Columnas
por Sergio Zabalza
A menudo se torna difícil transmitir las herramientas conceptuales con que el psicoanálisis intenta explicar el comportamiento humano. Sin embargo, la realidad suele brindarnos inesperadas ayudas cuando -como en el caso de los pulcros skin heads- la razón se une a la más atroz violencia.
En efecto, no hace mucho una persona sumamente ilustrada me confesaba su perplejidad ante la hipótesis freudiana según la cual la civilización se funda en un crimen. Le expliqué entonces que se trataba de un mito inventado por Freud para dar cuenta del origen del sentimiento de culpa y conciencia moral, ambos imprescindibles para vivir en comunidad.
Ubiquemos a los personajes del mito freudiano en la escena de nuestra polis. Los skin heads encarnan la irrefrenable pulsión destructiva de aquel padre originario. Son el espejo del cinismo.
por Élida E. Fernández
Las reuniones de discusión clínica, como prefiero denominarlas, tienen según mi criterio la finalidad de que el vacío de saber se acote y circule. Para lo cual el supervisor es el que tiene la tarea de causar este acotamiento situando con la mayor precisión posible la pregunta y relanzándola de forma tal que cada uno se apropie del tema como interrogación que lo posicione de otra manera frente al paciente.
El supervisor funciona de soporte de una transferencia posible terapeuta-paciente en el hospital, por momentos insoportable. Y no me refiero solamente a la tan temida erotomanía o la paranoización, sino a otra más común, que no pase nada.
Los residentes se enfrentan a menudo con sujetos sin palabras, donde no hay qué escuchar. Donde antes de que aparezca la palabra hay que tallar un cuerpo.
por Elena Jabif
La función del Padre introduce la instancia simbólica -el Padre que promulga sede de la ley donde se sitúa el déficit, en torno del cual se hace específica la estructura de la neurosis- y por otro la incidencia del padre real, que puede ser tan benéfica como tener en la estructura efectos devastadores y hasta maléficos.
Los dioses son innumerables y tan variables como las figuras del deseo, de las cuales son sus metáforas. Pero lo que ocurre con el Dios de los diez mandamientos permite fundar la fe y la ley que prevalece sobre el vínculo materno, que se funda en una manifiesta carnalidad.
El pensamiento de Freud -subraya Lacán- aporta la noción de que la culpabilidad encuentra sus raíces en el inconsciente, articulada sobre un crimen fundamental al que nadie puede responder individualmente.
por Sergio Rodríguez
Los psicoanalistas tenemos que esforzarnos por trasmitir de la mejor manera posible a quienes no lo son, conceptos que han sido elaborados con nuestra jerga.
Nuestra diferencia con el periodismo en general reside en que el mismo, por efecto del anudamiento por lo imaginario (reforzado por el negocio corporativo) se ubica estructuralmente, como agente en el discurso de la histérica, por lo que se implementa como una pura queja sobre, que no anda en los gobiernos o en algún otro amo, o adversario ocasional. Por eso exigen de sus editores, emisiones con finales errados abrochados a puro sentido. No aceptan emisiones abiertas que induzcan al receptor a preguntarse y a soportar que el tema lo trabaje. Conocen la voracidad de las masas porque le dan todo digerido y a ese goce se adaptan.
por Teodoro Pablo Lecman
No existe lo pulsional y la pulsionalidad como equivalentes a irracionalidad. La pulsión tiene una razón.
La metáfora de Freud, Trieb, como lo rastrea deliciosamente nuestro amigo Dominique Scarfone, abreva tanto en los términos maquinísticos derivados de la Revolución Industrial (por ejemplo: Triebfeder: resorte). La pulsión empuja y choca.
Pero no somos maquinistas. Esa tarea se la dejamos a otros, los TCC, seguros de que conducirán, mejor dicho, ya han conducido la locomotora de la historia a uno de sus peores desastres, sino el peor: un mundo feliz, positivista, sin sueños, la peor de las pesadillas. Los campos ya dieron cuenta de ello.
Somos más bien masottistas.
por Álvaro Couso
Es la acción del corte la que da origen a dos productos que en su interrelación permitirán establecer la escritura fantasmática. Al modo de los fenomenólogos, que cuando interrogaban el origen de la vida podían salir del atrapamiento imaginario afirmando: ni el huevo, ni la gallina, sino el pez modificado, ubicando por un desplazamiento necesario el nacimiento de lo animado en el mar, del mismo modo ubicaba Lacan el corte como el acto que introduce las transformaciones dando lugar al objeto y al sujeto.
por Jorge S. F. Mosner
La soledad a ultranza es imposible en el ser humano. El Yo, que es en primer lugar el cuerpo, está hecho de la identificación con el congénere, es decir, está hecho de la interiorización del otro que me asiste. De ese modo se establece una primera enajenación, una primera deuda con el otro que nos saca de una abismal soledad y nos otorga cuerpo, nos da cuerpo. De no presentarse el otro asistente, fundador de nuestro cuerpo, en nuestras lamentables y prematuras existencias, nos disolveríamos en el marasmo, en una fragmentación mortal. Y como si esto fuera poco los seres humanos no contamos con patterns instintivos, de modo tal que no tenemos instintos que nos orienten hacia nuestros objetos y sólo podemos acceder a aquello que otro ha deseado, nos hacemos adictos al menú del deseo de los otros.
por Sergio Zabalza
Desde la inquisición hasta nuestra victoriana modernidad, el cuerpo fue considerado como el albergue de las más sucias pasiones. Ahora bien, quienes se empeñan en citar la frase de Napoleón que ocasionalmente Freud mencionara en alguno de sus trabajos acerca de que la anatomía es el destino, se parecen a Marsilio Ficino. Por su parte, lejos de reposar en la comodidad de los prejuicios, Freud sabía aprender de los fracasos. El doloroso abandono que le propinara una paciente, la protagonista del famoso caso Dora, le había enseñado que la pregunta por la mujer constituye el enigma constitutivo de cualquier ser hablante, más allá de las características anatómicas que a cada cuerpo le toque en suerte. Así, bien pronto el descubridor del inconsciente rechazó toda idea de supuesta connaturalidad entre hombre y mujer. Los géneros son una construcción del lenguaje.
por Eva Giberti
La expresión identidad biológica constituye un deslizamiento ideológico en tanto y cuanto el vocablo biológico, en tiempos de clonaciones, mapas genéticos y recursos al ADN ha quedado cuanto menos rezagado, además de la ilusión de completud que convoca; ilusión de completud porque se supone que una vez que se emitió la expresión, todo queda claro. Cuando la Ley de Adopción se refiere a padres biológicos o realidad biológica, región semántica que inspiró a los redactores del decreto 383/05, lo hace debido a una idealización del positivismo, que la conduce a centrarse en la biología. Recordemos que el positivismo de comienzos de siglo, es el hijo predilecto del naturalismo derivado de la idea de naturaleza o derivado de la teología. Esta idealización de lo biológico desemboca en un determinismo a ultranza que es contrario a las lecturas que actualmente introducen las variables históricas en tanto dato imprescindible. Se trata de un deslizamiento ideológico mediante el cual se los desprovee de origen y se los convierte en objetos, porque el término realidad, etimológicamente corresponde a objeto.
por Teodoro Pablo Lecman
Una temprana carta de Freud cuenta que su estilo, ya en el Gimnasium, había sido calificado por un profesor de idiotisch, idiótico, idiota. Esta expresión extrema, irónica, quiere decir idiosincrásico, singular. Un estilo propio. La sola ubicación de Freud en las encrucijadas culturales de las que proviene explica su singularidad. Lo que implica un peligro, en el límite, los trastornos de la metáfora, de la semejanza, llevan a un idiolecto, a la pérdida del código, en el caso de las afasias metafóricas. No podemos asignar a Freud tal afección, aunque por ella, simbólicamente, fue entrando en el psicoanálisis. La afasia. Mientras que Lacan, quizás, por ella, real, fue saliendo, al fin de su vida.