Introducción al Psicoanálisis

por Oscar Mario Gutiérrez Segú
El psicoanalista debe responder por sus actos en el devenir de una cura. Su capacidad en el ejercicio será el fruto de un largo trabajo de elaboración de la teoría que sería imposible de producir sin transitar por los caminos de su propia cura. Es por esto que la transferencia es el lugar privilegiado en donde la ética del analista será puesta en juego y será el fiel reflejo de ella el camino por donde la cura se desarrolle. Del Sujeto del Saber Supuesto a la producción de ese resto desechable hay un recorrido en el cual la inercia de la estructura se alza como un obstáculo de envergadura. Promover y sostener la destitución subjetiva y la caída de los ideales es algo que implica también al analista, quien tendrá que abandonar la comodidad narcisista del ser otro privilegiado para poner en juego su propia castración, como condición sine qua non para sortear las trampas del amor.
por Fernanda Perretta
La adolescencia es un proceso dinámico que transcurre en el camino de la niñez a la edad adulta. Es una etapa en la cual se producen diversos cambios: físicos, psíquicos, emocionales y sociales. La adolescencia es una etapa de duelo, cuando hablo de duelo hago referencia a lo que ya otros autores han mencionado, duelo a la pérdida del cuerpo infantil, al desasimiento de la autoridad parental y demás.
Se espera que en este periodo se produzca un pasaje de la endogamia a la exogamia, que el joven pueda ir generando nuevos vínculos fuera del ámbito familiar. Es necesario para ello que el adolescente cuente con los títulos y que pueda usarlos en el encuentro con el otro.
En muchos casos esta etapa de la vida no deja de acontecer sin angustia.
Tomaré algunos momentos puntuales de un caso clínico para abordar la problemática adolescente y la emergencia de la angustia en dicha etapa.
por Alicia Fainblum
Ante un mismo diagnóstico médico con consecuencias discapacitantes las alteraciones funcionales se expresan en forma diversa, poniendo en cuestión el papel unilateralmente determinante de las marcas del cuerpo. Marcas del déficit orgánico que se juegan en lo real del organismo.
En la clínica de la discapacidad a poco de andar la realidad interroga al ubicarse en primer plano la singularidad en la realización sintomática.
Hiancia entre organismo y cuerpo.
Si la singularidad es puesta en escena por el sujeto, es que éste ha advenido por operatorias que subvierten el orden puramente biológico.
Dimensiones las del cuerpo que no coinciden con el ordenamiento anátomo- fisiológico.
por Manfredo Teicher
El desarrollo de la cultura humana pretende encontrar una ética que haga la convivencia agradable para todos. Pero quizás el obstáculo insalvable esté, en cuanto a lo individual, en el poder que puede adquirir un narcisismo recalcitrante que quiere a los demás, padres, hijos, hermanos, parejas o amigos, siempre y cuando éstos estén dispuestos a satisfacer sus arbitrarios deseos. Un narcisismo al que no le interesa demasiado ni el futuro ni el resto de la especie. El instinto de conservación de la especie motiva la reproducción, pero no la preocupación por los vecinos. Este aspecto perverso del narcisismo, individual y grupal, está en constante conflicto con otro aspecto del narcisismo, que podemos llamar sublimado.
por Susana Díaz
por Oscar Mario Gutiérrez Segú
El tratamiento de la toxicomanía debe ser entendido como un proceso terapéutico que se desarrolla durante un tiempo que nunca es breve.
Esta visión se deriva de la concepción de la fenomenología adictiva como una consecuencia de un padecimiento subjetivo que emana de diferentes estructuras clínicas, que encuentran en el recurso al tóxico una vía de alivio y de satisfacción inicial importantes.
En este proceso se pueden diferenciar tres fases, que parafraseando a Lacán, nominamos como “el instante de ver”, “el tiempo de comprender” y “el momento de concluir”. Nuestra comparación no es precisamente ingenua ya que implica una toma de posición en referencia a la concepción que tenemos tanto de la problemática adictiva como de las vías que se deben transitar en su abordaje.
por Edit Beatriz Tendlarz
por Claudio Deluca
En una sesión S. se refería a sus dificultades para hablar de su historia familiar, ya que no le “creía nada” a sus padres.
¡De pronto! ... Un sonido irrumpe abruptamente en el lugar, haciendo que S. comience a buscar algo desesperadamente entre sus ropas. Saca el elemento portador del inoportuno sonido, dice unas palabras, lo vuelve a guardar, quedando en silencio (...) Por lo tanto, si la sesión analítica es un corte en la linealidad témporo-espacial, la mencionada llamada al teléfono celular de S. logró suturar el corte, la escansión producidos por el dispositivo analítico.
El tiempo y espacio “exteriores”, que deberían haber quedado suspendidos, irrumpieron violentamente volviendo al cauce de la temporalidad lineal que el procedimiento analítico había puesto entre paréntesis.
Un colaborador “exterior” precipitó el cierre del inconsciente.
por Rosa Aksenchuk
Se trata de una política del “todo vale”, una incitación al "goce Uno-Todo es posible" que provoca un debilitamiento del universo simbólico y de los ideales sobre los cuales constituir síntomas, consecuencia de ello es la gran cantidad de conductas del orden de la impulsividad de distintos tipos y gradientes que van desde la manera de conducir que lleva a la muerte, a la forma de ingerir alimentos, bebidas, tóxicos. La exigencia de prontitud y eficacia en la remisión sintomática impuesta por el sistema constituye otro de los factores con consecuencias nefastas. Asentada en una política de goce estratégicamente calculada y apoyada desde los massmedia, que incitan a un inescrupuloso consumo de fármacos, suturan toda posibilidad de apertura a la reflexión y a los interrogantes que un sujeto pueda formularse acerca de su padecer. La contracara de estas grandes voces superyoicas que instigan al goce supone un precio muy alto a pagar: la insatisfacción generalizada y las conductas suicidógenas.Violencia. Desocupación. Un mundo mediático que entroniza la hegemonía de imágenes evanescentes, fugaces, y carente de reflexiones consistentes sobre la existencia da cuenta de la desvalorización de la Palabra.
por Patricia Polari
En la comunicación de un caso clínico hay resistencias estructurales que llevan a ordenarlo en un cuadro sin fisura. El caso tiene que tener atractivo, y las intervenciones del analista, incluidos sus yerros y desorientaciones, deben parecer encajar en él. Como en el análisis de control, en los ateneos clínicos y en la escritura de casos, el analista que expone pasa al lugar de analizante –habla de sí mismo–. Hace su prueba en la transferencia desde un sitio de Yo ideal, hace la prueba de su aprobación por el Ideal del yo. Por supuesto, el relato del relatoen las comunicaciones clínicas tiene finalidades y consecuencias distintas de las del análisis de control, pero no es el tema de este comentario.