Columnas
por Sergio Zabalza
Una cancelación inesperada, un gesto que traiciona nuestras expectativas, un resultado desfavorable, un amor no correspondido; todas circunstancias de muy dispar calibre y tenor, pero cuyo trámite precipita un mismo desenlace: la herida narcisista. Se trata de una instancia que, por dolorosa, no es menos indispensable y constitutiva para la conformación del aparato psíquico y el despliegue de la subjetividad: la decepción. Los productos y manifestaciones de la cultura resultan ser sucedáneos de la satisfacción perdida. Así, la decepción hace sentir su huella fecunda cada vez que las contingencias de la vida reescriben aquel trauma inaugural.
por Sergio Zabalza
Proponemos considerar la posibilidad de que la marcha organizada para afirmar que los tres adultos que abusaron de una niña de catorce años son víctimas de una pérfida maniobra de seducción, participa del mecanismo de la renegación -término propuesto por Sigmund Freud en 1923 para caracterizar un mecanismo de defensa mediante el cual el sujeto se niega a reconocer la realidad de una percepción negativa-. Porque ya no se trata de la eventual fusión con la figura de un líder ni del fenómeno de amor que cohesiona a las personas detrás de algún Ideal, sino de la lisa y llana desestimación de todo dato que contradiga la delirante certeza de una posición. Pero la renegación tiene su costado perverso y aquí es donde entra a tallar lo más troncal del episodio que nos convoca...
por José E. Milmaniene
Los psicoanalistas nos enfrentamos en la actualidad a los efectos deletéreos de la declinación estructural de la figura del Padre, con el consiguiente debilitamiento de la Ley simbólica, el eclipse de los ideales, la degradación de los valores y la devaluación de la palabra (...) Las severas fallas en la función paterna–signadas por la incapacidad del padre para operar el corte que separa al hijo de la madre y trascender así el riesgo de toda simbiosis fusional patógena– dificulta la operación del parricidio simbólico, necesaria para la constitución del sujeto del deseo. La existencia deficitaria de la autoridad normativa, determina que el sujeto no tenga siquiera la opción de rebelarse frente a ella, para poder configurar así su propio destino y construir su propia historia. De modo tal que el marcado déficit de referencias simbólicas claras y definidas, suele determinar restituciones autoritarias, preferibles a la desolación generada por la ausencia de la legalidad parental (...) Se desconoce que por fuera de la Ley, no existen nada más que flujos libidinales caóticos presimbólicos, con la consiguiente abolición de los circuitos sublimatorios (...) La escucha interpretativa que propone el psicoanálisis permite recuperar la dignidad subjetiva, así como posibilita el reencuentro con la singularidad absoluta que deriva del conocimiento de la Verdad del propio deseo.
por Alberto Santiere
Hay “contracciones” intelectuales de pretendida seriedad investigativa e informativa, que pueden resultar una trampa para incautos. Tomar fragmentos fuera de contexto, exagerar rasgos o inventarlos, pretender vulnerar el alcance extraordinario de una obra como la freudiana enlodando a su creador, en definitiva, falsear la realidad en cuanto al psicoanálisis y a su eficacia clínica, son “noticias” verdaderamente “lapidarias” para la independencia y credibilidad de cierta prensa re-vista. Quienes así “disparan”, rehúyen de un campo fértil y transformador para la cultura y la salud. Torpes resistencias, contracciones que no alumbran...
por Mirta Goldstein
Transitamos un tiempo en el cual síntoma es sinónimo de lo maléfico, de lo eliminable y desechable. También el síntoma psicoanalítico es atacado por su defensa intrínseca de lo inconsciente. Siguiendo a Esposito, autor que discierne la Biopolítica de la inmunización, podemos decir que en el imaginario colectivo el síntoma es vivido como lo contagioso, lo infeccioso y se lo tiende a eliminar (...)
El análisis didáctico es una oportunidad doble en la cual hay un tiempo de pasaje de la posición analizante a la de analista en la experiencia del propio análisis y, un segundo tiempo, de pasaje a la posicion del analista que se vuelve analizante de los tropiezos en su praxis, en los lazos sociales y en la cultura-poder (...)
La institución padece sus síntomas, y ese padecimeinto que lleva a “hablar” renueva la elección y la decisión por el análisis.
Hacer del análisis didáctico un síntoma, supone la incompletitud del análisis y la necesariedad del fin de análisis para poder re-anudarlo.
por Elena Jabif
Entre el nacimiento y la muerte surge la estructura del inconsciente que mantiene la impronta de su deseo durante toda la vida con un fantasma siempre fiel al objeto que lo causa. El viaje podría escribirse como un tránsito hacia la vejez donde los no incautos enamorados de su inconsciente inevitablemente van a errar de acuerdo a cómo hayan vivido.
Aún enamorado de la vida, el sujeto debe aceptarse mortal...
Por no querer ser incautos en la estructura hay sujetos que se resisten a perder su sabiduría, tejidos de pulsiones de vida y pulsiones de muerte su viaje durante la vejez se convierte en la tragedia de su cobardía ante lo real.
por Sergio Zabalza
Si la clave para desentrañar el pathos que agita a la civilización reside en el destino de los excedentes del trabajo humano, la prostitución –por transformar lo más propiamente inútil (el goce) en mercancía– se constituye en un privilegiado analizador de la escena humana. ¿Qué lugar para las escorts, esas cultivadas mujeres que –en muchos casos– lejos de recurrir a la prostitución como resultado de la miseria o la marginación, venden su cuerpo para acceder a costosos bienes suntuarios, tales como caballos de carrera, casas de fin de semana, etc.? Los poetas –esas “viejas prostitutas de la historia” según afirma José Agustín Goytisolo– aportan lo suyo.
por Héctor López
Sandor Ferenczi está de vuelta, lo testimonian los últimos congresos internacionales, el realizado recientemente en Buenos Aires (2009), las múltiples publicaciones, incluso tesis de doctorado sobre su obra, y el interés de los psicoanalistas por renovar la lectura y la reflexión en torno a este polémico autor, discípulo directo de Freud y su quejoso analizante durante dos períodos.
Si los confines frecuentados y explorados por Ferenczi interesan al movimiento psicoanalítico es porque ellos sirven de guía hacia los grandes temas de la práctica. En la historia del psicoanálisis nada mejor que el “activismo” y la audacia de Ferenczi para demostrarnos lo que es la fecundidad del desvío y la insistencia de la verdad en el error, cuando más allá de la pasión puesta en juego hay un analista que cree en el inconsciente y en la clínica psicoanalítica.(...)
No tenemos motivos, como parece tenerlos E. Jones, para pensar que Ferenczi estaba psicótico, pero sí para darnos cuenta que pagó muy caro haber sido quien llamó la atención sobre la importancia de lo real en el análisis. En este sentido fue casi un precursor, pero terminó siendo devorado por su propio descubrimiento.
La ambición de hacer posible lo imposible lo llevó a situarse por fuera de los límites del lenguaje y de la ley del Padre.
por Jorge Rodríguez
Una paradoja central en psicoanálisis, es aquella que sostiene que no hay concepto sin experiencia ni experiencia sin concepto.
Así, según Freud, “llega el momento de encerrar las experiencias en definiciones...”
Por un lado, hay que conceptualizar, que es encerrar, construirle un límite a la experiencia, a lo “evanescente, nebuloso y casi inaprensible”. Límite que, según Bion, si es demasiado rígido impide el progreso y si demasiado lábil favorece la confusión, y que a su vez presenta dos riesgos: ceguera y vacío.
La intuición sin concepto es ciega / el concepto sin intuición es vacío.
Otro riesgo consiste en perder experiencia, cuerpo, entonces, la palabra solo es palabra. Como dice Pontalis “corremos el riesgo de enloquecer al lenguaje al pedirle que tenga la evidencia de la cosa o la presencia de un cuerpo”. ¿Cuánto dura una palabra sin desgastarse?
por Elena Jabif
Un síntoma emerge desde el epicentro de su dolor, padecía desde la pubertad tortuosos pinchazos en toda su piel, que por su fijación cercana al goce de un fetiche negro, no permitía su lectura simbólica. Esta fue la respuesta de su neurosis al descubrir diferencias de grupo sanguíneo entre ella y sus padres.
El trauma es una injuria sin herida, es el agujero real que encarnara el déficit simbólico; el trauma queda colocado del lado de la desventura, no queda subjetivado, ni identificado, ni localizado a partir de sus efectos retroactivos.
Acompañar la escucha clínica del mapeo traumático, puede orientarnos a la sede del trauma, demonio personal y azar es un destino de la formación de síntomas. A veces el azar pone a los demonios del sujeto en acción, lo demoníaco en su forma real como compulsión a la repetición, confirma su alcance en el registro de la pulsión de muerte.
Ante el trauma real de sus íncubos y súcubus, su subjetividad había quedado arrasada entre los rasgos de carácter de la pulsión de dominio.