Introducción al Psicoanálisis

por Luigi Burzotta
Lacan deja ir ésta frase al final del Seminario III, “Las psicosis”, como una enunciación, aparentemente separada del período que la precede y de las frases que siguen, si no fuera porque concluye, un poco más adelante, el período iniciado de este modo: «los periódicos dicen cada día que sólo Dios sabe hasta qué punto son dañinos los progresos de la ciencia, etc., pero esto nos da igual. ¿Por qué? Porque estáis todos, y yo con vosotros, incluidos en ese significante mayor que se llama “Papá Noel”. Con “Papá Noel”, todo se arregla siempre, y añado, se arregla bien». “Nadie sabe que él está incluido en el padre”, quiere decir que la estructura del sujeto parte del inconsciente, donde el anillo que lo tiene ligado es “el padre”: el significante maestro que ordena todos los demás, como la vía maestra es aquella a partir de la cual se disponen todas las demás en un orden. Con esta afirmación puede resultar problemático autorizarse a hablar del padre, de quien, es decir, a partir del cual existe un hablar ordenado: haría falta un metalenguaje, pero no existe. Así que no nos queda más remedio que darle vueltas con las palabras: Lacan lo hace continuamente a lo largo de toda su enseñanza, para llegar a la conclusión de que finalmente se puede prescindir del padre con la condición de servirse de él. Mientras, para seguir adelante con el discurso utilizo otra cita, siempre del Seminario III, de Lacan: «el padre es de una realidad sagrada por sí misma, más espiritual que cualquier otra, puesto que en definitiva nada de la realidad vivida indica exactamente su función, su presencia, su dominación».
por Violeta Goldszer
Se apunta entonces, siempre desde una lectura posible, a plasmar qué es lo que se habilita, en tanto vicisitudes de la transferencia, sus dificultades e instalación, cuando las coordenadas que atraviesan dicha institución, sus reguladores y supuestas limitaciones, son puestas al servicio de una ética y utilizadas en el caso por caso como herramientas para la intervención analítica. Se establece así un diálogo permanente entre el material clínico y su elaboración. Éste implica tanto una articulación teórica de la diacronía del caso, en la que se prioriza aquel instante en que la emergencia del sujeto y el viraje del lugar del Otro permiten captar el advenimiento de una demanda de análisis, como las maniobras del analista que lo hacen posible. Asimismo, se hipotetiza y fundamenta un diagnóstico presuntivo de la estructura que subyace. Los elementos analizados se sustraen de los dichos del paciente, de su enunciación y, posteriormente, de un sueño paradigmático que es en sí mismo causa y efecto de un corte. Se ubican entonces, dos momentos del “tratamiento”: un primer momento que es el periodo en la institución, donde predomina la resistencia del paciente y una apuesta del analista: señuelo que se erige bajo una transferencia aparentemente “obstáculo”, calculado y advertido por la posición que el analista adopta al hacer consistir un imaginario predominante, que conlleva efectos terapéuticos pero que es a su vez condición de posibilidad para la producción de un movimiento, cimbronazo, que hace advenir múltiples efectos subjetivos y así el segundo momento en el consultorio privado.
por Rafael Casajús
vamos a tratar de trabajar algún caso clínico para que podamos anclar bien esta temática del amor. Creo que uno del que podemos aprender muchísimo es el de Elizabeth von R que encontrarán en los Estudios de la Histeria. Sería imprescindible tenerlo leído para el próximo encuentro así podremos avanzar con menos dificultades en este curso Introductorio al Psicoanálisis. Porque en realidad está planteado en estos términos, en términos de entrar introductoriamente al psicoanálisis por este lado que es el lado del amor. Entonces yo creo que van a poder ver cómo podemos leer ese caso clínico con un Seminario como es el de la Transferencia a modo de herramienta, lo que nos permitirá una lectura nueva, fresca, renovada del caso y eso nos ayudará a encontrar cosas que tal vez, hasta donde yo sé, no han sido dichas en relación al mismo. No es que nos mueva un interés en ser novedosos sino que buscamos aprender a leer Freud, "retornar a Freud" con Lacan para que esto nos sirva en nuestra propia práctica y en nuestra formación como analistas. Y creo que no está nada mal ir a los Estudios de la Histeria porque como dice Lacan "en el origen (del psicoanálisis) está el amor" y porque además, como nos atrevimos a sostener la vez pasada, en el amor no deja de haber algo femenino en la medida en que se estaría reconociendo que algo nos falta, que carecemos de algo. Cuando amamos reconocemos que somos objeto de una privación.
por Martín H. Smud
Te lo envío para que lo abras y descubras cómo realiza los diagnósticos nuestra sociedad psicológica. Encontramos la clave: el estandarte de la psicología moderna es lo edípico.
Freud termina construyendo un tipo de diagnóstico analítico descentrado de su descubrimiento fundamental: el inconsciente. Si el sujeto del inconsciente había descentrado al sujeto de la conciencia, ahora en el diagnóstico, en el punto donde un analista tenía que hablar de lo que hacía, el yo tomaba nuevamente las riendas. El diagnóstico “analítico” excluía al inconsciente. Podemos hablar de los motivos y causas que llevan a una persona a actuar de una manera u de otra, pero es mucho más complicado hablar de los motivos inconscientes que ni ella misma sabe. ¿Quién es el analista para saberlo? ¿Qué derecho tiene en saberlo y en exponerlo? Y sobre todo, ¿cómo exponerlo?
Freud hablaba de las tiranías del yo, deberíamos hablar mejor de la tiranización del yo que tiene trabajando como esclavos a su ello, a su superyó y a la misma realidad en la que tiene que reencontrar la esencia de su sueños y pesadillas.
Incluso el yo ha tiranizado a Freud que es parte ahora de su realidad. Freud se convierte en un símbolo, quien sacó a luz al inconsciente y su lucha con el yo, es ahora su esclavo, y con el gran estandarte que Freud mismo deseo vestir: el edípico. Freud lleva el uniforme del ropaje de la fábula del niño que se acostó con su madre. Y mató a su padre.
por Violeta Cobos
Acto psicoanalítico...extraña pareja de palabras.
El psicoanálisis....eso hace algo...y ese hacer en psicoanálisis implica profundamente al sujeto.
¿Qué es el acto? Nos dice Lacan en el Seminario XV, lo que Uds quieran designar entre los instrumentos de la función. Psicoanalista no es una profesión, sino una posición a sostener en cuanto a la relación al saber. El acto psicoanalítico se logra solo al precio de un cierto desconocimiento.
Acto psicoanalítico: subvierte la posición de la ciencia respecto al saber del sujeto, su verdad no está en lo que sabe sino en lo que ignora.
¿El Icc existía antes de que Freud lo descubriera? ¿Estaba ahí antes? La realidad es anterior al conocimiento... Pero antes de su inscripción ¿quién lo sabía?....el saber no es el conocimiento.
El acto está en la lectura del acto. Algo lo prepara, pero sólo alcanzará su estatuto pleno de acto après-coup, a posteriori, cuando la verdad del sujeto deja de ser desconocida.
por Carla Riccono
Un paciente se presenta a la primera entrevista. Lo único que sabe el analista acerca del paciente antes de abrir la puerta, es que trae consigo un malestar y un “no saber” al respecto. Ese (engañoso) “no saber” instaura una incertidumbre dándole paso a la sorpresa. Lo inevitable, incontrolable, eso que se escapa de las manos, una pregunta que incomoda al dirigirse al “sin lugar”. Sin esta carta, no se puede comenzar a barajar, sin esta instancia, no hay trabajo analítico posible.
“Diga todo lo que se le ocurra”. En términos de Colette Soler la asociación libre es la exigencia estándar que define la tarea del analizante. Sí estándar, pero librada a la determinación azarosa de cada inconsciente. “Ningún azar existe sino en una determinación del lenguaje”.Este, el lenguaje, se separa del sujeto partiendo del sujeto. En su doble vertiente: lo común y lo íntimo, es la llave de acceso al inconsciente. La palabra adquiere en el dispositivo un valor precioso. “Eso que así no me abandona, la lengua, es también, en realidad, en necesidad, más allá de la fantasía, lo que no cesa de separarse de mi”. Se separa en tanto y en cuanto el “parlante ser” no se reconoce en ella, en esa hiancia entre lo que dice y lo que quiere decir. La producción del “fuera de sentido” despierta al sujeto con un baldazo de agua fría. Esa hiancia, ese vacío, tiene como condición la sorpresa que como tal, captura, desestructura y rompe sentidos.
por Edit Beatriz Tendlarz
El siguiente trabajo parte del dispositivo que inventamos para trabajar con pacientes “crónicos” del Hospital neuropsiquiátrico J. T. Borda. Se trata de talleres que sostenemos desde una posición psicoanalítica, siguiendo la recomendación de Jacques Lacan de no retroceder a un tratamiento posible para las psicosis.
Del dispositivo: talleres en el Borda
Los talleres de arte, juegos y lectura que ofertamos a los pacientes representan espacios ficcionales, un entramado imaginario-simbólico. Son espacios delimitados con tiempos, reglas y normas que permiten de por sí una inscripción localizada de goce y una regulación del mismo.
Pensamos el arte, el diario y los juegos como herramientas con las que cuentan los pacientes para su trabajo, el trabajo de la psicosis. La elección de los talleres corre a cuenta suya y propicia así que la singularidad del sujeto se despliegue y que éste se ponga a trabajar con su sufrimiento. Que pueda hacer un lazo entre su padecimiento singular y el recurso creativo que se ofrece mediante el dispositivo, para poder hacer otra cosa allí con los retornos en lo real que los abruman.
Muchas veces sólo se trata de una excusa para darle lugar a la palabra y desde allí permitirle al sujeto psicótico el establecimiento de cierto punto de capitón en el deslizamiento metonímico del significante. En tal espacio generado entre varios intercambiables entre sí, nos abrimos a la escucha del sujeto dándole crédito a la verdad que supone su decir y operando una diferencia respecto del tratamiento que propone la ciencia para él.
por Jorgelina Butta, Silvia Cirillo, Laura Potick, Sergio Zabalza
Lejos de abordarlo como un déficit, la perspectiva psicoanalítica considera al autismo como una producción a la que el niño recurre para defenderse del privilegiado objeto que, como ningún otro, porta la identificación primordial que lo constituye: la Voz.
Precisamente, este trabajo intenta dar cuenta de una modalidad de intervención entre varios diseñada con el propósito de facilitar que los ruidos del padre adquieran esta vez un valor significante.
Marcelo es un chico de trece años con diagnóstico de Asperger. Desde nuestra perspectiva se trata de un joven claramente ubicado como objeto en el fantasma de la madre. Dado que el papá es músico, durante el tratamiento se tomó la afición del joven por la percusión con el fin de operar cierta separación respecto al Otro materno. Si bien la estrategia cosechó ciertos efectos apaciguadores, luego de un tiempo el terapeuta a cargo consideró indispensable incluir en el tratamiento una tarea con los padres
Lo que sigue es una reseña de la primera entrevista y una síntesis de la tarea que – por separado- dos profesionales del Equipo desarrollaron con el joven mientras, por su parte, los padres sostenían el diálogo con el terapeuta y una de las coordinadoras del Equipo.
por Roberto Ileyassoff
Para adentrarse adecuadamente en la problemática de las "nuevas angustias", habría que tener muy en cuenta la diferencia entre lo que se anhela y lo que se desea "verdaderamente". Si se parte de subrayar la diferencia entre anhelar y desear, se puede avanzar mucho en la elucidación de uno de los problemas cruciales de la clínica psicoanalítica.
Es preciso aclarar que J.Lacan hizo notar esa diferencia en su Seminario X "La angustia" clase del 25/3/63. J.A.Miller lo retoma en su curso del 27/6/2004. La diferencia es que el " objeto del deseo" está por delante y es aquél que el sujeto anhela apuntando conscientemente a él marcando así su intencionalidad , en cambio el "objeto causa del deseo" es el que está por detrás, y es como un vacío que va empujando al sujeto hacia un lugar singularmente determinado para él solo, marcando así su causalidad. Esto no se alcanza a través del registro de una repetición monótona de lo simbólico, sino a través del registro psicoanalítico de una repetición tomada entre el fracaso y el reencuentro.
Esta repetición delimita el contorno de la causa del deseo y le da sólo un cierto margen de libertad que es con el que hay que saber hacer para lograr un cambio en la posición subjetiva con respecto al modo de goce, el cual es, en definitiva, la causa de la angustia , siguiendo el espíritu de lo enseñado en el Seminario X. Todo esto es posible lograrlo sólo si lo registran un analista y su paciente desde el agujero de las vueltas dichas del decir de este último.
por Laura Dávila
Voy a trabajar ilustrando, con una viñeta clínica, narcisismo y pulsión y cómo ellos permiten orientarse en la clínica. Surge -al sentarme a trabajar- el recorrido teórico realizado en este tiempo, en donde transitamos varios textos pero siempre con una mirada atenta a vislumbrar dónde estaba el sujeto allí. Es la angustia -siempre es de castración- la que permite al sujeto virar de un lugar a otro, y es a través de la siguiente frase la que posibilita orientar la escucha: "el Sujeto está en dos lugares pero no al mismo tiempo, o esta en el campo del Otro generalmente campo del narcisismo, o en el de la pulsión que es el campo propio del sujeto". Cuando está en el campo del Narcisismo está velando la falta en el Otro, y así velando su propia falta o sea su propia castración, con lo cual evita el desarrollo de angustia. En algunos sujetos esto suele funcionar por un tiempo, hasta que lo pulsional, siempre presente y pulsante, irrumpe de un modo que es imposible amordazarlo, donde el yo, defensiva y narcisísticamente poco puede hacer; lo que se armo para la irrupción de la angustia ya no sirve. Generalmente es ahí cuando un sujeto consulta, y ¿qué tenemos como analistas para ofrecerles? Nada más –y nada menos- que invitar a hablar, poner en juego la palabra; y el sujeto cuando excede con sus dichos la voluntad de decir, permite producir un quiebre de sentido, una erosión de sentido y en ese extravío surge algo de la letra.