Introducción al Psicoanálisis
por Cristina María Calcagnini
por Gabriela Viviana Perrotta
por Elizabeth Ormart
por Oscar Lamorgia
por Alicia Lowenstein
por Susana Díaz
por María Claudia Biancotti
por Adriana Rubistein
por María Rosa Borgatello de Musolino
De ese no saber sobre el deseo, depende la producción del analizante. Esa que, da forma al deseo del analista...En los encuentros entre analistas, es frecuente que aparezcan expectativas de hacer reconocer este deseo. Minuciosas demostraciones terapéuticas intentan confesar el goce producido por el deseo del analista, el que cada analista interrogado en su clínica cree tener. Nuestra responsabilidad y ética, afortunadamente, nos inquietan. Pero a veces, operamos como si no hubiésemos entendido nada de lo que nos atraviesa en la praxis. Parece que se pudiese pensar un deseo y decirlo. Aunque sepamos que al deseo se lo cerca con las palabras, éste no es el caso del deseo del analista. Puntualicemos, lo que señala la diferencia fundamental entre el psicoanálisis y las psicoterapias: lo R.S.I del deseo del analista. Este, ex -siste en la imparidad subjetiva de lo que llamamos acto analítico. Existe en el trabajo de la transferencia que provoca y consiste en sus efectos. Así, surge ante la interrogación propuesta por esos efectos. La imaginación de consistencia subjetiva que cliniquea desde el diván[1], interroga un deseo. Luego: lo importante cuando el analista toma la palabra en la cura que sostiene, es que artificie las palabras -escuchadas y por tanto pronunciadas- enteras o deshechas, sin responder, para que el deseo del analizante responda.
por Eduardo Canónico