Introducción al Psicoanálisis

Sección coordinada por Liliana Donzis
Algunas notas sobre el bien y el mal en psicoanálisis
por Pablo Diego Muñoz

La diferencia entre el goce al que invita el superyó y el armado del cuerpo teórico kantiano con su imperativo categórico es absoluta, lo de Kant no tiene que ver con el goce; basta ver lo que Kant produce para darse cuenta que no es el goce idiótico que se produce a expensas de uno y que es justamente lo que impide producir cualquier cosa. Lacan dice en El Seminario 10 que el Goza! Goza! del superyó funciona al modo del imperativo categórico kantiano, pero me parece que se puede establecer una diferencia radical entre lo que es el goce del superyó y otros imperativos categóricos como el kantiano, que es producto de un esfuerzo monumental de la razón pura. Claro está que para Lacan están íntimamente ligados el imperativo categórico con el superyó, por lo menos en el sentido de esta invitación al goce. Pero la articulación que hace al cruzar Kant con Sade muestra cómo Sade pone de relieve qué puede pasar al establecer una moral universal como la kantiana. Es decir que Lacan patea el tablero de la filosofía y revela nuestros prejuicios, pues es como si nos dijera: “Ustedes creían tan santito a Kant, ¡miren lo que se puede hacer con él: Sade! La filosofía en el tocador corrobora la verdad de la moral kantiana; su lado oscuro: anverso y reverso.

La Urgencia en psicoanálisis en la época del Otro que no existe
por Silvia Baudini

La aplicación del psicoanálisis más allá de la consulta privada, en los dispositivos de atención, ha contribuido a la variedad de la duración del tratamiento psicoanalítico. La variedad de los casos clínicos y de las edades a las que ha sido aplicado el psicoanálisis permite considerar que ahora, en el mejor de los casos, la duración de la cura se define "a medida". Una cura se prolonga hasta que el analizante esté lo suficientemente satisfecho de la experiencia que ha hecho como para dejar al analista. Lo que se persigue no es la aplicación de una norma sino al acuerdo del sujeto consigo mismo. Encontramos nuevamente este punto de la satisfacción. Lo interesante es que el que decide de esa satisfacción es el sujeto, él es el sujeto supuesto saber satisfacción, y la clave es que hay un punto de detención que no responde al punto de capitón que ordena el nombre del padre y que hoy se muestra completamente en retirada. En relación con el lugar, he escrito debajo el término libidinal. Es decir que el lugar donde esa urgencia se alojará, se producirá es un lugar donde se pondrá en juego la vertiente libidinal del inconciente, puesto que el inconciente no es solo el inconciente freudiano del Edipo, sino el inconciente lacaniano que debe su dinámica al objeto a y su lógica a la diversidad de los cuatro discursos que constituyen el lazo social.

Un recorrido hasta el síntoma función
por Rosa Apartin

Podemos decir que en el dispositivo analítico, al inicio, el síntoma aparece como perturbación dada por la determinación del inconsciente, y al final del análisis, el síntoma como función, hace trabajar lo real hacia algo novedoso en la vida del sujeto.

Efecto dominó: identificación y melancolía en la obra freudiana
por Adriana M. Fanjul

Freud afirma que la identificación narcisista que opera en la melancolía no dista esencialmente de la constitutiva del Yo, excepto por lo abarcativo que resulta. Podría plantearse entonces que la falla se presenta en el mismo momento de la constitución del Yo, esto es, algo en la identificación primaria acontece de manera diferente que en la neurosis; cuestión que provocaría un efecto dominó: las identificaciones secundarias que modelarían al Yo no alcanzarían para recubrir este primer tiempo fallido, el Yo mismo tendría un agujero. Retomando el esquema freudiano podríamos plantear que aquí situamos a la precondición necesaria para la melancolía, siendo la pérdida del objeto el factor desencadenante, pero no determinante.

El complejo de Edipo como operador
por Osvaldo Delgado

Del acting a la responsabilidad del acto
por Rosa Apartin

: El acting se inserta allí donde falta un significante. En este caso el acting viene del resto de lo que Emma era como objeto a, no tenía lugar en el Otro y buscaba encontrarlo. Dicho acting muestra a la analista que ella es a para el deseo del Otro y que eso es lo caído por su madre que la dejó afuera. La analista es responsable al ofrecerse a la transferencia de estirar la mano a la paciente para no dejarla caer.

Los Trastornos de la Personalidad, como imperativo de adaptación
por Pablo Fridman

Cabe preguntarse a qué puede deberse esta promoción por parte de la psiquiatría americana de las “expectativas de la cultura”, de la función de síntesis de la personalidad, y por supuesto el énfasis que ocupan allí los llamados “Trastornos Desadaptativos”. Ya no es la culminación de un psicoanálisis orientado hacia la identificación con el analista, y la consiguiente adaptación a la realidad…; aquí se trata de la detección de aquello que supuestamente amenaza a una sociedad en aparente concordia, es la adaptación compulsiva a lo que se predica como realidad común, pero ¿porqué tanto celo en resguardar aquello que aparentemente funciona?.

La gula del "superotro"
por Norberto Ferrer

El superyó habla, es la voz de la conciencia o, mejor dicho, de la pulsión invocante. Siempre dice: ¡goza!, ve más allá del principio del placer que te empuja al incesto y al parricidio, sufre la insatisfacción de esta prohibición incestuosa y disfruta de la satisfacción de seguir vivo y deseando. Este mandato estructural a gozar, como con un apetito insaciable, es lo que Lacan denomina la gula del superyó (8). Nombro en este trabajo al superyó con el neologismo de superotro para subrayar la dependencia total de los niños a esos otros y a los distintos aspectos reales, imaginarios y simbólicos de esos otros, con los que el sujeto se va a identificar.

Posiciones intermedias (un puente desde Freud hasta Juarroz)
por Silvana Castro Tolosa

Mucho se ha escrito sobre la pérdida y sobre los distintos métodos para enfrentar esa falta que se nos aparece como un sobrante de nada, difícil de dialectizar. En palabras de Roberto Juarroz, uno de aquellos tantos que han dedicado su obra a la descripción de este indecible, cito: “Hemos perdido juntos tanta nada, que el hábito persiste y se da vuelta y ahora todo, es ganancia de la nada”.

24 horas de acompañamiento terapéutico. De los cortes en los brazos a las marcas de tatuajes.
por Noelia Davini

Nuestra labor como acompañantes terapéuticos no puede cumplirse de forma aislada sino que se inscribe en el seno de un equipo, ajustándonos a la pautas propuestas por su terapeuta en relación con la dirección del tratamiento. Ana es una paciente de difícil diagnóstico, pero tanto el psiquiatra como la psicóloga sostienen un diagnóstico que apunta a la psicosis. Frente a esta estructura, nuestra posición fue mostrarnos barradas, como no ostentando un saber. Hay algo que plantea Gerard Pommier con respecto a la posición del analista en la psicosis y es que debe “poder soportar la pulsión de muerte”. Ponemos nuestro cuerpo frente a una patología que se muestra en “carne viva”.Nuestras intervenciones, de acuerdo a los distintos momentos, se alternan desde una intervención en acto, a un silencio estratégico, a una palabra que calma, a una palabra que alienta, a utilizar diferentes semblantes. Era necesario que realizáramos cierta regulación de nuestra presencia, para que la misma no resultara intrusiva, invasiva, incluso no demandar, poder llegar a propuestas sin que se transformaran en una demanda absoluta o en algo impuesto.



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