en una presencia física, corpórea, en la vida cotidiana del paciente. La tarea sobre su conducta en el aquí y ahora de la situación concreta, agrega un aspecto vivencial que permite tramitar su conflictiva en el marco de la realidad socio-cultural que los envuelve a ambos. Promueve en el paciente el ensayo de conductas nuevas al lado de ese soporte-sostén que es el AP, que opera como garantía frente a la amenaza de una posible desorganización (desintegración). De ahí la noción de un yo en auxilio que, a partir de situarse como modelo identificatorio-sostén de otras alternativas posibles de contacto con la realidad, posibilita los cambios.
por Guillermo J. Altomano y Silvia M. Azpillaga
El acompañamiento psicoterapéutico es un modo de abordaje que apunta a la socialización del sujeto, trabajando el descentramiento del vínculo narcisista patológico (el narcisismo de muerte de A. Green), ligado a su enfermedad, en pos de reconstruir los vínculos con la realidad que, con la marca de la alteridad y el reconocimiento del otro diferenciado de sí, permiten la creación del propio sí mismo. (...) La peculiaridad de la función estriba en una presencia física, corpórea, en la vida cotidiana del paciente. La tarea sobre su conducta en el aquí y ahora de la situación concreta, agrega un aspecto vivencial que permite tramitar su conflictiva en el marco de la realidad socio-cultural que los envuelve a ambos. Promueve en el paciente el ensayo de conductas nuevas al lado de ese soporte-sostén que es el AP, que opera como garantía frente a la amenaza de una posible desorganización (desintegración). De ahí la noción de un yo en auxilio que, a partir de situarse como modelo identificatorio-sostén de otras alternativas posibles de contacto con la realidad, posibilita los cambios.
por Gloria Aksman
Los síntomas que en la actualidad se clasifican bajo la denominación del ataque de pánico, fueron descriptos por Freud en 1895 como síntomas de la neurosis de angustia. Freud ubica que en primer término la angustia es algo sentido. Es un estado afectivo. La característica displacentera que conlleva, la diferencia de cualquier otro afecto.El modo en que está implicado el cuerpo habla de ello. “Percibimos en la angustia sensaciones corporales más determinadas que referimos a ciertos órganos de la respiración y el corazón.”[i] Presenta entonces sensaciones de falta de aire, mareos, palpitaciones, temblores, sudoración, pavor etc., manifestaciones que se agrupan las más de las veces bajo el término de fobias. Si la agorafobia es una de las características más destacadas del ataque, es que hay en esta época algo en el lazo con los otros que se encuentra profundamente perturbado. Es frente a un estado de peligro que se genera angustia, esta es la señal para poner en marcha los diques defensivos. Pero ¿de donde proviene ese peligro? Es interior, observa Freud. Entonces algo en el lazo al Otro vivido como amenaza se pone en causa en el inicio de esta perturbación. Toda defensa se declara inútil frente al peligro que se percibe como exterior, salvo la evitación del encuentro con aquello que está señalado como peligroso.
por Gabriela López
Sabemos desde Freud, que el niño tiene relación con su madre por medio de un significante con el cual va a identificarse: el falo. Para identificarse con el goce perdido que compartía con la madre tendrá que identificarse con la falta de la madre y el falo es un significante que dice esa falta. Por otra parte, sabemos que la castración materna no es únicamente el que la madre éste castrada, que carezca de pene. La castración materna es la división entre madre y mujer, supone entonces que la madre sea una mujer para el padre y ese ser mujer la hará “no-toda” madre...
por Sonia Cesio
En la comunicación online se despliega un intenso componente afectivo, despertando sentimientos variados: de aceptación, entusiasmo, rechazo, enojo, celos y otros. El proceso que pone en funcionamiento este dispositivo, es similar a lo que conocemos como transferencia analítica, incluyendo la emergencia de sentimientos en el terapeuta. Ese cuántum de afecto puede favorecer el trabajo terapéutico o interrumpirlo, ya que otra característica muy común de los contactos en internet, es la desaparición sin dejar rastro. Será nuestro tarea instrumentar esta experiencia con las cualidades que le son inherentes y a favor del progreso terapéutico. Entonces, ¿es posible la terapia online?
por Patricia Polari
Es preciso abandonar la vigilancia consciente, siempre atenta a la significación, y dejarse tomar por la materialidad de los significantes, por sus maneras de conectarse antes de que arrojen efectos de sentido. Es necesario no tener, del sueño, nada para decir; es la única forma de dejarlo hablar. Y si lo dejamos hablar, es que no vamos a pedirle información, ni mensajes inteligibles, ni anticipaciones del futuro, ni claves de los síntomas: es que vamos a ser dóciles al enigma que expone, para dejarnos tocar por él. El sueño, supuesto-saber, dará tal vez algo de saber recuperado a posteriori, si hemos consentido en dejarnos tocar.
por Martín H. Smud
La clínica de los adolescentes siempre es esquiva para la conceptualización teórica. Hay tantos cambios y tan veloces que nunca se termina de comprender porque suceden.
Si se logra una intimidad con el adolescente –la cual hay que buscar activamente– salen inmediatamente los temas del amor, el sexo y el goce: con quién están saliendo, quiénes les gustan pero no se animan, lo que ven en su cuerpo, la “paja” que sienten en hacer lo que deberían hacer.
Me intereso por lo que viven, por las dificultades que enfrentan, el colegio que les exige que hagan lo que no les interesa, el futuro parecido a un abismo: pronto sobrevendrá la terminación de la secundaria y la necesidad de trabajar en un país donde no hay trabajo.
por Adriana Divito
Abandonaremos, pues, las explicaciones simplistas o tautológicas para tratar de dotar al fenómeno de una interpretación al menos razonable, y recurriremos, a tales fines, a las lecturas que hemos comprendido. Si adoptamos la definición de masas, bien sea de la sociología, bien desde el campo del psicoanálisis, suputamos noción tal para la multitud de seguidores de Rodrigo. En el caso que ahora nos ocupa, veremos que en ella se encuentran, fácilmente discernibles las dos características básicas de estos conglomerados con las cuales nos hemos topado. Adoptáramos el punto de vista que adoptáramos, a saber: la baja del rendimiento intelectual del individuo dentro de organización tal y la elevación de la cualidad emotiva que en tal tipo de fenómeno social se produce.
por Norma Bruner
Los niños con problemas orgánicos y/o con dificultades en el desarrollo, que tienen dificultades al mismo tiempo, en la significación de la pérdida en términos del Complejo de Castración, presentan simultáneamente dificultades en el jugar. Faltas o ausencia del jugar en sentido estricto.
Algo en relación a la pérdida en el cuerpo del niño y a la pérdida del niño mismo, como objeto, es decir, a la pérdida del Otro y la inscripción de dicha pérdida enlazada con la diferencia sexual, se ha visto imposibilitada o dificultada. El trabajo del Duelo no se ha realizado o se realiza con dificultad dando lugar, planteo como hipótesis, al Duelo Patológico o la Melancolía.
Las consecuencias en la infancia son las graves perturbaciones en la construcción del psiquismo, pudiendo hacer su entrada el Autismo o la Psicosis según los casos.
Allí donde no hay Duelo hay Melancolía, donde no hay Duelo yo diría en este trabajo, no hay juego, y donde no hay juego no hay niño.
por Adriana Divito
Si bien en un comienzo nuestra idea pivoteó sobre la ilusión de tratar de explicar sucintamente la mistificación que, sobre ciertos personajes populares (Gilda, Rodrigo), realiza nuestra sociedad, las lecturas a las cuales dicha expectativa empujó nos colocó ante la evidencia que -para asomarnos apenas a una vislumbre de tal objetivo- deberíamos tomar en cuenta una pluralidad de conceptos que no habíamos imaginado. En efecto, pronto caímos en la cuenta que tal propósito no podría ni siquiera ser abordado sin definir términos y nociones que resultan ser antecedentes a cualquier explicación prevista.
Nos topamos así con conceptos tales como “grupo” (primario y secundario), “masa” (natural y artificial), “horda”, “instinto gregario”, “comunidad”, etc, provenientes, sobre todo, de los campos de la sociología, la filosofía, la psicología social y el psicoanálisis; y con la inevitabilidad de la pluralidad de enfoques que tales lecturas acarrean.(...)