Columnas
por Teodoro Pablo Lecman
Falso self, figura casi capicúa, crápula, de la inautenticidad, licuada por el como si introduciéndose en todas las frases: es como si, viste, que toma la forma del cortocircuito del autoerotismo anudándose en el breve goce maquinal de un Otro vacío. Las teorías del falso self, en general, proponen la ilusión de un self auténtico, de un sí mismo fuerte, un yo lleno de recursos yoicos, práctico de sí mismo, en el río de la vida, como el patrón de un remolcador orgulloso de guiar el enorme barco inerte y ebrio del cuerpo y el símbolo, sin saber que se le puede venir encima y que solo es pobre sujeto de tres servidumbres, como lo indicó Freud en El yo y el ello.
por Ana María Gómez
En nuestro lazo social se ha planteado una profunda controversia que se corresponde a la bipartición entre blasfemias e injurias. Un creador es acusado: León Ferrari es denunciado por blasfemo o sea por maldecir. Pensar implica siempre la diferencia. Pensar es un acto humano individual y cada vez inédito. Lo contrario es el dogma. Y el dogma no se piensa, no se razona, no se cuestiona: se acepta y obedece. Por eso las religiones no están construidas para ser pensadas, sino para ser aceptadas y obedecidas a través de los dogmas que imponen, y esa imposición no implica ningún acto de pensamiento sino la simple y mera obediencia. Y, o se obedece, o quien no lo hace recibirá el castigo. Por ello es que me permito decir que pensar diferente es una afirmación contradictoria. Quienes son castigados desde las religiones lo son, precisamente, por pensar.
por Mirta Goldstein
Algunos padres perciben que sus hijos toman alcohol en exceso o suponen que pueden estar consumiendo drogas, pero no se sienten capaces de intervenir. Temen resultar atacados por sus hijos, si hablan o ponen límites. Es común que estos ataques sean injurias, gritos o malhumor. Muchos padres sienten miedo de ser pegados sin saber cómo han llegado a esa situación ni qué hacer para revertirla. Tampoco son concientes del discurso melancólico que enlaza y desenlaza los vínculos. El acople fantasmático entre algún hijo identificado como trasgresor, loco o frustrante se constituye en la realidad familiar. Aparece en los lazos cotidianos el reverso fantasmático de un niño es siendo pegado. El padre aniñado desea ser pegado por un hijo apadrinado.
por Ricardo Rodulfo
Un psicoanalista medio, de resultas de todo este dispositivo poco visible, está preparado para encontrar o para poner él alguna módica referencia bibliográfica no psicoanalítica en un escrito dado –sobre todo si antes la usó alguno de los Grandes Nombres– pero no concebirá fácilmente que un texto psicoanalítico funcione con un holding de referencias de afuera, con pocas o ninguna de su campo profesional. Es que cree que hay un afuera y eso mismo reprime entender la intertextualidad, el entre sobre todo, que pone en crisis definitiva las delimitaciones comunes de un exterior y de un interior.
por Teodoro Pablo Lecman
El psicoanálisis, profundizando en el lazo psíquico, la Verbindung, ha demostrado que este lazo depende de una Besetzung, una investidura libidinal, cuya ruptura produce pérdida libidinal, desgarramiento y desidentificación, con la consiguiente liberación de dolor, agresión y trabajo silencioso de la pulsión de muerte. La angustia aparece allí en el fondo como amenaza total de desintegración del Yo (nido de la angustia) frente al desamparo. Sólo se puede trabajar en análisis caso por caso, y con el símbolo, sobre la experiencia desgarradora de la separación, que nunca deja un corte limpio.
por Martín H. Smud
Freud da nacimiento al psicoanálisis hablándonos de sus temores a los reproches, al fracaso del levantamiento de síntomas, pero los exonera comunicándolos. La acechanza del éxito, la pregunta por el éxito que los pacientes destinan al analista, lo remite a soñar y a descubrir el enigma que abre los sueños. El temor al fracaso era un gran temor para quienes debían cuidar su reputación o para quienes tenían proyectos importantes para su vida. Éste era su caso.
por Ricardo Rodulfo
La función política y no solo teórica del psicoanálisis de niños es dar por terminado, después de aprendérselo bien, el psicoanálisis tradicional.
En fecha no unívocamente precisable, más o menos hace 50–60 años, el psicoanálisis de niños empieza su advenimiento cuando Winnicott practica, apoyado en su posición de pediatra, un giro: empezar de nuevo, desde la experiencia de estar con el bebé y con el niño, de asistir al desenvolvimiento del jugar.
Decir entonces, que el psicoanálisis de niños tiene su punto de partida histórica en el historial de Hans es equivalente a festejar el 12 de octubre como el día del descubrimiento de América. Aquí y allá, descubrimiento tiene idéntica función encubridora a desconstruir.
por Norma E. Alberro
Para marcar algunas líneas, propongo reflexionar sobre este tema a partir de la familia teniendo en cuenta que esta dimensión social está en crisis. Es sabido que el modelo de familia nuclear burguesa esta desestructurado y cuestionado, al menos en nuestra sociedad occidental. No hay que olvidar que este modelo familiar, integrado por una pareja heterosexual, dio origen a los enfermos psicóticos, los psicópatas, los adictos, los violentos, los criminales, tanto niños como adolescentes.
por Mirta Goldstein
Los acontecimientos del mal, al igual que cualquier acontecimiento realmente nombrable como tal, poseen la inexorabilidad de lo no-pensado, de lo considerado hasta ese momento no-posible; no solamente sorprenden y desubican espacio-temporalmente sino que hienden la historia individual y colectiva provocando el aniquilamiento de la subjetividad. Desde el punto de vista psicoanalítico el horror equivale a la ruptura real, simbólica e imaginaria, o del anudamiento que permite sostenerse vital o sostener vitales a los lazos sociales.
por Juan Carlos Volnovich
En plena alborada secular, Freud escandalizó a la sociedad victoriana cuando afirmó la existencia de una sexualidad infantil que contribuyó a desmantelar el paraíso de la infancia. Pues bien: en la actualidad no es Freud, sino los medios, los que nos asombran y nos escandalizan con la noticia de un pibe de quince años culpable directo de haber asesinado a otros niños... ¿La tragedia de Carmen de Patagones nos enfrenta a un aumento de la violencia ejercida por los niños capaces, ahora, de asesinar a sangre fría? ¿Somos testigos de un aumento de la difusión en los medios de comunicación de masas de una violencia que viene dándose desde siempre y que, en éste caso, está al servicio de instalar en la opinión pública una posición favorable a la reducción de la edad de imputabilidad de los menores?