Introducción al Psicoanálisis

por Daniel Argibay
Creo que como analistas intervenimos desde donde nos posicionamos en la vida, posición también desde la que teorizamos pero, fundamentalmente, desde donde nos preguntamos. Hoy puedo reconocerme preguntando, como seguramente se han preguntado otros, por ¿Que es un niño...?, ¿Que quiere un niño...?, ¿Por qué juega o no un niño?, ¿Por qué juega un adulto?, ¿Que relación hay entre juego y psicoanálisis? , ¿Cuál será el alcance y límite de esta clínica...?, ¿Hay fin de análisis con niños?, ¿Qué diferencia hay entre un psicoanálisis con niños o uno con adultos...?.Pareciera, a priori, que establecer diferencia entre un psicoanálisis con niños o uno con adultos nos entorpece y que solo se trata de que quien consulta, niño o adulto pueda entrar a la categoría de sujeto. Si como dice Lacan en el Problemas cruciales para el psicoanálisis (Clase 8 - de febrero de 1965), la función del deseo del analista estaría en el corte, que el analista es aquel que sabe cortar (tailleur), "...todo está en la eficacia del buen corte, pero también en considerar el modo en que es hecho ese corte...permite a la vestimenta volverla de otro modo". Si como en La lógica del Fantasma, dice "...el sujeto comienza con el corte", hablar de sujeto es hablar de una instancia de división, del efecto de ese corte, efecto metafórico que divide al sujeto entre el S1 y el S2 entre saber y verdad.
por Rafael Casajús
Es hora de que dediquemos nuestra atención a la temática del principio del placer. Hablemos primero de Epicuro. Como tal vez algunos sepan Epicuro fue un filósofo griego, de la época helenística no precisamente de la Grecia clásica, es decir posterior a la refundición del mundo helenístico por Alejandro Magno. Como reacción a Aristóteles y Platón, Epicuro dice que la sensación es la verdadera guía de la vida, la sensación y no la razón; identifica el Bien, la felicidad, como carencia de dolor físico y ausencia de perturbación espiritual, esta aponía, así se llama, se logra mediante el placer como guía. La sensación no miente, dice él. Ustedes se percatan, pero igual es importante señalarlo porque es algo que muy raramente se señala, que este placer de Epicuro como guía de vida no tiene nada que ver con el placer freudiano y cuando digo “el placer de Epicuro” me refiero a la concepción común que se pueda tener del placer ya que es usual que la gente, incluidos muchos terapeutas y analistas, lo conciban de esa forma, cosa que se observa en esa tan común indicación supuestamente terapéutica según la cual la persona tendría que hacer lo que le gusta y lo que la hace sentir bien. Es evidente que en psicoanálisis no es conveniente que un analista identifique el placer que pueda tener un analizante frente a determinada situación, que lo identifique como su bien.
por Zulma López Arranz
El fenómeno psicosomático no es un síntoma. Esta oposición podemos sustentarla apoyándonos en las indicaciones dadas por Lacan en el Seminario 11. En sus primeras enseñanzas nos plantea la representación significante del sujeto, para lo cual se hacen necesarios un S1 y S2, es decir tiene una estructura que hace imprescindible “algún dos” para que pueda aparecer el sentido. Para la aparición del sujeto es necesario un S1 y un S2, recordemos: “Un sujeto es lo que representa un significante para otro significante”. En la hiancia que se produce entre el S1 y el S2 es el lugar de aparición y desaparición del sujeto. Podríamos decir que el síntoma tiene una estructura de metáfora, es decir una estructura de sustitución de significantes.
por Roberto Ileyassoff
Es importante mantener la práctica al pie de la materialidad del relato, atendiendo especialmente a su textura y a su detalle. Resultando así de sumo interés que, durante el quehacer cotidiano, nos ocupemos de varios aspectos como:
a. ¿Qué hacemos como analistas?
Principalmente hacemos hablar, también hablamos nosotros, otras veces intervenimos callando, murmurando, haciendo acto o dando soporte a distintas modalidades transferenciales.
por Diana Paulozky
La política actual. Hubo una época en que nos ocupamos de que el analista pudiera intervenir fuera del consultorio, hicimos escuchar nuestra voz en los distintos ámbitos de la salud. Hoy el momento es otro. Si se escucha del psicoanálisis en todo lugar, debemos cuidar su especificidad, porque si el psicoanálisis aparece diseminado en las distintas formas que los síntomas tomen y se mezcla con otras variantes eclécticas, digo, que allí reside el verdadero peligro de su supervivencia a riesgo de ser fagocitado en las fauces del régimen del todo saber.
por Patricia Téramo
Atendiendo la segunda tópica de Freud, en la cual intenta una conceptualización topológica determinante de instancias contenidas dentro de diferentes planos, con la particularidad de compartir espacios psíquicos pre conscientes; conscientes e inconscientes. No se trata entonces de pensar un sujeto escindido con dos aparatos psíquicos antagónicos, sino más bien de pensar un sujeto sometido a una estructura superyoica dual en la cual debe instrumentar mecanismos defensivos alternos. El yo se encuentra entonces, en conflicto permanente, sin embargo, nadie posee la certeza más extrema de la existencia de un punto exacto de coincidencia, el deseo inconsciente subyace irreductible a pesar de los constantes sabotajes ejercidos por el yo.
por Daniel Rubinsztejn
Entiendo que enunciación es ubicar quién habla, a quién le habla y el momento en que habla, haciendo resonar que se dice más o menos que lo que se intenta decir. Escucha y lectura hacen vibrar en acto la división del sujeto. Lo ha dicho, nadie se lo ha hecho decir, no hay vuelta atrás: Ud. lo ha dicho! Como los espíritus del Averno, el sujeto de la enunciación acude a nuestra invocación, engendrado de nuevo cada vez para volver a eclipsarse, hasta la próxima nueva cita. Un extraño tiempo verbal lo habita: No estaba en el pasado, no es seguro que retorne, su presente es tan fugaz como fugitivo, entonces habrá estado en el instante del acto mismo del decir. En el eco del acto se podrá escuchar un mensaje inédito.
por Ana María Sendon
Desplazamiento, evitación… La fobia es entonces una formación defensiva que transforma la angustia en miedo, concentrándose el sujeto en un objeto específico. Lo reprimido retorna a través de la angustia que provoca y del miedo que despierta ese objeto. Objeto investido de peligrosidad, pero que al mismo tiempo impide la irrupción de la angustia de castración. Objeto que paraliza, pero que también precipita la huída. Objeto que produce horror, pero que a la vez ejerce una fascinación de la que es imposible sustraerse. “No nos une el amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto”, decía Borges en uno de sus poemas dedicados a una Buenos Aires fascinante que deslumbra y es rechazada despertando afectos contradictorios y complementarios simultáneamente.
por Rafael Casajús
el trauma se presenta como algo dislocado, ajeno, extraño pero al mismo tiempo es algo que incumbe como lo más cercano, lo más propio. Y es que en realidad así es, ya que lo traumático es eso que nos constituye y es por eso mismo es que hay repetición, hay la vuelta incesante e insistente de eso, es lo que podemos llamar la necesidad de repetición. La necesidad de repetición es la necesidad de resolver eso, eso que por otro lado es irresoluble, pero que sea irresoluble no quiere decir que por medio de un análisis eso no se pueda reducir y se puede reducir porque lo que hace un análisis, como el juego, es subjetivar.
por Miguel Alejo Spivacow
Una controversia importante en el psicoanálisis contemporáneo se refiere a la cuestión de la intersubjetividad. En el trabajo clínico hay desacuerdos respecto del peso relativo que debe otorgarse a los funcionamientos intra o intersubjetivos operan-tes en el psiquismo. También en el terreno conceptual, términos como “intrapsíquico” y “relacional”, “intrasubjetivo” e “intersubjetivo”, “mundo externo” y “mundo interno” son teorizados de muy diferentes maneras.