Introducción al Psicoanálisis

Sección coordinada por Liliana Donzis
24 horas de acompañamiento terapéutico. De los cortes en los brazos a las marcas de tatuajes.
por Noelia Davini

Nuestra labor como acompañantes terapéuticos no puede cumplirse de forma aislada sino que se inscribe en el seno de un equipo, ajustándonos a la pautas propuestas por su terapeuta en relación con la dirección del tratamiento. Ana es una paciente de difícil diagnóstico, pero tanto el psiquiatra como la psicóloga sostienen un diagnóstico que apunta a la psicosis. Frente a esta estructura, nuestra posición fue mostrarnos barradas, como no ostentando un saber. Hay algo que plantea Gerard Pommier con respecto a la posición del analista en la psicosis y es que debe “poder soportar la pulsión de muerte”. Ponemos nuestro cuerpo frente a una patología que se muestra en “carne viva”.Nuestras intervenciones, de acuerdo a los distintos momentos, se alternan desde una intervención en acto, a un silencio estratégico, a una palabra que calma, a una palabra que alienta, a utilizar diferentes semblantes. Era necesario que realizáramos cierta regulación de nuestra presencia, para que la misma no resultara intrusiva, invasiva, incluso no demandar, poder llegar a propuestas sin que se transformaran en una demanda absoluta o en algo impuesto.

A causa de Mauricio Goldemberg
por María Esther Prado

Trabajaban en el Hospital Zonal Evita (conocido como el Policlínico de Lanús) psiquiatras y psicólogos, en su mayoría con formación psicoanalítica, aunque no exclusivamente (los había kleinianos –en su mayoría-, freudianos, inclusive un primer lacaniano allá por 1970-71, psiquiatras dinámicos, estudiosos de Palo Alto, etc.). También había musicoterapeutas, terapeutas ocupacionales, asistentes sociales, terapeutas corporales, antropólogos, etc. ¿Cómo se encauzaba el trabajo en equipo? Porque es un tema que se puede abordar desde muchos ángulos. Yo creo que allí se encaraba desde el pragmatismo de la acción, centrada en el paciente: tratar de no hacer trizas al sujeto entre varios. “Muchachos, está comprobado, ¡si el equipo de la Sala no zanja sus conflictos, los pacientes se rebrotan!” Sabemos bien que estas dificultades no sólo acontecen en la zona limítrofe entre las profesiones, sino también en el interior de cada una.

Del reflejo en la vidriera. Búsqueda de una imagen corporal con nombre propio
por María Laura De Palma

La Dignidad Perdida del Síntoma: los desusos del Síntoma en la actualidad
por Silvana Castro Tolosa

El elogio del engaño
por Claudio Deluca

Resulta a veces de utilidad partir de un obstáculo, obstáculo clínico. Impasse, punto de detención, pero no siempre ocurre que cuando éste es percibido como tal, abre una línea de producción, sino que surge un intento de apartarlo, de quitar esa piedra del camino. Probablemente haya muchas maneras de continuarlo, seguirlo sin hacernos preguntas; una de ellas es hacer la piedra a un lado, como si nunca hubiese existido, esto nos haría perder el rumbo y haber desperdiciado la oportunidad de investigar por qué estaba allí, ya sea ésta o quien se haya topado con ella y por qué el encuentro se produjo en ese momento y no en otro.

Producir el sinsentido como modo de abordaje en las adicciones
por Oscar Mario Gutiérrez Segú

Es claro que la adicción y su sistema ideológico ofrecen una situación de consistencia propia del goce que resulta tentadora, sobre todo si la moneda de cambio que ofrece ante los infortunios es la certidumbre de una posibilidad de sostenerse en esa situación de “privilegio” que brinda el “fuera de la Ley”. Ante esto lo que encontramos en la clínica es que la posibilidad de conmover en algo la solidez de esta situación es la introducción del sinsentido.

Lacan y Hegel: el mito del amo y esclavo
por Griselda Gallino Fernández

El deseo se dirige hacia un objeto positivo dado. El deseo humano se dirige sobre otro deseo, quiere ser deseado, reconocido como individuo humano. Pero este deseo tiene una aspiración máxima que consiste en ser reconocido por la mayor cantidad posible de semejantes, y el punto culminante sería lograr el reconocimiento del Estado Universal. El reconocimiento implica un valor que es el que moldea los caminos del deseo. Si admitimos que para el animal el valor supremo es conservar la vida, un hombre que se digne de tal, tendrá que arriesgar la vida. Arriesgar la vida es ir más allá del valor animal, es erigirse sobre el animal, es hominizarse. Existen dos modos de expresión de la acción negatriz: la lucha y el trabajo. Por medio de la lucha se transforma lo dado en lo histórico social y por medio del trabajo se transforma lo dado en la naturaleza. La lucha ha de ser a muerte y por puro prestigio. En esta lucha se pone en juego algo del orden del prestigio, y además, se pretende alcanzar un reconocimiento del otro.

¿Armar su síntoma?
por Karina Cammarota

La pseudodemencia y las demencias pseudo
por Ricardo Iacub

La pseudodemencia es una de aquellas patologías que comparten el triste destino de la desatención ya que resulta casi desconocida en el mundo psi y suele ser poco diagnosticada por la neurología. Esto parece no terminar allí, ya que una nueva forma de negación, más sutil, surge desde el DSM IV ya que la considera una vulgar simulación y por ello la denomina trastorno facticio. El objetivo de este artículo es pensar esta patología como un síntoma, en el sentido psicoanalítico del término, y en particular un síntoma en la vejez.

Una lectura psicoanalítica del sufrimiento en el Libro de Job y su relación con la neurosis obsesiva
por Maite Fernández Soriano



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