Introducción al Psicoanálisis

por Marta Kreiselman de Mosner
por Claudio O. Steckler
El psicoanalista realiza allí una apuesta, su posición lleva la marca, en su deseo, de una expectativa tamizada por la dimensión de la espera. Se trata de la aparición en la escena transferencial, del “despunte” inconsciente; de la rajadura del cuento que el paciente trae; en definitiva de la emergencia de ese sujeto que irrumpe desde lo extranjero y busca en los lazos que la transferencia inventa, un sitio donde ser alojado.
El devenir de un relato, suele tomar las más variadas formas; versiones de una historia en el relato de los padres, en el “dale que” inaugurante de la dimensión lúdica del encuentro; versiones de una historia “modelada” o en ocasiones “dibujada” por el deseo del niño o en fin versiones de la historia que el psicoanalista construye en la composición de cierta lógica elemental que le permita conducir “hacia algún lugar” la cura.
Esta construcción del psicoanalista no se corresponde temporalmente con el tiempo de la sesión, allí las intervenciones no son “pensadas teóricamente”. En este sentido, los psicoanalistas no aplicamos una teoría. No se trata de la figura del “aplique”. De poner algo que se supone que falta para entender allí, lo que ocurre; se trata en cambio de sostener una posición, un lugar que permita la creación de ese lazo singular, motor paradojal de la cura.
Una de la manera de considerarlo consiste en la forma de cómo utilizamos el tiempo.
Tiempo de escuchar y de jugar. Tiempo de pensar y teorizar.
por Ignacio Donatello
Siguiendo la premisa freudiana de que el chiste es solidario de la inscripción del Nombre del Padre, propongo pensar que hay toda una serie de fenómenos graciosos que no implican su operatoria y que se producen dentro del registro imaginario, bajo la forma de lo cómico, de lo “dual”...
La Ironía es del sujeto y va contra el Otro, “dice que el Otro no existe, que el lazo social en el fondo es una estafa, que no hay discurso que no sea semblante”.
Prosiguiendo con esta línea, otorgaría a la ironía estatuto estructural en la psicosis y tomaría a la comicidad como una expresión imaginaria, en tanto esta última no es exclusiva a una estructura en particular.
La comicidad tal como la han entendido Freud y Lacan nos remite a una situación “dual”, un juego imaginario de a dos.
Por un lado en el análisis de la comicidad Freud establece que “puede cumplirse con sólo dos personas, una que descubra lo cómico y otra en quien se ha descubierto. La tercera persona a quien se lo comunica refuerza el proceso cómico, pero no le agrega nada nuevo. (...) Nos vimos precisados a situar en lo inconsciente la fuente de placer del chiste; respecto de lo cómico no se avizora ocasión alguna para una localización parecida.” Y por otro lado cuando Lacan lo retoma en el seminario sobre las formaciones del inconsciente, lo elabora de la siguiente manera: “Digamos que ese juego dual es tan solo una preparación que permite la distribución en dos polos opuestos de lo que siempre tiene de imaginaria, de reflejada, de simpatizante, la comunicación...”
Retomando, Freud distingue cuatro medios de expresión de lo cómico: la imitación, el disfraz, la caricatura y la parodia.
por Stella Maris Gulian
por Manfredo Teicher
por Susana Pérez
por María Claudia Biancotti
por Gabriela López
por Karina Wagner
por Adriana Divito